Hay otros proverbios en nuestra lengua destinados a la recomendación de no mezclar cosas dispares, relativos al culo y las témporas o a los cojones y el trigo, pero como titular me parece más gráfico el que figura. Los éxitos deportivos empiezan a ser la manifestación, dicen los expertos, del nacionalismo, incluso del más radical. Pues estupendo. Teniendo en cuenta lo que el nacionalismo, los nacionalismos, han aportado a la historia de nuestro continente, podían haber inventado, el fútbol por ejemplo, unos siglos antes. El ahorro, pongamos, en vidas humanas hubiera sido espectacular.
Ahora, cuando en pocas horas, nuestra selección de fútbol puede hacer historia deportiva, en el sentido de ser los primeros en acumular tres títulos consecutivos, continentales y mundial, las reacciones dan para cubrir todos los grados posibles del horizonte. Desde vestiduras rasgadas por lo que cobran los futbolistas profesionales –que parece que algunos no se habían enterado cuando nuestra selección no llegaba más que a cuartos de final- hasta poner unas gotas de licor amargo cuando se compara la situación, al parecer boyante, de Francia con la claramente nada buena que tenemos por aquí.
He estado perdido por el monte unos días y no sé la reacción que ha habido al derrotar a Portugal literalmente por los pelos y ellos no están mejor ni lo han estado nunca. Lo único que sé lo viví en directo en un pequeño pueblo pirenaico. Alegría colectiva, y eso no puede ser malo para nadie. He intentado, en las redes sociales, predicar sobre la propuesta del título. Resultados diversos. Hay mucha amargura por ahí y mucho amargo y amarga. Que no digo yo que estén los tiempos para dulce, pero que tampoco veo yo la mejora que supondría habernos quedado en la fase primera o en cuartos. Y ya, llegados aquí, y siendo los otros, Italia, los que están tan parecidos en todo lo demás, ¿Acertaría alguien a explicar las ventajas de una derrota de Iker y sus amigos?
Luego está lo otro. Pongamos Mariano. Pero él es así. Ha convencido a Monti para ir juntos a Kiev. ¿Qué allí hay algún lío? Miramos para otro lado. Hace dos años sin ir más lejos el presidente del gobierno parece que decidió no ir a la final de Sudáfrica por tener trabajo inexcusable: preparar el debate sobre el estado de la nación. Ahora eso si que está liquidado. Este año la nación debe estar tan jodida que no hay ni que debatir. Aquellos si eran tiempos, cuando algunos que hoy son ministros se dedicaban a decir que esto era Grecia, o peor.
Ahora sin embargo, esta misma mañana lo he escuchado, sin mediadores, Rubalcaba dice que Rajoy lo ha hecho bien en la última cumbre europea. Bueno. Si se quieren se podrían casar antes de que el nuevo Tribunal Constitucional prohíba los matrimonios entre personas del mismo sexo. Al fin y al cabo la tarea de oposición ya la hace, muy bien por otra parte, un cómico, un actor, un presentador de televisión de apellido Monzón y nickname Gran Wyoming. No suelo hacer esto y menos cuando el video dura casi media hora. Pero ahí va y no me digan que ahí no hay una madera de líder de izquierdas. Eso es también confundir la velocidad con el tocino.
http://vimeo.com/44577132
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