jueves, 4 de noviembre de 2010

Cocido party

 Sin pretender ninguna originalidad seguro que ya me habrá tocado escribir en alguna ocasión aquello de tener sobrepasada la capacidad de asombro. Pero siempre hay grados. Del mismo modo que es difícil creerse la maldad intrínseca de José Luis Rodríguez Zapatero cuando los que le describen como hijo predilecto de Belcebú son los mismos que primero habían hecho de él un felino sin garras, Bambi a secas. Del mismo modo es difícil sacudirse la imagen de tontita del haba de la presidenta madrileña, que alguien le puso alguna vez.
Pero ella hace lo que puede por mantenerse en el podio. Es muy partidaria de estar en el candelero, que hablen de ella aunque sea bien. Desde que fue concejala de Madrid y ministra de ¿Cultura? de ¿Educación? No voy a abrir mi buscador preferido para consultar los cargos de Doña Esperanza Aguirre. Mi propia memoria me recuerda el asunto aquel de la referencia de la susodicha a Sara Mago (sic) y varios más.
Parece que no hace mucho se ha declarado empedernida partidaria del tea party, el movimiento ultraconservador que recorre los Estados Unidos y que espera el próximo martes haber envenenado suficientemente a buena parte de la población de su país para sacar conveniente beneficio electoral.
Y ahí es donde vuelvo a creerme la posibilidad de que alguna vez hablase de Sara Mago. Si piensa que en ese movimiento que ella admira tanto podría encontrar un miligramo de comprensión, en forma de disculpa a la pederastia, con el manto de la libertad de expresión como pararrayos universal, va de cráneo y no tiene lo que se dice ni puñetera idea de los amigos que quiere tener al otro lado del charco. Aquellos que no admiten determinados comportamientos sexuales entre adultos, probablemente sólo contemplan la silla eléctrica para quienes abusan de menores.
Soy suficientemente contrario a la pena de muerte como para no defenderla ni contra pederastas babosos como un supuesto escritor que presenta programas en la tele pública en la que Esperanza manda como en su casa.
Veo que se me ha calentado el lenguaje. Me acerco a otro elemento de cuidado que ha llegado a la Academia de la Lengua, a mi nadie debe preguntarme la razón, nunca lo he entendido, y que acaba de hacer caja insultando al ex-ministro de Exteriores a quien no llega a los tobillos. Pero claro, Espe, comparar a Sánchez Dragó con Henry Miller está sólo al alcance de cerebros como el tuyo. Cerrando me llega la onda de que un tal P J Ramírez, famoso entre otras cuestiones por algún peculiar disfraz, también defiende la pederastia si el delincuente es de la panda. Pues vale, todavía no sé al detalle el papel que juega en todo esto un tal Boadella.

1 comentario:

  1. Esta entrada ha sido publicada en Aqui Diario Cantabria el domingo 31 de octubre de 2010

    ResponderEliminar