lunes, 30 de marzo de 2020

Mayores

Publicado en El Faradio el sábado 28

Hace unos días una iniciativa que se está popularizando me alcanzó. Son muchos los/las profesores y profesoras, creo que mayoritariamente de Secundaria, que en sus clases a distancia están trabajando con su alumnado escritos solidarios con las personas en situaciones más difíciles: Residentes en geriátricos y hospitalizados. Me he unido a la iniciativa, como un alumno más.

Me propone mi amiga María escribiros, y lo hace con un elogio, me dice que escribo muy bien. Y además, en algún  momento del pasado yo le pedí a ella un encargo relacionado con nuestro trabajo en un Instituto de Secundaria. Ella sigue, es joven, yo me jubilé, o sea que mi edad no está muy lejos de la de los destinatarios de este escrito. Pero digamos que se lo debo y si me lo pide, os escribo. No sé si me va a leer Jaime o Dolores. Quizá Pilar o Manuel. Puedo conocer aproximadamente vuestras historias de vida. No sois mucho mayores que mis hermanos mayores.

Quienes tengáis más edad y mejor memoria, puede que recordéis la guerra. Ahora estamos en una situación muy difícil, pero no estamos en guerra. No nos falta la comida, ni la electricidad, ni el agua caliente. ¿Quién tenía agua caliente durante la guerra? Mi madre, la mayor de cinco hermanas, tenía 17 años en julio de 1936. Y su padre, mi abuelo Julio, era tripulante de un barco de la Compañía Transatlántica que entró en Santander en agosto y ya no le volvieron a ver hasta un tiempo después de acabada la guerra.

Mi abuela y sus cinco hijas salieron adelante solas. Sin apenas dinero en metálico. Cambiando productos que tenían en casa: leche y mantequilla de alguna vaca, huevos de varias gallinas, algún conejo… andando a veces más de diez kilómetros para encontrar con quién hacer el intercambio y volver a casa. Veinte kilómetros diarios ayudan a mantenerse en forma ¿no os parece? Claro que cocinaban con nata. El aceite desapareció en esta parte de España.

Lo que sí podéis recordar la mayoría de vosotros es la penosa década de los años 40. La guerra había terminado pero quedaron sus secuelas y, muchas veces, fueron peor que la propia guerra. Una hambruna generalizada de la que solo escaparon los sectores más privilegiados. Una falta de higiene también generalizada que provocaba una mayor exposición a enfermedades…Familias separadas por el exilio o la cárcel.  Vosotras/os estáis en mejor situación de comparar si se parece a nuestra situación actual.

Después los tiempos cambiaron, a mejor para la mayoría. A  muchos eso les llevó a otros lugares. Abandonar la casa en la que se había nacido, el pueblo, y empezar a vivir en pisos muy pequeños aunque más confortables, con agua y baño. Claro que estaban lejos del pueblo, en Santander o Torrelavega, o en Bilbao, Barcelona o Madrid. O en Paris o Frankfurt o Bruselas. Aprender a decir lo mínimo en otros idiomas y pensar siempre en volver. Lo que algunos consiguieron antes o después y otros no lo consiguieron nunca. Esa separación de amigos y familiares, de los paisajes que habíamos visto desde que teníamos conciencia de ver algo, fue muy dolorosa.

Os podéis ir clasificando, todavía puede que no haya tocado vuestro caso, pero si os veis con ganas, me lo podéis contar. Prometo contestaros. Y ya, si os animáis a escribir, o a grabar en vuestros teléfonos, lo podéis mandar a vuestros hijos y nietos. O biznietos ¿Tenéis biznietos? Eso es algo que la naturaleza solo otorga a una minoría de personas en estos tiempos en que los hijos se tienen muy tarde. Yo tengo dos nietos y casi la absoluta seguridad de que no voy a ser bisabuelo. Es más, no quiero ser bisabuelo. No quiero que mi nieta, o mi nieto, sean padres antes de tiempo.

Vamos a resistir. Hemos pasado mucho para que un bichito tan pequeño nos lleve por delante. Un abrazo

miércoles, 25 de marzo de 2020

Las normas


Publicado en El Faradio el 23 de marzo
Dar aires de normalidad a un lunes que no es normal. Un jubilado confinado no puede aspirar a más. Y a ir apuntando, lo hago y la lista crece día a día, lo que no me parece normal, lo que me gustaría que no pasara pero que no voy a publicar hasta que pase esto que nos está pasando. Confiando en que los lectores habituales resistan conmigo, y yo con ellos, el asalto de la pandemia.

Mientras no resulta fácil contenerse, lo fácil es contestar airadamente, lo he aprendido con la edad, yo era de contestar rápido, es emocionante ver que existen personas que se interesan por nosotros incluso sin conocernos físicamente. La familia, ese valor que en la Europa del Sur hemos conservado por encima de medias mundiales, para bien y para mal, esa familia responde… Los amigos extranjeros que no lo son tanto.

En mi caso desde lugares lejanos: California, Costa Rica, Panamá. Allá donde hermanos de mi padre construyeron sus vidas con una calidad superior a la que entonces les ofrecía su lugar de nacimiento. Mi patria llega hasta el Pacífico porque hace aproximadamente un siglo alguno de mis tíos, a algunos no les llegué a conocer, se fueron. Alguno no volvió nunca… Como hoy se van otros o, mejor dicho, como hoy vienen otros. Es posible que mi sensibilidad para esa situación dramática, migraciones, se haya integrado en mi ADN.

El sábado era el día mundial contra el racismo y también se conmemoraba, con el equinoccio, la primavera y la inclusión para afectados por síndrome de Down. Demasiadas cosas para estar en casa. Desde mi ventana al suroeste vi la maniobra de atraque del ferry. El Cap Finistère no va a volver de momento. Ni ninguno de sus hermanos. Tampoco tenemos vuelos internacionales. Hay que ir asumiendo lo que significa confinamiento.

Desde mis ventanas al este, al caer la tarde sentí envidia. El ruido del peloteo de unas palas es inconfundible, al menos para los nacidos aquí. En una azotea cercana, que el desnivel del terreno sitúa a nuestros pies, un padre y un hijo o dos hermanos, le daban a las palas con ganas y buen estilo. Hace muchos años que no puedo jugar pero sentí envidia. En 1990 me rompí un ligamento de mi rodilla izquierda. Espero que no hicieran nada indebido esos vecinos dándole a las palas.

También se está oyendo que muchos confinados están interviniendo en la vida de los demás. Lógicamente sin conocer cada caso particular… Deberían dejarlo para cuando pase todo. Me he convertido en ¿qué? No quiero contribuir en nada que cree división o mal rollo. Ya volverá la normalidad. Nuestra normalidad incluye la agresividad dialéctica. En otros tiempos eso era muy poco dialéctico ¿Recordamos lo de los puños y las pistolas? Así que, contentos si no pasamos de la palabra.

Una amiga, antigua compañera de trabajo, me propone escribir para ancianos residentes en geriátricos. Hay varias campañas que están canalizando profesores con sus alumnos, ahora on line. Ese tipo de vida se ha vuelto más difícil todavía. Lo hago. No me cuesta mucho. Recurro a recordarles lo que solo los más ancianos pueden tener en su propia experiencia vital. Aquí hubo una guerra de verdad y una postguerra  que en muchos sentidos resultó peor que la misma guerra. Y ahora la guerra, aunque el presidente de Francia haya empleado el término, es una guerra muy llevadera.

Nos quedamos en casa pero no nos bombardean y tenemos comida y agua caliente y electricidad… Ellos, los más ancianos, saben lo que es la guerra. A los demás nos ha cogido muy desprevenidos. Eran cosas que pasaban en otros lugares. También la guerra en Yugoslavia nos cogió igual de desprevenidos. Tanques por las autopistas…

Entre todo eso que nos está pasando a todos, y como prueba de que somos como somos, y que el principio de que las normas están para no cumplirlas, además de caravanas que atascan autopistas, destaco que el viernes la policía, en Barcelona, detuvo a ocho participantes en una orgía. Pasear al perro un poco lejos de casa se convierte en falta menor ¿no?

Y ya se ha oficializado lo que creo que todos sabíamos. La cuarentena puede ser muy larga. Paciencia y civismo y gracias a la inmensa mayoría, fundamentalmente a quienes tienen que salir de casa, poniéndose en peligro, para ayudar a los demás.


martes, 17 de marzo de 2020

Frozen


Publicado en El Faradio del lunes 16
¿Escribir o no escribir? He tenido la tentación de seguir leyendo y no hacer mi acostumbrado comentario semanal. Así, dentro de un tiempo, el agujero en las publicaciones, en mi blog o en algún medio de confianza, señalaría la crisis del puñetero virus. Hay más opciones. Por ejemplo, escribir y congelarlo. Y el título va por ahí.  Las preguntas que no hice puede que me/nos ayuden en el futuro. Habrá tiempo para hacerlas. O no.

Es mi contribución, no sé si patriótica o simplemente anticuñadista, para no dar la varita, ahora que vamos despacio, tralará, reenviando todo lo que nos llega, justo o no, alarmante o no… Si a la ilustre coplista se le acabó el amor de tanto usarlo, se nos van a caer las redes de fibra, natural o artificial, de tanto usarlas. Una desconocida, eso pasa en los grupos de whatsapp creados con una finalidad y utilizados con cientos de ellas más, esa desconocida en su último insomnio, la pasada madrugada, ha creído patriótico mandar un video de cinco minutos en el que una experta nos indica como lavarnos las manos. Apasionante.

Nunca me gustó el género de ciencia-ficción, que tantos adeptos tiene, y ahora estamos metidos en algo muy parecido. Los expertos podrían decir cuántas pelis de virus han visto. Y cómo se resolvía el tema. Yo declaro mi total incompetencia. Somos todos muy listos, después de visto (lo que sea) o mañana, como dice la señora madre de una amiga de mi compañera.

Pero todo cambia de hora en hora. La OMS no declaró la pandemia hasta el miércoles 11. Ese mismo día miles de ciudadanos españoles entendieron que tenían vacaciones extra y se dirigieron a sus segundas residencias, en la costa o la montaña, extendiendo el virus. Si el gobierno hubiera declarado el estado de alarma el martes, anticipándose a la OMS, no quiero pensar en la tinta derramada seguramente por los mismos que hoy le afean su lentitud. Nadie debería entender que me parece bien todo lo que hace el gobierno, pero conozco un poco el arte de navegar. Sin patrón que tome decisiones lo más fácil es hundirse.

Ese mismo día 11, una pareja de buenos amigos de viaje por Holanda y Alemania nos comentaban que por allí estaban perplejos por la histeria colectiva que nos había entrado en el Sur. Un par de días más tarde esa frontera entre Holanda y Alemania, y otras, están cerradas. Pocos días antes yo mismo pensé que era un rasgo insolidario que Austria cerrara su frontera con Italia… En Comillas, y en La Manga del Mar Menor, y en muchas localidades de veraneo en toda España, ahora mismo lamentan no haber podido cerrar esas fronteras interiores… La responsabilidad individual cuenta más que nunca.

Ayer domingo, el Nuevo Herald de Miami titulaba: “ Se acabó la fiesta”, para anunciar cómo en el sur de Florida, con núcleos vacacionales de rango universal, Miami Beach, Fort Lauderdale, West Palm Beach… se imponen medidas que hace un par de semanas me hubieran pillado allí y me hubieran dificultado enormemente la vuelta a casa. Hoy, mientras el presidente más irresponsable de su Historia sigue con sus chorradas, alcaldes y gobernadores van tomando sus propias medidas. Sin un sistema universal de sanidad pública, EE.UU puede dar cifras escalofriantes en comparación con lo que ha sucedido hasta ahora. O no.

Con días de retraso o de adelanto, lo que ya no ofrece la más mínima duda es el carácter enorme de la crisis financiera y económica, y social, que se nos viene encima. Hoy lunes, un valor bursátil de referencia, como el Santander, vale la mitad que hace un mes. Gracias al virus, la bronca en la Junta anual de accionistas este año será on line.

viernes, 13 de marzo de 2020

Actuaciones urbanas (2)


Publicado en El Faradio el pasado miércoles, 11 de marzo

“La renovación de la sede central del Banco, el Banco aquí no necesita apellido, en el corazón de la ciudad, (…) Una promesa de hace un par de semanas que trato de cumplir. Hay una actuación en marcha, todavía en fases previas a las obras físicas, que sin duda va a transformar un hito de esta ciudad. Siendo yo muy pequeño, no recuerdo las obras, escuchaba a mi padre un chiste de la época que decía que al nuevo arco del Banco se le llamaba de Cuelgaduros. Hace sesenta años  y con pocos meses de diferencia, se inauguraron el mausoleo de Cuelgamuros y el cuartel general de los Botín en el Muelle.

Mi padre y los de su generación, nacidos poco después de la muerte de nuestro gran escritor, no llamaban Paseo de Pereda al Muelle. El Muelle era el Muelle desde el siglo XVIII, desde que los ilustrados derribaron las murallas de la Puebla Nueva para que la ciudad creciera hacia el este. Tampoco sé si Boulevard fue una denominación popular duradera. En mis tiempos de colegio todavía cantábamos al valor del marinero con un  remo en la mano frente a cincuenta señoritos paseando por el Muelle  (…)Ese nodo de tránsito de la primera a la segunda fase del Ensanche sigue siendo testigo de una buena parte de la vida de esta ciudad. Y va a cambiar. Con alguna polémica. Yo diría que menor. Parece que las fuerzas de la polémica se agotaron contra el edificio de Renzo Piano, el de enfrente. ¿Cada vez más Botinburgo?

Como el rey, protegido constitucionalmente contra cualquier tipo de desmán –rabiosa actualidad- también tenemos acuñada la doctrina Botín, por parte del Tribunal Supremo. O sea, que algo de eso puede haber. Y políticos vasallos que no van a enfrentarse nunca a esa familia con decisión. Dicho eso. ¿Preferiríamos no tener el Centro Botín? Muchos lo hubiéramos colocado en otro lugar, pero entre tenerlo o no tenerlo, tampoco tengo dudas. Ahora, el cierre parcial del arco por la renovación estructural y funcional del edificio, me parece un tema menor. Otras familias de menos renombre han actuado en el mismo espacio protegido con mayor o menor licencia o sin ninguna. Y con mayor o menor acierto estético. Va prueba gráfica actual.

Y en contraste, otra prueba gráfica obtenida hace pocos días. En uno de los lugares con fama de hortera para la cultureta europea, vicio y corrupción de series televisivas y largometrajes: El distrito art déco de Miami está tan virgen como hace un siglo, cuando se edificó. A nadie se le ha ocurrido, o no ha obtenido permiso, para hacer una ventana más grande, o para unir dos, o ensanchar una galería o recrecer áticos y sobreáticos… Todo el muestrario de horrores que se puede contemplar en nuestro Muelle. 

También hay otras actuaciones que, sin vulnerar estéticas elementales, no pasan el filtro de la normativa más básica para un bien de interés cultural y sin la firma de ningún Chipperfield, espero. Pero puede haber otras firmas técnicas y otros políticos, o los mismos, que han callado. En algunas de esas fachadas se pueden ver, o se han visto, los cartelones de las ayudas municipales…


¿Apruebo el proyecto de Chipperfield? Con reparos. Alguna de las obras efectuadas en los edificios de esa primera línea del escaparate ciudadano, sin embargo, propondría revertirla. Y termino. Las polémicas sobre actuaciones urbanas no van a cesar y es bueno que no cesen. Está en la propia definición del espacio urbano su dinamismo y los cambios nunca van a contentar a todos. A la parte de la administración hay que reclamarle equidad en los tratos, y la responsabilidad de la vigilancia. Urbanística en este caso. Cuando se cruza la variable social el costal de la harina cambia. Las fuerzas no son infinitas. Me parece más oportuno, en este momento, gastar fuerza de choque en impedir casas de apuestas cerca de establecimientos escolares.  



viernes, 6 de marzo de 2020

Cara y cruz


Publicado en EL Faradio el pasado día 4
Espero que le toque a Mariano. Tiene mejor voz y recita mejor, para eso es poeta. Pero cabe la posibilidad de que me toque a mí. Hace un mes me hubiera emocionado lo justo, lo que me emociona siempre el recordatorio de Auschwitz que nos legó Primo Levi. Pero este viernes, en la presentación del anuario de Desmemoriados, si me toca leer Si esto es un hombre: “Los que vivís seguros en vuestras casas caldeadas (…), no podré evitar tener presente el cartel que me convoca/nos convoca al día siguiente en la plaza del Ayuntamiento.

La declaración universal de los derechos humanos es, cada vez más, papel mojado. Algunos vamos a seguir denunciándolo, esa puede ser la cara. La cruz, todo lo demás. Lo que ocurre en el Egeo y en muchos lugares más y lo poco que parece importarle a una inmensa mayoría. Se empezó de forma muy parecida en Italia hace un siglo. O en Alemania una década más tarde.

Mientas la guardia costera griega ametralla lanchas con personas que huyen de la guerra y de la situación creada en Turquía, un androide profana la tumba de Antonio Machado en Colliure: Una cruz. La cara esta vez no es el federalista de izquierdas que lanzó la estelada fuera de la tumba e increpó al eurodiputado Puigdemont. Hay una cara mejor, la del diputado Rufián de ERC, diciéndole al primero que hay que ganarse los aplausos en el Bajo Llobregat y en el Vallés. Ya era hora y mejor tarde que nunca.

La última semana de febrero he estado muy en contacto con las primarias demócratas. Creo que no se esperaba  un revolcón de ese tamaño  para Sanders (1941). Biden (1942), candidato del aparato, puede ser el error demócrata de 2020 como lo fue H Clinton hace cuatro años. Trump (1946) prefería competir con Sanders y derrama lágrimas de cocodrilo por él, o de caimán. Al margen de la juventud relativa de esos candidatos, espero que los votantes demócratas no se equivoquen. El mundo no está mejor que en 2016 y Trump algo tiene que ver. No espero mucho ni de Biden ni de Sanders, pero… lo de este loco de la colina del Capitolio no debería durar más de un mandato. Cara y cruz, al gusto.

Antes de que el calendario escolar marcase el inicio del parón invernal, había un poco de alarma sanitaria y las bolsas estaban en muy buen estado. La cara. Terminadas las vacaciones de Carnaval, la epidemia podría empezar a ser descrita por Bocaccio y la Bolsa la maneja un mono drogado (No es mío pero me parece muy bueno. Gracias a los de Todo por la radio). Dicen que en China se escupe mucho por la calle. Creo que no lo comprobaré en directo nunca. Pero aquí, aquí y aquí, hay mucha gente que parece desconocer el pañuelo desechable de papel. Una cruz enorme en tiempos de cólera. Según la Wiki el invento es de 1924. Probablemente los padres de Trump, de Biden y de Sanders todavía no eran novios.




miércoles, 4 de marzo de 2020

Actuaciones urbanas (1)


Publicado el martes de Carnaval en El Faradio

Si esto se publica el lunes o martes de carnaval, puede que yo no lo lea hasta el miércoles de ceniza, Ash Wednesday por aquí. Que se sepa que no es una broma aunque pueda parecerlo. Escribo enlatado mientras hago la maleta. Busco en lo más profundo de mis memorias electrónicas externas y no lo encuentro pero probablemente antes de 1995 yo usaba un ordenador no compatible y lo que busco es de 1993 y me entero de la fecha exacta gracias a las conexiones actuales. Mi firma aparece en el número 1 de Pluma y Pincel.

Me pidió un antiguo alumno una colaboración y mi especialización urbanística era reciente. Escribí sobre la permanencia, la duración, de las actuaciones en la ciudad. Hay que pensarlas mucho pues no es fácil revertirlas si no dan el resultado esperado. Fue una colaboración como el 99,99% de mis escritos, desinteresada. Recuerdo haberme inspirado en el caos que dominaba el tráfico en nuestra pequeña ciudad debido a las obras del paso subterráneo de la calle Burgos. Obra que no había figurado en el programa electoral del alcalde Huerta que a su vez se encontró con la alcaldía mediante pacto con el que habían considerado indigno y traidor Hormaechea. No es Prehistoria pero no muchos se acordarán.

Veníamos de larga polémica sobre el Palacio de Festivales, inaugurado en el corto mandato de Jaime Blanco al frente de aquel gobierno de gestión que debió durar aproximadamente medio año, hasta las elecciones de 1991 que repusieron a Hormaechea en el sillón de Puertochico. Probablemente la polémica urbanística siguiente fue la del Moneo que nunca existió, en ese solar que lo sigue siendo. Esas polémicas jalonan la historia ciudadana como las fechas del calendario. Plan eólico y su impacto visual para el escaparate urbano de la capital, Centro Botín, escolleras magdalenienses…

Hay otras polémicas urbanas, no estrictamente urbanísticas, y la historia reciente de esta ciudad marca algún éxito mayor de los movimientos ciudadanos en su tensa relación con los gobernantes. Hace dos años el pomposo Metro TUS se acababa de inaugurar y el caos se había apoderado del transporte público. Las secuelas todavía no han desaparecido aunque el plan lleva más de un año enterrado. Un poco antes, una anciana, Amparo, murió antes de ver como la maquinaria arrasaba su casa para construir un vial bastante inútil por inutilizado. La aparente victoria de la autoridad en ese caso es solo aparente.

La última, la que puede acabar con una forma de gobernar esta ciudad que no tiene nada que ver con modos democráticos del siglo XXI, se relaciona con la actitud del equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santander, sostenido con la difícil colaboración de Ciudadanos en relación con las casas de apuestas en entornos escolares. Si la alcaldesa y su guardia pretoriana no han calibrado dónde se están metiendo, merecen sin más dejar de tener el gobierno de esta ciudad. La renovación de la sede central del Banco, el Banco aquí no necesita apellido, en el corazón de la ciudad, merecerá una segunda parte que prometo para muy pronto. Y nos vemos en Cuaresma, o nos leemos.