lunes, 27 de diciembre de 2010

Medios y fines


Esta entrada ha sido publicada en Aquí Diario Cantabria el 26 de diciembre de 2010

Espero no aburrir al tratar dos semanas consecutivas la misma temática, urbanística, que, por otro lado, sigue de actualidad en nuestra ciudad. Yo nací en la misma poco antes de que se aprobara el plan comarcal de 1955. Franquista por no poder ser otra cosa, pero intentaba tratar un territorio supramunicipal. Nunca más se ha visto semejante prodigio.
El alcalde y alguno de sus concejales quizá no iban a todas las clases de las materias consideradas “marías” y eso a la larga le deja algún flanco al descubierto y le lleva a dramatizar cuando el guión de la película, en la que a él le toca ser protagonista, eso lo tiene garantizado, no acaba de ser de su gusto al 100%. Cualquier ciudadano de otro municipio, y de otro planeta, le podría preguntar que representa para él el término “consenso” cuando la aprobación inicial del Plan General se lleva a cabo únicamente con los votos del grupo gobernante.
El Ayuntamiento de Santander necesitó ocho años desde su constitución como entidad democrática en 1979 para aprobar un PGOU, el de 1987, que venía a ser un perfecto continuador del plan comarcal franquista. Pero un PGOU rotundamente distinto, el dirigido por Bernardo Ynzenga en 1995-97, también ha abundado en lo mismo: Ir extendiendo la urbanización residencial por el conjunto del término municipal a la par que desciende la población del municipio. La ciudad fantasma ya está a la vista.
Un PGOU, como cualquier planificación, es un instrumento para alcanzar un fin. Hace pocas fechas un alcalde presionado por sus pocas realizaciones concretas en tres años y medio sale en los medios de comunicación con su última jugada de trilero: Un plan estratégico a 10 años, sin consensuar tampoco con la oposición municipal, que curiosamente supone el gobierno de la región. Ambos planes el PGOU y el SDR 2010-2020 nacen ya completamente divorciados
¿Qué parte es la de broma? ¿El uno o el otro? Un PGOU que se quiera aprobar definitivamente en 2011 o 2012 sólo debería ser el instrumento territorial del plan estratégico, pero eso en las ciudades que se toman su futuro en serio. Luego hay otras, y desgraciadamente ahí está la nuestra, en que casi todo es fuego de artificio menos los fuegos artificiales de la feria de Santiago.
Pero la realidad es inexorable. Un problema de esta ciudad ha sido su falta de alternancia política. 32 años gobernando de forma ininterrumpida  deja sin ideas a cualquiera. Si la afirmación es buena cuando la hace un dirigente popular en Andalucía, no puede dejar de ser buena en Santander. Decir que votar contra este PGOU es votar contra la ciudad, me ha recordado la afirmación cotidiana con la que me tocó crecer: querer democracia, querer integración europea, querer derechos humanos, querer… Era propio de lo que ellos denominaban la antiespaña.
Por una vez la oposición municipal en Santander, con matices, sin estar completamente en la misma posición PSOE y PRC, han dado esperanzas a los ciudadanos que estamos a favor de la ciudad, de una ciudad diferente a la que los populares han modelado en los últimos 32 años y la derecha totalitaria en los cuarenta anteriores. Un modelo que ha estancado Santander frente a cualquiera de las capitales de las provincias limítrofes.

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