domingo, 16 de diciembre de 2018

Le Tour de Gironde


Si un amigo alemán, ateo y socialista de izquierdas, o comunista, me felicita los domingos de Adviento, que alguien me explique por qué no puedo yo, antes de que acabe el año, publicar un relato de una semana del verano pasado que me había prometido a mí mismo que saldría sin que se acabase agosto, o el verano o… Es que esta segunda quincena de diciembre, que estrenamos hoy, tiene bastante de vertiginosa.

Pues sí, sigue todo entre mal y fatal  y los noticieros se ocupan de esas cosas y yo, que para eso soy autónomo, hoy me vuelvo atrás cinco meses y es 14 de julio y entramos en Francia por un paso de Behobia bastante tranquilo y comemos bocata en una playa de las Landas y dejamos el coche en la estación de Facture-Biganos y llegamos a Burdeos con tiempo para alcanzar el hotel en bicicleta, cenar junto al río en un restaurante dominicano y ver los fuegos artificiales desde el puente de piedra. El dispositivo de seguridad impresiona. Han pasado muchas cosas y siguen pasando. Esta misma semana, en Estrasburgo, unos colegas han tenido que permanecer en el hotel con sus alumnos durante casi 48 horas.

Hay una tormenta nocturna que presagia una mala jornada para empezar a pedalear. No es así. Un tren regional nos deposita en la Pointe de Grave después de haber atravesado los viñedos del Médoc. Comemos anticipadamente y tras 35 kilómetros muy cómodos llegamos al Logis de Montays–Montalivet. Cenamos allí mismo. En la terraza, y vemos la final del Mundial de Fútbol que, casualmente, gana Francia. Nos sorprende la tranquilidad con que se acoge el triunfo. Aunque antes de medianoche sí que hay algún vehículo haciendo sonar sus bocinas. Nueva tormenta nocturna y  nuevos miedos para el día siguiente, otra vez sin razón.

Unas obras, poco después de la salida del pueblo, nos hacen abandonar el carril bici para desembocar en…la magnífica duna costera! Hay que echar pie a tierra y ayudarnos del gps del teléfono. Con todo, los 50 kilómetros hasta Lacanau se nos hacen cortos. Nos bañamos en Hourtin y llegamos a tiempo de comer a nuestra hora española en la terraza de la habitación, con espléndida vista al Atlántico. Una amiga francesa, con muchos más años de residencia en Santander que en su país natal, está de vacaciones con dos de sus nietas. Pasamos con ellas la tarde y cenamos en su VTF La Forestière.


La tercera etapa es corta y después de 33 kilómetros que nos llevan menos de dos horas, así de llano es el territorio, llegamos al Relais de la Praya en Lège, después de pasar por otro de los centros naturistas más famosos de la costa atlántica. Por la tarde nos acercamos a la playa del Grand Crohot, sumamos 20 kilómetros más y la etapa queda más redonda. Cenamos en familia con los propietarios, pero el desayuno se convierte en una Babel. No somos los únicos ciclistas.

El miércoles hacemos una Lège-Cap Ferret-Lège que suma 52 kilómetros que siguen siendo muy cómodos. Avistamos la gran duna de Pilat donde estuvimos el año pasado y nos movemos a ratos por concentraciones ciclistas imposibles de pensar todavía en España. Cenamos en la terraza del Diners, un establecimiento de estética sesentera  americana pero muy agradable y de buen precio.

La etapa de jueves tiene dos partes y una intermedia neutralizada. Tras alcanzar el coche en Facture-Biganos, 30 kilómetros, nos desplazamos hasta Mimizan. Otro hotel de ambiente surfero y vistas a la mar. Por la tarde nos acercamos a la playa de Lespecier y entre la ida y la vuelta sumamos 14 kilómetros más. Cena con mejillones y descubrimiento, en el paseo nocturno, del monumento a los aviadores del Pájaro Amarillo: Lotti, Assollant y Lefébvre, que en junio de 1929 llegaron a Mimizan desde Oyambre, donde había tenido que aterrizar por falta de combustible. Tampoco le pusieron aquí lo suficiente para llegar a su meta: París.



La última etapa se convirtió en la más larga: Mimizan-Saint Girons-Mimizan, 68 kilómetros, muy fáciles, como todos los demás. Y ya el sábado vuelta a casa con importantes lluvias al atravesar Guipuzcoa. En definitiva, una semana del verano bastante singular. Recordada cuando faltan pocos días para el invierno…





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