Publicado el martes de Carnaval en El Faradio
Si esto se publica
el lunes o martes de carnaval, puede que yo no lo lea hasta el miércoles de
ceniza, Ash Wednesday por aquí. Que se sepa que no es una broma aunque pueda
parecerlo. Escribo enlatado mientras hago la maleta. Busco en lo más profundo
de mis memorias electrónicas externas y no lo encuentro pero probablemente
antes de 1995 yo usaba un ordenador no compatible y lo que busco es de 1993 y
me entero de la fecha exacta gracias a las conexiones actuales. Mi firma
aparece en el número 1 de Pluma y Pincel.
Me pidió un antiguo
alumno una colaboración y mi especialización urbanística era reciente. Escribí
sobre la permanencia, la duración, de las actuaciones en la ciudad. Hay que
pensarlas mucho pues no es fácil revertirlas si no dan el resultado esperado. Fue
una colaboración como el 99,99% de mis escritos, desinteresada. Recuerdo
haberme inspirado en el caos que dominaba el tráfico en nuestra pequeña ciudad
debido a las obras del paso subterráneo de la calle Burgos. Obra que no había
figurado en el programa electoral del alcalde Huerta que a su vez se encontró con la alcaldía mediante pacto con
el que habían considerado indigno y traidor Hormaechea. No es Prehistoria pero no muchos se acordarán.
Veníamos de larga
polémica sobre el Palacio de Festivales, inaugurado en el corto mandato de Jaime Blanco al frente de aquel
gobierno de gestión que debió durar aproximadamente medio año, hasta las
elecciones de 1991 que repusieron a Hormaechea en el sillón de Puertochico.
Probablemente la polémica urbanística siguiente fue la del Moneo que nunca existió, en ese solar que lo sigue siendo. Esas
polémicas jalonan la historia ciudadana como las fechas del calendario. Plan
eólico y su impacto visual para el escaparate urbano de la capital, Centro
Botín, escolleras magdalenienses…
Hay otras polémicas
urbanas, no estrictamente urbanísticas, y la historia reciente de esta ciudad
marca algún éxito mayor de los movimientos ciudadanos en su tensa relación con
los gobernantes. Hace dos años el pomposo Metro TUS se acababa de inaugurar y
el caos se había apoderado del transporte público. Las secuelas todavía no han
desaparecido aunque el plan lleva más de un año enterrado. Un poco antes, una
anciana, Amparo, murió antes de ver
como la maquinaria arrasaba su casa para construir un vial bastante inútil por
inutilizado. La aparente victoria de la autoridad en ese caso es solo aparente.
La última, la que
puede acabar con una forma de gobernar esta ciudad que no tiene nada que ver
con modos democráticos del siglo XXI, se relaciona con la actitud del equipo de
gobierno del Ayuntamiento de Santander, sostenido con la difícil colaboración
de Ciudadanos en relación con las casas de apuestas en entornos escolares. Si
la alcaldesa y su guardia pretoriana no han calibrado dónde se están metiendo,
merecen sin más dejar de tener el gobierno de esta ciudad. La renovación de la
sede central del Banco, el Banco aquí no necesita apellido, en el corazón de la
ciudad, merecerá una segunda parte que prometo para muy pronto. Y nos vemos en
Cuaresma, o nos leemos.
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