lunes, 1 de noviembre de 2010

Al otro lado del Atlántico

Hoy todavía es lunes 1 de noviembre. Quizá cuando acabe esta entrada a mi blog ya sea martes 2. Ya se sabe que el primer martes después del primer lunes, en noviembre, y en los Estados Unidos, a veces pasan cosas sorprendentes.
Hace cincuenta años les dio por elegir a un católico y al poco tiempo se lo cargaron. Hace dos años, sin ir más lejos, un tipo no muy blanco llegó a la Casa Blanca. Llegó para suceder a un blanco torpe y mentiroso que había hundido la economía y el crédito moral de su gran país. No es la primera vez que ocurre. Los humanos tenemos memoria limitada. No nos la medimos por Ks, ni megas ni gigas. Muchas veces se nos olvida el origen del problema que tratamos de solucionar. Así, mañana, la panda más integrista de aquel gran país puede pasarle factura al primer presidente no estrictamente blanco, fundamentalmente por no haber despejado del todo el horizonte de crisis que heredó del blanco torpe y su camarilla. Y por muchas otras cosas. Por no ser blanco, por ejemplo.
Esta entrada, urgente, es un llamamiento a mis amigos, que no van a leerlo,  y que de hacerlo, no lo entenderían, pero yo lo intento. Es para Cherry y Michael y Ana Laura y Chris, a los que conocí en Fort Worth , Texas, hace ahora once años. Y para Renata y Greg y su hijo Marc, a los que conocí en Princeton hace 22 años y para los host brothers, sisters  and mother de mi hijo a los que conocí en el norte de Masachussetts, hace quince años -todavía vivía Jack- pero que ya deben vivir todos entre Boston y Manhattan. Y a unos parientes de Tampa y Miami y a mi primo  Frank, hijo del tío Ángel, de Oregon, aunque éste es republicano confeso y alguno de los otros quién sabe. 
Veo cerca del tea party a magnífica gente que conocí en Florida en 1993. Dave y Judy y los padres de Ann. Y no tengo ni idea de que habrá sido de los hijos de Mary Ann, activista demócrata de la edad de mi madre, nacidas en 1919. Ojalá mañana todos se lo piensen un rato.
Una victoria integrista muy amplia puede llegarnos a Europa a modo de tsunami. Yo trato de conjurar el peligro de esta manera. No se me ha ocurrido otra. Perdonadme. Forgive me.

No hay comentarios:

Publicar un comentario