Esta entrada ha sido publicada en Aquí Diario Cantabria el 22 de noviembre de 2010
Por la mañana del día que Portugal nos castigó severamente escuché una canción que me ha hecho reflexionar sobre las esencias. El estribillo decía algo relacionado con el orgullo de ser un buen colombiano. Yo estaba subiendo en el funicular de Montserrate en mi segunda mañana en Bogotá y me dio por recordar al recién fallecido Berlanga y mi película favorita, entre las suyas, “Bienvenido Mr. Marshall” y la coplilla aquella de os recibimos con alegría y la pronunciación castiza de, Michigán, con acento en la a. Aquella España, tan bien retratada por Berlanga y Bardem en muchas otras películas que también tuvieron cierto éxito pese a la masiva presencia de la “españolada”, tiene una imagen popular.
Pero algo hemos hecho muy mal colectivamente durante mucho tiempo, al pie de 200 años, para que las celebraciones que se avecinan, que ya han empezado en Cádiz para conmemorar la reunión de las Cortes que elaboraron la Constitución de 1812, no tengan nada que ver en sentido cívico con las que se desarrollan al otro lado del Atlántico.
En este lado, desde el que tengo la suerte de escribir, lo ocurrido hace 200 años se vive con auténtico fervor. ¿Qué pasó con el nuestro? ¿Dónde está el culto a nuestros liberales? Dónde está la calle Espartero, la de O’Donnell, la de Madoz, la de Mendizábal, y tantos otros? Cómo es posible que en ciudades como la nuestra quede una calle de la Falange Española o del general Mola y nos falten los otros? Cómo se va a interiorizar la revolución liberal, por escasa y mediatizada que fuera, sin los símbolos?
¿Quién va presidir el carnaval de 2012? ¿Teófila, Rajoy, o Esperanza Aguirre? Por cierto, la presidenta madrileña tiene una doble en Bogotá. He sucumbido al realismo mágico que aquí es realismo a secas. Es más baja, va en silla de ruedas y tiene montado un karaoke en plena calle, en la carrera 7, a unos pasos de la Plaza de Bolívar, el Libertador. Pero en lo demás, incluyendo el tono de voz, podía ser ella.
Las secuelas de la crisis no van a dejar organizar nada medianamente serio en el corto plazo que resta. Penoso. Dejar pasar de largo el bicentenario de nuestra primera constitución, en 1812 sólo los EE.UU., Francia y Haití, si Haití, habían pasado por un proceso semejante, es otra pérdida semejante a la del Plan Marshall caricaturizado por Berlanga. Seguiremos.
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