miércoles, 25 de septiembre de 2019

Estambul (1)


El blog cumple estos días nueve años. Los que llevo en las clases pasivas, jusjus y jasjas. Estas entradas especiales van dedicadas a las más de 124.000 visitas que ha tenido la publicación y que todavía no acabo de creerme. He tardado mucho en materializar una visita a esta ciudad enorme. Seguramente demasiado. Tengo motivos para recordar que a principios de 2016, ya tenía seleccionados los vuelos, pero ese mismo mes hubo un atentado brutal en la mezquita azul. Y la ciudad sufrió otros en marzo y en junio y en diciembre… y lo fui dejando. Pero el tiempo pasa –y nos vamos poniendo viejos…

Arbotante. Esa pieza clave del estilo gótico. Me pareció ver un antecedente en un video en Santa Sofía. Y no salió la palabra a mi pantalla mental hasta varias horas después: Otra prueba de que no podía retrasar más esta visita: Nos vamos poniendo viejos. Me venía a esa pantalla, arquitrabe y arquivolta y sabía que no era eso. Al menos parece que sabía que empezaba por ar pero no sé si Estambul es ciudad para viejos.

Llego muy tarde y el taxista tiene que preguntar aunque su navegador le indica que ya estamos. No hay desayuno en el hotel y mi primer desayuno turco resulta un error. 24TL, 4€, por un café y un croissant. Los siguientes días todo eso mejora. Por 4€ se puede comer o cenar. Ese es el nivel real de precios fuera de los circuitos más turísticos. Primera mañana, paseo con algo de despiste y sin plano y llego a la mezquita de Solimán el Magnífico. Tan magnífica como el sultán. Los bazares, a la ida y a la vuelta, la mezquita nueva, en restauración tan profunda que no es fácil hacerse idea de su realidad… Tentempié por un euro, oficina de turismo, tarjeta para el transporte público y más paseo. Topkapi, casi a medio día, está imposible y Santa Sofía y la Cisterna, peor. Pero al menos a Santa Sofía tengo que volver.


Vuelvo a bajar al Cuerno de Oro. Me informo. El bus 99 me lleva al teleférico Pierre Loti. Había seguido al escritor francés desde su casa en la Charente Maritime hasta Islandia. Sus estancias en Estambul debieron marcar mucho su vida. Recuerdo una decoración turca en su casa de Rochefort. Solo me queda ya, ver su paso por Hendaya donde nacieron varios de sus hijos y donde murió. Las vistas de la terraza del café que lleva su nombre merecen tanto la pena como la mejor mezquita de la ciudad. Allí almuerzo y vuelvo en barco hasta Karakoy. Descanso un rato en el hotel y vuelvo a la calle. En esta ciudad las calles  llaman con más intensidad que los almuédanos.

Istiklal, la Independencia, al atardecer, es un mundo en sí misma. Comer y comprar o comprar y comer durante un par de kilómetros donde, en ocasiones, parece concentrarse una parte muy importante de la población de esta enorme ciudad. Y los visitantes, turcos y extranjeros. Y acabas comprando. Y cenando. Quien se atreva a pedir por señas, nadie habla otra cosa allí que no sea turco, debería probar el restaurante Armada, en el 231 de esa calle. Entre 4 y 6 euros para cenar muy bien, al estilo tradicional, muy mediterráneo e islámico. Yo repetí dos días seguidos.


Me confunden con un nativo. Me preguntan algo que evidentemente no entiendo… Me entra la risa. Siempre actúo de manera parecida ante lo que me parece tan… Es natural, pero puede parecer un mecanismo defensivo. Aclarada la procedencia, me quiere hacer elegir entre el Barça y el Madrid. Le aclaro que hay más opciones. No conoce el Racing. No puedo evitar recordar Bogotá. Hace casi nueve años, Edison, de La Puerta Falsa, recitó de corrido… Está recogido en este blog.

En mitad de la calle una iglesia católica, San Antonio, con una exposición en el patio sobre el franciscano polaco San Maximilian Kolbe, asesinado por los nazis en Auschwitz. No puedo quedarme a ver su relación con Estambul. El sacristán me llama, “Efendi, Efendi”, que es la hora del cierre. Nunca me habían llamado Efendi. Creo que es algo más que caballero. La cena de ese primer día en una terraza de un callejoncito perpendicular a Istiklal resulta muy agradable aunque se pasan con el precio de la cerveza, 30TL, unos 5€.

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