martes, 30 de agosto de 2022

Cosas menores, o no

 

Difícil superar sentencias del tipo: “No es cosa menor o sea, que es cosa mayor”, después de las acuñadas por Mariano, el anterior presidente del gobierno de España. Pues bien, una mudanza no es cosa menor. Diez días después de los primeros movimientos, podríamos decir que el inicio de alguna normalidad ya es visible. Muy pronto me voy a ir a la cama. Será la tercera noche en el nuevo domicilio. Pero entre caja y caja, entre bolsa y bolsa, no paro de acordarme de cosas sucedidas hace casi cincuenta años que se parecen, en parte, a cosas que suceden ahora.

El 15 de octubre de 1973 me matricularon mi primer vehículo, era un Seat 127 amarillo, con una de las primeras placas con dos letras: B-0162-AB. Dos años antes, cuando Barcelona y Madrid se acercaban al millón de vehículos registrados, se cambió el sistema añadiendo una letra a cada 10.000 registros. De nuevo, Barcelona y Madrid rompieron el sistema y empezaron a combinar dos letras. En Cantabria, por ejemplo, ese sistema, con una sola letra, aguantó hasta 1992. Muchas provincias no habían  estrenado la segunda letra cuando se implantó el sistema actual.

Cuando yo estrené mi 127 creo recordar que el litro de súper costaba 12,5 pesetas. Sí, menos de ocho céntimos de los de ahora. No duró mucho la bicoca. En aquellos mismos días, Israel y sus vecinos árabes volvieron a enfrentarse por cuarta vez desde 1948 y el petróleo, su precio, se convirtió en un arma ¿Nos suena? Poco tiempo después se implementó aquella campaña que tuvo ecos de broma ya entonces, “Aunque tu puedas, España no puede” Sabido es que el neofranquismo tiene problemas agudos de memoria pero, francamente (juas), no me esperaba tanto. Hoy mismo podrían empezar a tachar de bolivariana a la presidenta de la Unión, Von der Leyen. Ya es mala suerte para los populares hispanos que este denostado gobierno acabe por imponer varias de sus tesis en Bruselas… Cuca, IDANúñez y todos los demás: Atención. No solo España, Europa no puede.

La otra pata del neofranquismo patrio también ha tenido minuto de gloria en la semana. Supongo que en torno a la ley conocida como solo sí es sí. Es muy satisfactorio saber que en Vox, por voz de una de sus diputadAs, están en contra de cualquier mutilación genital, sea femenina, miles de casos anuales; o masculina, esperamos estadísticas, salvo que entiendan por mutilación genital intervenciones destinadas a subsanar alguna patología del aparato genital masculino. Al menos parece que ya han pasado la fase del caca-culo-pedo-pis – pedo de vaca fue algo que le espetó la diputada de Vox al ministro Garzón- y se emplean más a fondo. Carla Toscano tuvo mucho meneo en redes la pasada primavera al negar el cambio climático –ha escogido un año con pocas dudas- Señora diputada: Liberar un glande no es mutilar. Uy!  He dicho glande. Hay una fiesta en el calendario litúrgico por la circuncisión de Jesucristo. Cuidadín, Carla, topas con la Santa Madre.

domingo, 21 de agosto de 2022

Agosto singular

Cosas de la vida. Si en septiembre u octubre alguien aprecia que me largo a un viaje que pueda parecer fastuoso, que sepa, anticipadamente, que este verano estoy muy al pie del cañón. Un fin de semana junto a Comillas, en julio, y tres días en la Alcarria de Cuenca hace unas horas. Esas han sido mis notas del extra de verano. Sencillas a más no poder. Además estoy ya con la mudanza número cuatro de los últimos seis años. Los que va a cumplir mi nieta, Olivia. El nieto, Diego, ha cumplido cuatro y ha sido el motivo del viaje a la Alcarria. Estaban allí. En el pueblo al que su padre llegó con cuatro meses y que ha adoptado como su pueblo después de más de cuarenta años de visitas. Un pueblo con una luz muy especial y donde las golondrinas ya se están concentrando para su viaje anual hacia el sur....


Como si no pasara nada. Un pueblo cuya fachada de la iglesia cuenta con un adorno extemporáneo… No me ha sido posible, tampoco he tratado de evitarlo, recordar otro viaje veraniego. De hace cuarenta y nueve años. Yo acababa de terminar el servicio militar y estaba demorando la reincorporación a mi puesto de trabajo. De hecho, aguanté hasta principios de septiembre. Después de quince meses con el uniforme, el verano era más apetecible en Santander que en Barcelona. Pero  a finales de julio fui unos días a Barcelona. Que no se entere nadie. El vuelo de AVIACO hacía entonces escala en Fuenterrabía. Volví con una de mis hermanas a punto de dar a luz y con los cuatro hermanos mayores de Nacho, mi sobrino, nacido el 14 de agosto de 1973 y que no ha podido celebrar su 49 cumpleaños. La enfermedad se lo llevó poco después de cumplir los 48. Hay constancia en este blog en septiembre del año pasado… Es asombroso como, algunas veces, podemos lidiar con el dolor como si se tratase de otra cosa.

Una nota para recordar. Para que haya constancia. El miércoles, cuando salí de esta ciudad, parecía que estábamos en algún lugar de clima monzónico. En un verano extremadamente seco y caluroso, la lluvia del 17 de agosto –hacía casi seis meses, desde principios de marzo, que no teníamos ración semejante y eso aquí es noticia- impresionaba más. La A-67, hasta Torrelavega, parecía discurrir por un trópico húmedo… El respiro, en general, ha sido bien acogido. Y las noches alcarreñas, allí no se andan con medianías, han sido muy frescas. Casi frías: Agosto, frío al rostro. Y sus estrellas, las estrellas de todos pero que allí se ven mejor. Y su embalse. Con poca agua pero más que suficiente para algunos buenos chapuzones.

Incendios, aquí y fuera; tormentas, aquí y fuera; rifirrafes entre dirigentes políticos, más aquí que fuera; huelgas en el Reino Unido como no se habían visto desde la época de Thatcher. La guerra en Ucrania a punto de cumplir seis meses y las previsiones de un invierno entre duro y muy duro, pueden ayudar a que no disfrutemos de lo que queda y aún quedan días de verano…

sábado, 13 de agosto de 2022

Atos

 

Un titular así para esta época, doblado ya el ecuador del verano y con medio mundo de vacaciones, puede ser equívoco. No se trata de uno de los tres mosqueteros, ni de nada que se relacione con el griego o con la mitología del mismo origen. Tampoco se refiere a una empresa de las que marcan ritmo en las nuevas tecnologías ni a un modelo de automóvil. No. Este atos mío de hoy es el mínimo común  entre datos y relatos. En singular podría haber sido también una marca de productos lácteos. Y en ese punto del verano siguen pasando muchas cosas. Algunas para alterarnos los sueños.  Y al común entre datos y relatos ya llegaremos.


No soy totalmente extraterrestre pero nunca vi Grease. Sabía quién era Olivia Newton-John y puedo repetir alguna estrofa de alguna de las canciones de la banda musical de aquella película. La muerte de la protagonista me ha desvelado que era un poco mayor que yo, como Salman Rushdie, que a saber cómo se encuentra a estas horas después del ataque del viernes. Lo del autor de los versos prohibidos por el integrismo, nunca lo había pensado demasiado, pero de la protagonista de Grease estaba  muy seguro de que tenía que ser mucho más joven que yo. En septiembre de 1978, cuando se estrenó en España la película yo estaba para pocas salidas ociosas. Casado hacía un año, con la carrera sin terminar y trabajando en una fábrica a punto de irse a pique. No estaba para musicales tiernos. Después, nunca me pareció que pudiera interesarme. La causa del fallecimiento de Olivia y su propio nombre, ahora tan familiar para mí, me han acercado a la intérprete más que todos sus éxitos en la música o el cine.

Cierta prensa de Irán parece que ha aplaudido el ataque a Rushdie. Alguna prensa de aquí debería mirarse, o hacerse mirar, muchos de los ataques diarios que vierten contra todos, pero fundamentalmente contra el sentido común. Si tres cabeceras de prensa y los informativos de al menos dos cadenas de televisión nunca, nunca, señalan las contradicciones de la oposición al gobierno, se convierten en medios de partido. Es la vía para justificar, por ejemplo, el ataque al Capitolio. Lo grave no es que el trumpismo haya acampado en casi todo el alto mando del partido Republicano en EE.UU o entre sus pares del PP aquí.

Me parece más grave que medios de comunicación que pretendan ser serios den cobertura diaria a ese dislate permanente. Ahora el FBI se ha convertido en el NKVD o la Gestapo para la mitad de los ciudadanos estadounidenses. No veo un peligro inmediato de que algo así pueda ocurrir aquí, pero tampoco hay que descartarlo. El rey padre, tan campechano, en tiempos de Aznar era más jaleado por el progresismo que por la derecha… No me parece ocioso recordarlo. Que haya tenido que ser un medio digital más bien modesto el que haya señalado el descosido del PP en torno al decreto sobre ahorro energético, señalando que es prácticamente calcado a las recomendaciones  que la Xunta gallega lleva años haciendo llegar a los ciudadanos de aquella Comunidad, no dice mucho ni bueno, ni del PP, ni de Núñez Feijóo ni de la mayor parte de los grandes medios de comunicación de nuestra querida España.

Pero es que después de los EE.UU. debemos ser los ciudadanos de aquí los que prestamos casi tanta atención, o más, al relato que al dato. Y esa es la manera de que ciertos venenos de acción retardada vayan depositándose en sectores cada vez más amplios de la población. Ya hace años, al menos cuatro, que en un debate en el Ateneo sobre migraciones y protección internacional, una voz entre el público, una sola, cerró su intervención, disconforme con los ponentes, con algo muy cercano, no lo puedo recordar textualmente a: “A mí no me importan los datos. Yo sé lo que se dice en la calle” Se ha avanzado mucho en estos últimos años en el peor sentido. Cuando el relato, los relatos, le ganen la partida a los datos, ya no habrá salida. Ni agua. Ni hielo… Ni atos.

domingo, 7 de agosto de 2022

Mao, Chiang, Nixon, Gingricht y Pelosi

 

Podría recitar muchos más apellidos, chinos y estadounidenses, y me doy cuenta de que me meto en un sarao demasiado profundo para la primera entrada de agosto. Y no quiero ni puedo evitar que, aunque no había nacido cuando Mao expulsó del continente a los nacionalistas, ni puedo recordar la guerra de Corea, la crisis de 1958 ya la seguí por prensa y radio. Niño informado. Me enteré al mismo tiempo que muchos millones de españoles de que además de la VI flota, que ya atracaba en Barcelona para que los marinos y marines se aliviasen en los alrededores de las Ramblas, existía una VII flota que se colocó en el estrecho de Taiwán, donde llovía fuego maoísta como ahora ha vuelto a llover. 

Amoy, Quemoy, Chiang Kai-shek eran nombres que sonaban a diario. Chiang murió casi a la vez que Franco y ahora cuesta encontrar aquellas islas con los nuevos nombres: Xiamen, obediente a Pekín y Kinmen a Taipei. Pelosi, peso pesado demócrata no hace nada distinto a lo que hizo el radical Gingricht, que cree vivir ahora en los EE.UU socialistas de Biden, y que ya visitó la isla hace un cuarto de siglo, cuando tenía el mismo cargo que ahora Pelosi, y no hubo tanto ruido.

La actual democracia taiwanesa, no tengo información como para poner reparos, necesitó muchos años previos de dictadura y en 1971 Nixon, eligió, entre dos dictaduras, la de Mao y desde entonces la China popular es miembro permanente del Consejo de Seguridad y seguimos de postureo. Porque ¿dónde están los embajadores de casi todos los estados, en Taipei o en Pekín? Es posible que el Atlántico se haya agotado como antes se agotó el Mediterráneo. Si el futuro inmediato está en el Pacífico, la Unión Europea está en fuera de juego a pesar de algún departamento francés de ultramar. Hasta en este blog está escrito que lo de Ucrania podría ser de parvulario comparado con lo que pueda ocurrir en Taiwán/Formosa

No es que en casa no pasen cosas este verano. Pasan. Algunas de calibre notable. Acabaremos por tocar alguna. Pero lo ocurrido en Kabul el domingo pasado también merece comentario. Los drones asesinos blanquean ejecuciones extrajudiciales. El asunto es antiguo, lo único nuevo es la tecnología. El Zawahiri, sin duda, era un peligro público pero...  Si en la guerra contra el terrorismo integrista islámico usamos las mismas armas, no va a ser fácil demostrar, fuera de occidente, que nuestro bando es el de los buenos.

Y sí, en el laboratorio trumpista de la Comunidad de Madrid van a seguir creando monstruos. Lo mismo que a Aznar no se le podía decir cuánto podía beber, a Díaz Ayuso no hay quien le quite las pilas. Realmente es el conejito de aquella marca a la que no se le agotaban. Ese reparo que dan los ventrílocuos, en el caso de la presidenta madrileña queda acentuado, con sus peinados y trajes, pero a la vez, se conoce la voz de su trastienda y ese elemento, aunque se vista de seda, se queda en mona. Perversa, pero mona.

El cuñadismo en el gobierno madrileño tiene una entidad difícil de creer. El portavoz, vicepresidente y consejero de Educación, Ossorio, es un tipo con menos luces que los escaparates apagados, esos de los que acaba de escribir un tratado que conmoverá para siempre los ordenamientos jurídicos de occidente. Debería aplicarlo a las señales de limitación de velocidad en carreteras. Cuando uno ve un, por ejemplo, 60, en su circulito, Ossorio opina que es solo para unos metros. Después ya se puede acelerar de nuevo.

Y a escala local tenemos un lejano recuerdo de IDA. Gema Igual, nuestra popular alcaldesa popular, lo único que ha subrayado de los incidentes ocurridos en un festival de música en esta ciudad, con fama de sanatorio y donde supuestamente nunca pasa nada, -aunque hay asesinatos añejos sin encontrar al/ a la culpable,- es que no hay que crear alarma social. ¿Ha habido nueve pinchazos con sus asistencias hospitalarias? Parece que sí, pero mejor callar en opinión de la alcaldesa, no denunciar ¿así con todo? y no generar alarma, uff! Por edad ni IDA ni GI debieron oler la naftalina ¿De dónde les viene? Señora Igual, a pocos metros de mi dormitorio hay un botellón casi permanente. No lo he denunciado para no generar alarma social, pero creo que lo voy a hacer. Son ya muchas noches con el sueño alterado y supongo que habrá algún vecino más con el mismo problema.