domingo, 31 de enero de 2021

Buenos, malos, buenos…

 

Como sin querer, el maniqueísmo ha ido ganando espacio aunque oficialmente la gente se siga considerando de religiones más convencionales. Debe ser algo parecido a las militancias múltiples. Uno es de la fe en la que fue iniciado o a la que se ha convertido, o de ninguna, y además, maniqueo. Los míos, se dediquen a lo que se dediquen son los buenos y los demás malos de maldad. Llevo horas en reflexión latente, tras acabar el libraco del ex consejero de Seguridad Nacional con Trump, John Bolton: “La habitación donde sucedió”. Bolton retrata al jefe y a los demás mariachis. Pero también es su propio autorretrato.  

 Si alguna vez Miguel Ángel Rodríguez escribe sobre la habitación en la que sucede lo suyo, aunque no sea oval, Isabel Díaz Ayuso ¿quedará retratada como Trump? Y de qué forma es la habitación de Iván Redondo y Pedro Sánchez. ¿Son más malos/buenos los dirigentes políticos o sus asesores? Son malos de maldad los editorialistas que a diario piden más sangre del adversario. Da exactamente igual el número de contagios, el de vacunas o el de toneladas de sal. El vicio del más madera ha superado a los hermanos Marx. El hartazgo plebeyo es más que comprensible pero, a la vez, debe ser la finalidad de tanta maldad. ¿Y después, qué?

Una idea favorita de Trump, según Bolton, es que cuesta menos reconstruir las torres gemelas que combatir en Afganistán… Bolton aquí reprocha las vidas humanas perdidas en el sur de Manhattan… pero a la vez, le traen bastante al pairo las que se puedan perder en Irak, Siria, Afganistán, Irán o Venezuela…- de extraños pero también de propios- Según Bolton, a la hora de intervenir en Venezuela, Trump se rajó, literalmente. O a la hora de castigar decisivamente a Irán o a Corea del Norte…

Estaba yo con mis dudas -¿Quién es más malo, de maldad: el jefe o los asesores?-,  cuando el ex presidente Obama se ha asomado a un programa de radio que suelo escuchar en fin de semana. Una llamada telefónica me ha impedido completar la entrevista, que recuperaré gracias a las posibilidades que ofrece la radio, pero parece que a Obama no se le ha puesto colorada ninguna mejilla por reconocer que en el oficio de presidente de los EE.UU. se incluye la posibilidad de ordenar muertes extra judiciales. “Jolines” por segunda semana consecutiva: presidente y premio Nobel de la Paz.

Descendiendo casi toda la escala de pensamientos profundos, me encuentro con una invitación, que no he podido atender, para asistir a una concentración a favor de un Consorcio regional de transportes y la tarjeta única para los desplazamientos en los distintos medios dentro del marco regional. Probablemente somos la única comunidad autónoma que no ha llegado a ese invento. Es una reclamación que estuvo en programas moderados de gobierno y que ha quedado restringida a sectores ciudadanos que hasta hace poco se podrían haber considerado de izquierda radical. ¿Qué ha pasado por el camino?

Cuando se está considerando cada vez con mayor seriedad lo que supone la España/ Cantabria vacía o vaciada, todavía no se ha abordado,  en esta región, el fenómeno contrario, el de la aglomeración. Por lo tanto, tampoco hemos encontrado tiempo o espacio para la consiguiente gestión común de servicios, incluyendo el del transporte público, el único sostenible de cara a un futuro que ya ha comenzado. Cuarenta años de retraso, y la realidad es que en menos de la décima parte del territorio viven dos de cada tres cántabros: Una de las mayores aglomeraciones urbanas de España con esos déficits. No parece que preocupe en exceso ni a los buenos ni a los malos.

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