viernes, 31 de diciembre de 2010

31 de diciembre de 2010






A punto de acabar el año, haciendo comida para el Año Nuevo y las maletas para unos días en Pirineos, os recuerdo a todos/todas con cariño. Tal y como se van poniendo las cosas ¿qué desearos? Que 2011 no sea peor que estos últimos. Besos

Roberto



La primera foto está tomada desde San Martín un domingo al final de septiembre y la otra en el Tajamar de Barranquilla el 22 de noviembre

lunes, 27 de diciembre de 2010

Medios y fines


Esta entrada ha sido publicada en Aquí Diario Cantabria el 26 de diciembre de 2010

Espero no aburrir al tratar dos semanas consecutivas la misma temática, urbanística, que, por otro lado, sigue de actualidad en nuestra ciudad. Yo nací en la misma poco antes de que se aprobara el plan comarcal de 1955. Franquista por no poder ser otra cosa, pero intentaba tratar un territorio supramunicipal. Nunca más se ha visto semejante prodigio.
El alcalde y alguno de sus concejales quizá no iban a todas las clases de las materias consideradas “marías” y eso a la larga le deja algún flanco al descubierto y le lleva a dramatizar cuando el guión de la película, en la que a él le toca ser protagonista, eso lo tiene garantizado, no acaba de ser de su gusto al 100%. Cualquier ciudadano de otro municipio, y de otro planeta, le podría preguntar que representa para él el término “consenso” cuando la aprobación inicial del Plan General se lleva a cabo únicamente con los votos del grupo gobernante.
El Ayuntamiento de Santander necesitó ocho años desde su constitución como entidad democrática en 1979 para aprobar un PGOU, el de 1987, que venía a ser un perfecto continuador del plan comarcal franquista. Pero un PGOU rotundamente distinto, el dirigido por Bernardo Ynzenga en 1995-97, también ha abundado en lo mismo: Ir extendiendo la urbanización residencial por el conjunto del término municipal a la par que desciende la población del municipio. La ciudad fantasma ya está a la vista.
Un PGOU, como cualquier planificación, es un instrumento para alcanzar un fin. Hace pocas fechas un alcalde presionado por sus pocas realizaciones concretas en tres años y medio sale en los medios de comunicación con su última jugada de trilero: Un plan estratégico a 10 años, sin consensuar tampoco con la oposición municipal, que curiosamente supone el gobierno de la región. Ambos planes el PGOU y el SDR 2010-2020 nacen ya completamente divorciados
¿Qué parte es la de broma? ¿El uno o el otro? Un PGOU que se quiera aprobar definitivamente en 2011 o 2012 sólo debería ser el instrumento territorial del plan estratégico, pero eso en las ciudades que se toman su futuro en serio. Luego hay otras, y desgraciadamente ahí está la nuestra, en que casi todo es fuego de artificio menos los fuegos artificiales de la feria de Santiago.
Pero la realidad es inexorable. Un problema de esta ciudad ha sido su falta de alternancia política. 32 años gobernando de forma ininterrumpida  deja sin ideas a cualquiera. Si la afirmación es buena cuando la hace un dirigente popular en Andalucía, no puede dejar de ser buena en Santander. Decir que votar contra este PGOU es votar contra la ciudad, me ha recordado la afirmación cotidiana con la que me tocó crecer: querer democracia, querer integración europea, querer derechos humanos, querer… Era propio de lo que ellos denominaban la antiespaña.
Por una vez la oposición municipal en Santander, con matices, sin estar completamente en la misma posición PSOE y PRC, han dado esperanzas a los ciudadanos que estamos a favor de la ciudad, de una ciudad diferente a la que los populares han modelado en los últimos 32 años y la derecha totalitaria en los cuarenta anteriores. Un modelo que ha estancado Santander frente a cualquiera de las capitales de las provincias limítrofes.

domingo, 19 de diciembre de 2010

Bogotá

La ilusión de los últimos días en el área de Santa Marta, la impresión que causa la subida a Teyuna, la ciudad escondida -perdida- de los Tayrona, incluso el parque Nacional Tayrona, Pueblito, las playas, ... han hecho que el relato del viaje a Colombia no haya empezado por el principio y el principio era Bogotá.
Lunes 15 de noviembre. Ligero retraso en la salida de Madrid: cuando salí de la terminal internacional de El Dorado ya era de noche. Primera impresión favorable, el servicio de taxi, de precio ajustado a salvo de las contingencias del tráfico.
La primera mañana me lanzo a la calle temprano. La luz me ha despertado muy pronto. En esta latitud antes de las seis de la mañana luce el sol. Desde mi habitación Montserrate parece al alcance de la mano. Bajo por la carrera séptima hacia el centro. Las iglesias barrocas de la Veracruz y San Francisco están con muy buena entrada, casi lleno. Es martes y poco más de las ocho de la mañana. Cualquier párroco en una ciudad española firmaría por algo semejante.

En la esquina del Banco de la República, avistando la estación "Museo del Oro" del Transmilenio, me intentan timar. El sistema está en la guía y me lo ha advertido Mauricio. Es frecuente que alguien se haga pasar por policía en busca de alguna recompensa. Me sorprende lo rápido que lo han intentado y me entra la risa. El "gancho" era supuestamente boliviano y me pregunta una dirección ... después aparece el "policía" ... No me vuelve a ocurrir en tres semanas. Está claro que Bogotá es muy grande pero mi aspecto de guiri debe ser impresionante. La mochila, el plano, ... Claro que sin salir de Barajas un mexicano me ha hablado en inglés y aclarada la situación, me ha dicho que tengo aspecto de ser de Boston ¿? 

En la plaza Bolívar ya luce un árbol navideño, son tempraneros estos colombianos. A las 10, desde la esquina de Santa Clara y Divorcio, parte un recorrido guiado por el centro histórico. El guía, policía, se lo sabe todo. Está todo más que bien salvo el chubasco de las 12 que se adelanta media hora, el grupo se disuelve y me refugio en el Museo del Oro. Gratis para mayores de 60, nacionales y extranjeros y con algunas salas muy impresionantes.

A la salida, de nuevo por la carrera séptima, en busca de "La Puerta Falsa" para el almuerzo, una tullida me recuerda a Esperanza Aguirre. Es el tono de voz. Está cantando con un karaoke casero en plena calle desde su silla de ruedas: realismo ¿mágico? El tamal está muy rico y Edison, el joven camarero, me acerca a casa al asociar mi procedencia con el Racing de una manera automática.

Un nuevo chubasco a las 14h. hace que me refugie en el Centro García Márquez, antiguo colegio de la Enseñanza, la primera institución que dio instrucción a las mujeres en el Virreinato de Nueva Granada. Inevitable volver a recordar Santander y los proyectos para la finca de ese mismo colegio en nuestra ciudad. Ha escampado ligeramente. La terraza del vecino café Juan Valdez es un buen lugar para tomar un "tinto" y la temperatura, incluso a 2.500 m. de altura lo permite. El tercer café del día aporta la segunda mancha a mi pantalón. La camarera se deshace en disculpas y es bien simpática y la mancha muy pequeña y estoy de buen humor y ... el camarero del hotel, por la mañana, ni se enteró. Pero con su manera de poner la leche en el café, el resultado estaba cantado.

La esquina no es mala para la sociología aplicada. ¿Hay más pordioseros que en Buenos Aires, que en La Habana, que en el Madrid de la crisis? No lo creo.

La segunda jornada en Bogotá me permite visitar con sol el cerro de Montserrate y la Quinta Bolívar. El chubasco amenaza y me moja antes de que consiga alcanzar el Museo Nacional, donde aprovecho para escuchar un concierto, tras la visita a varias salas, en espera de que escampe. 

Todavía no me he enterado de qué manera está lloviendo en Colombia esta temporada. Sin llegar al curioso restaurante "La juguetería", otro aguacero me hace apresurar el paso y tras el almuerzo debo abandonar el taxi que me conduce al Museo Botero. Aunque ha escampado, el atasco, debido a la lluvia, es fenomenal. Seguramente gano tiempo al ir andando.

El jueves tengo que madrugar. Me espera el Caribe

lunes, 13 de diciembre de 2010

Por la cárcel a la calle


Esta entrada ha sido publicada en Aquí Diario Cantabria el domingo 12 de diciembre 

Casi toda esta columna fue escrita en el aeropuerto de Barajas el pasado domingo.
Domingo 5, 8.19 h. Estoy en Barajas. Tenía que haber llegado a casa a mediodía de ayer. He conseguido facturar y obtener una nueva tarjeta de embarque y parece que el aeropuerto funciona. Me he levantado a las 5. Voy a desayunar.
Había alguna tensión en las colas de facturación. Me he tenido que emplear bastante a fondo para mantener mi posición conseguida tras casi una hora de espera. Pero la pregunta es ¿He estado secuestrado? Ayer a las 8 de la tarde un bus me llevó a un hotel que resultó estar en las afueras de Guadalajara. Me dieron cena, bastante cuartelera, pero es una situación excepcional y se entiende. Meliá quizá se aproveche de Iberia y a una botella de vino del año para ocho personas corresponda una factura de cena con bebidas incluidas. Siempre hay ganadores en las crisis. En esta ocasión los de Iberia se han portado como caballeros y ya se sabe. Malos tiempos para líricas diversas.
Después de casi 72 horas de viaje me voy acercando a casa y teniendo alguna noticia de lo que va pasando. Todavía atrapado en Bogotá me enteré que Rajoy estaba atrapado en Lanzarote pero que no culpaba a nadie. Más tarde se fue de copas. En otros contextos de terrorismo eso se llamaba equidistancia y estaba muy mal visto. Con razón. Atrapado o secuestrado, en Guadalajara, me entero que el vicesecretario de comunicación del PP González Pons va un poco más lejos que su jefe y si culpa a Zapatero. Después de tres semanas de no escuchar críticas a ZP por los desastres naturales que “la niña” ha ido causando en Colombia, al fin la realidad cotidiana.
La tentación de escribir que el tal Pons es tonto de baba es muy fuerte pero lo vamos a dar por pensamiento fugaz.  En América y en Barajas he estado rodeado de cientos de compatriotas y extranjeros afectados por la actitud criminal de los descontroladores aéreos de España. Todos debían ser socialistas.  No he escuchado a ningún afectado en directo culpar de esta  situación al gobierno. En esta ocasión no estar firmemente del lado de los ciudadanos víctimas y de su gobierno es ponerse del lado de los delincuentes.
La sesión del Congreso del jueves en la que se convalidó el Decreto sobre el “estado de alarma” también dio para un intento de lucimiento del líder de la oposición. Al rescatar una frase de Rubalcaba abre juego para el futuro. Cuando algún diputado socialista en la oposición se dirija al presidente del gobierno del PP, Mariano u otro, llamándole bobo solemne y a continuación añadir no soy yo el que dice eso. Ya lo dijo Mariano, bla, bla, bla. En cuanto envíe esta columna me voy a Las Salesas. He decidido denunciar por retención ilegal. A ver si alguno de los culpables de semejante escándalo se va a la calle y, si es posible, pasando por la cárcel.

jueves, 9 de diciembre de 2010

Teyuna (5) Final. Lunes 29 de noviembre

El último día de la marcha amanece precioso. La primera etapa, hacia abajo, no dura más que dos horas y media. A las 9.30 estamos ante un copioso "redesayuno" en el albergue de la primera noche. Aquel al que llegamos de noche y bien mojados. Como es habitual antes de llegar al Machete Pelao ya han empezado los truenos y una tímida lluvia. No es suficiente para disuadirnos del baño más espectacular de los cinco días. Una piscina natural, con posibilidad de salto y una corriente muy apreciable.
El almuerzo en un poblado típico de frontera, frontera entre el mundo medianamente civilizado y el espacio absolutamente salvaje, es muy reconfortante. Una cerveza fría, la electricidad sale al encuentro de los caminantes, se valora más cuando no se ha tenido en días. El pargo a la brasa está bueno pero le ha sobrado tiempo de parrilla. Y en medio de una lluvia cada vez más intensa se inicia el final de la aventura. El camino está mucho peor que cinco días antes por lo que los descensos del toyota son muy frecuentes. Casi anochecido llegamos a la carretera de la costa donde se vuelve a repostar gasolina venezolana de contrabando. Los cielos siguen abiertos.

La aventura se resiste a terminar. Un control policial retiene al conductor más de media hora pero se deja un chivato acústico encendido y al volver al volante, la batería está agotada. Empujamos entre risas que ya no tienen contención, avanzamos unos kilómetros con el motor aparentemente funcionando con corrección pero no era la batería la que estaba averiada y el que parece que está más cansado que nosotros es el alternador. Cuando la lluvia era más intensa, el conductor, el guía y el cocinero inician gestiones para que podamos regresar a Taganga. Un nuevo vehículo nos recogerá algo más de una hora más tarde. Casi a las nueve de la tarde el viaje finaliza.
Aunque las cuatro o cinco agencias que organizan la caminata han sindicado precios por presión de los guías y todas ellas cobran ahora 500.000 pesos, sería injusto que no haga un comentario positivo sobre lo bien que ha resultado la experiencia contratada con Expotur, de la calle 18 de Taganga. Por otro lado, poco más de 200 euros al cambio de finales de este año 2010, para cinco días de actividad en pensión completa, es un precio que en Europa puede ser difícil de creer. 

La recomendación más importante creo que es la del peso. Se debe llevar un equipo doble. El primero se puede mojar la primera tarde y puede no volver a secar. Hay que llevar sólo otro y manternerlo seco con la protección adecuada, interna y externa, de la mochila. Con las temperaturas de la zona no es muy importante vestirse con ropas húmedas por la mañana. También es importante la protección de la cámara fotográfica si no se cuenta con una a prueba de agua. No se debe llevar nada que implique enchufarse a la red. No hay electricidad en cinco días, ni señal telefónica.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Teyuna (4) Domingo 28 de noviembre

Este cuarto día es el día. Por fin llegaremos a la ciudad perdida. La mañana es de nuevo muy soleada y con la altura y el madrugón, la temperatura muy llevadera. El paso del río Buritaca, con ayuda de soga, no es tan tremendo como se nos había advertido. Me siento mucho más impresionado por los más de mil trescientos escalones, empedrados, que los tayrona construyeron hace cientos de años para acceder desde ese punto del río a su privilegiado emplazamiento.
Hay que reconocer que nada más llegar arriba se siente algo. No hablo de nada esotérico, al menos en mi caso. Se trata de un emplazamiento privilegiado, destacado, enmarcado por las altas cumbres de la Sierra Nevada pero a la vez, dominando los accesos, haciendo que las terrazas sobre las que la ciudad estaba construida, fueran bastante fáciles de defender.

Quizá es también el momento de decir que el camino es, en este caso y en muchos otros, tan importante como la meta o más. Kavafis e Itaca me inundan de referencias y me inundan en catalán. Supongo que Lluis Llach tiene algo que ver con eso: Quan surts per fer el viatge cap a Ítaca, has de pregar que el camí sigui llarg, ple d'aventures, ple de coneixences. (Cuando sales para viajar a Itaca has de rogar que el viaje sea largo lleno de aventuras y conocimientos (nuevos?)
Has de pregar que el camí sigui llarg. Que siguin moltes les matinades d'estiu. que, amb quina delectança, amb quina joia! entraràs en un port que els teus ulls ignoraven; (Que sean muchas las madrugadas de verano que con deleite y alegría entrarás en un puerto que tus ojos ignoraban) Itaca=Teyuna y tantas Itacas y tantas Teyunas que nunca veremos.

El descenso es rápido y el almuerzo espléndido. Tras éste, que se efectúa en el albergue de la noche anterior, se hace una segunda etapa de marcha. La jornada de caminata empieza a ser normal respecto a lo que en Europa podemos entender por un día de senderismo. La lluvia no se hace esperar y la llegada al segundo albergue se produce en unas condiciones, de mojadura y barro, que me atrevo a decir que espantan a los grupos que van en ascenso y con los que se convive unas horas.

La cena hace los honores a ser la última del circuito y la sobremesa también es muy especial. Somos un grupo recién formado y al que le queda menos de 24 horas de convivencia pero somos un grupo y aprovechamos hasta el último instante. Por raro que parezca se puede conseguir ron moreno de Medellín, mucho más caro que en Bogotá, por supuesto pero hay que llevarlo hasta allí, y el guía y el cocinero también nos invitan a vino espumoso ... Al final de la sobremesa alguna lengua resulta trabada

Teyuna (3) Sábado 27 de noviembre

La mañana de este tercer día es espléndida. Después de un maravilloso desayuno, a las 7.30 estamos en marcha. La verticalidad del sol en esta latitud llama la atención. La temperatura a unos 600 metros de altitud no llega a ser agobiante ni con el esfuerzo de la marcha.
Reflexionando sobre el desayuno, todo parece que está mucho mejor organizado de lo que puede aparentar a primera vista. Antes de media hora hay que cruzar un Buritaca. más que bravo y muy crecido. Es el único paso de río en los cinco días de marcha en que un ingenio mecánico, por más que rústico, nos ayuda en el intento. Hemos alcanzado al grupo anterior y nos alcanzará el siguiente. El paso es lento, necesariamente de uno en uno y con vuelta de la "cesta" vacía.


Son tantos los cruces de río que se efectúan en los cinco días que no es fácil recordar cómo se resuelve cada uno. Algunas veces saltando piedras, la mayoría entrando al cauce con el agua a distintas alturas. En esta ocasión no fueron pocas las veces en que el agua, muy brava, llegaba a la cintura, incluso al pecho. No en balde está lloviendo en Colombia de la manera que García Márquez describía en "Cien años de soledad". En esos vados más difíciles la ayuda de una soga es imprescindible.

A mediodía hemos alcanzado el tercer albergue. 800 metros de altura. Las nubes ya hace rato que han cubierto el sol. La duda que tenía el guía ya está resuelta. Alcanzaremos Teyuna al día siguiente temprano. Hay más garantía de contar con buen tiempo. Hacia las dos de la tarde ya ha empezado a tronar. Hemos almorzado ligero y algunos nos hemos bañado en el río. Pese a su furor, me sigue pareciendo más apetecible que la ducha. Empieza a llover con esa sensación de que no lo haya hecho nunca y que alguien necesite desquitarse. Al atardecer la columna militar con la que nos hemos ido cruzando llega para pasar la noche con nosotros. Todo se resuelve con la fuerza de la costumbre. Se encienden más fogones para la cena y se despeja una de las cabañas para los milicos.

Con alguno de ellos la conversación llega a ser sabrosa. Son costeños. De Cartagena y Barranquilla la mayoría. Van a pasar tres meses de servicio en Teyuna. Con muy poco contacto con el exterior. Están apenados por el aislamiento que van padecer especialmente en Navidad aunque los de Barranquilla ya sueñan con el final del turno a tiempo para llegar al carnaval.

El mando me hace varias confidencias. Quizá ha estado un poco celoso de mi animada charla con los subordinados. Me censura el fumeteo de los australianos, en público ... A la mañana siguiente, hacia las seis, en la orilla del río que muchos elegimos para lavarnos, milicos y turistas, uno de los soldados ofrece compartir canuto ...

martes, 7 de diciembre de 2010

Teyuna (2) viernes 26 de noviembre

La llegada al primer alojamiento, con la noche bien cerrada y tras el vado de un río muy crecido a oscuras, ya indicaba que la ruta iba a tener más dificultades colaterales que la propia caminata. Mi mochila se había sumergido bastante. Esta primera cabaña a la que llegué empapado, no mucho más que los demás, con la cámara más que húmeda y temiendo por ella, resultó ser el alojamiento de más calidad de todos los de la ruta y la cena tan buena como las demás. Todas ellas por encima de lo que se podía esperar a priori.
Mi primera noche en hamaca resultó muy reparadora y el chocolate de primera hora, reconfortante. La excursión optativa del día, debe esperar para ser publicada. Y las frutas previas al inicio de la segunda jornada de caminata, directamente espectaculares.
Empezamos a caminar poco antes de las nueve de la mañana. Ese día el sol no apareció. La que estuvo omnipresente fue la lluvia que no había cesado en toda la noche. Nos cruzamos con diversas patrullas del ejército colombiano, de la unidad contraguerrilla. Más tarde supe que habían dormido muy cerca.

Aunque de entrada no lo entendí bien, minutos antes de mediodía alcanzamos la segunda cabaña y esa era la etapa del día. Las instalaciones aunque con literas, eran inferiores a la primera. Sólo dos mesas y dos duchas y dos retretes para .... muchos. Coincidimos esa noche cuatro grupos. Dos ascendentes y dos descendentes.
Carlos y yo nos bañamos en el río. Era más apetecible que las duchas.
Nos pasamos la tarde de charla. Antonio, el nuevo guía,  vió que me podía estar aburriendo tanto tiempo con los jóvenes y la charla en inglés y me pasó una guía de educación primaria con la explotación de los recursos naturales y culturales del área de la Sierra Nevada de Santa Marta. También desbloqueó la situación la presencia de una alemana, más o menos de mi edad, que no se había lanzado a la última etapa y estaba allí esperando a su marido. Ambos dando la vuelta al mundo en un velero de 12 metros atracado en Santa Marta en aquel momento.

El grupo se hizo mucho más grupo esa noche. Quizá el hecho de que hubiera otros grupos en el albergue nos reforzó la unidad interna y algo que fumamos colectivamente seguramente ayudó.
El sábado amaneció despejado, con una bonita media luna aureolada a poco más de las cinco de la mañana.

Volver (Colombia 5)

Entrada publicada en Aquí Diario Cantabria el domingo 5 de diciembre de 2010
He dudado con el título. Seguramente lo habré usado ya y además es polisémico de ahora mismo, que estoy volviendo, que cuando se lea esta columna en papel el domingo 5, ya habré vuelto si todo ha ido bien. Pero también, y no siempre ocurre, el volver es casi una decisión. Volver a Colombia otra vez. Es un país fantástico y me queda muchísimo por ver. Así que la tentación de seguir la política nacional, regional y local desde miles de millas de distancia, que tiene su aquel, no va a poder abrirse hueco esta semana.
Con sociología de taxi y lo ”conversones” que son los costeños, tres semanas en Colombia dan para una primera aproximación. Es un país emergente por territorio, recursos y población. Un país que ha mejorado enormemente su seguridad en los últimos años- qué haría yo aquí en otro caso- aunque las páginas de sucesos relatan a diario mucho más que accidentes de tráfico.
Es un país corrupto, pero no creo que más que Marruecos, el semisótano de nuestra península. Un país bastante singular en muchas cosas. Cuando se viaja desde el Caribe a Bogotá,-como estoy haciendo ahora- de hecho parece que se ha cambiado de país. La publicidad de su línea aérea nacional dice “Colombia, el lugar en el que la Reina Madre es la naturaleza”. Son unos republicanazos. Patrimonio cultural y natural a espuertas para potenciar un turismo respetuoso. Y remesas de emigrantes en el exterior ¿nos suena? También hay inversión extranjera. El crecimiento parece asegurado y necesidades hay casi todas.
Un país en el que los delitos son de tantos tamaños, por lo menos, como el ceviche de camarones de Juancho en la Primera C de Santa Marta. Se puede comprar gasolina venezolana de contrabando en el arcén de la carretera, en las zonas más próximas a la frontera. Es más barata y parece que mejor. Si se pregunta qué ocurre si la omnipresente policía avista un repostaje de ese pelo, sin palabras, el gesto alude a lo que en México se denomina mordida y aquí ya lo he olvidado.
Los programas para erradicar los cultivos de coca han hecho mucho, parece que la superficie cultivada es menos de la mitad de hace diez años, pero encontrar cocaína parece que bastante buena y a un precio que en Europa o EE.UU se juzgaría de risa, es un juego de niños, literal. Cómo cuando se mandaba al niño a por un cuartillo de tinto. Vino. Aquí, si no se dice algo más, el tinto es un café sólo. Aunque la noticia del jueves- cuando escribo- en el Hoy, de Santa Marta, es que están apareciendo nuevos cárteles.
Para qué hablar de la marihuana. Consumida con cierta relajación en público en lugares turísticos. Y a precios, de nuevo, que no tienen nada que ver con el mercado internacional.
La temperatura exterior va subiendo mientras el Airbus de Avianca desciende. Llueve en Bogotá, lleva semanas lloviendo en casi toda Colombia. Lo prodigioso es que no se haya suspendido nada de lo que tenía más o menos programado. Acabo hoy recordando al mando de la sección del ejército con quien conversé la noche del pasado sábado. Un profesional, seguramente reenganchado, que cumplía órdenes hace años, cuando al llegar a los poblados los campesinos, por definición, eran enemigos y colaboradores de la guerrilla, con lo cual los asesinatos se justificaban y que las cumple ahora, que le toca hablar de democracia y reconciliación ¿Nos sigue sonando? No sé si hay muchos lugares en el mundo en que un grupo de turistas pernocte en el mismo albergue que las unidades contraguerrilla de su ejército. Aquí puede ocurrir.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

Teyuna (1)

En mi viaje a Argentina el pasado febrero conocí a Guada y Dani. Ella argentina y él colombiano. Me hablaron tanto de esta parte de Colombia que, aunque han tardado en saberlo, han sido decisivos en la elección de Colombia como mi destino de las vacaciones de la jubilación. Buscando, buscando y antes de cerrar el viaje, vi informaciones sobre la ciudad escondida de los tayrona en la Sierra Nevada de Santa Marta y la posibilidad de acceder en una marcha de seis días.

He ido, he vuelto, lo estoy contando y estoy fascinado. Tengo 60 años cumplidos, físicamente no es una proeza, pero hay condiciones ambientales, físicas y humanas (Colombia ha cambiado mucho pero convivir una noche en uno de los albergues con una unidad del ejército no ocurre en cualquier lugar; Que el camino que teóricamente se hace en todo terreno haya que hacerlo en parte a pie, por las lluvias, y que se llegue de noche cerrada al primer albergue incluyendo el vado de un río crecido, completamente a oscuras y con el agua a la cintura ... Y mucho más que iré recordando. Sólo quiero resaltar que la caminata es lo menos importante.
Además de las personas queridas, las que siguen ésto y otras que ni siquiera están en la ciberonda, había tres cuestiones que he recordado en algún momento del aislamiento informativo. Era el fin de semana de las elecciones catalanas y del partido del siglo número 80 y x. También el Racing jugaba en casa. Digamos que me han gustado más los resultados del fútbol que los electorales.
Y finalmente en esta primera entrega, el grupo. El poderoso toyota que a la vuelta se quedó sin batería bajo un aguacero impresionante, me recogió en mi hotel primero. Y fuimos a un albergue donde esperaba el resto del grupo. Qué impresión. Uno con sus dudas digestivas y aparecen ocho jóvenes, seis hombres y dos mujeres, casi todos con camisas hawaianas y sandalias, y uno que olvida con frecuencia lo del hábito y el monje, y que por influencia materna tiende a dar importancia a la presencia externa aunque, contradicciones, no siempre la propia sea la ortodoxa que se espera, ... Oh cielos que grupo!
En la primera parada- para reponer gasolina de contrabando, venezolana, más barata y potente- dos de los chicos iniciaron el acercamiento, ya que yo iba en el lugar del copiloto y no había habido ocasión. Uno, norteamericano de Nebraska, con un castellano más que comprensible. El otro filipino-americano de California y residente en Brasil, con un castellano aceptable. Quedaban los de las camisas hawaianas.

Durante el almuerzo, en una recia comunidad denominada Machete Pelao, de dónde ya se sale caminando, me enteré de que eran australianos de Brisbane. Uno de los chicos y una de las chicas se hacían entender en nuestra lengua, pero pronto el inglés se oficializó como lengua del grupo y el grupo empezó a serlo.En menos de una hora de marcha las bromas y comentarios lo demostraban. Antes del final de la primera etapa ya me habían adoptado. El de Nebraska o yo traducíamos a y de los guías. José y Johnatan ese primer día. Aunque luego sería Antonio el guía oficial.

El mal estado del camino nos retrasó tanto que salimos de El Machete a las 14.30 Ya se sabía que llegaríamos de noche al final de la primera etapa. (Continuará- supongo)