Esta entrada ha sido publicada en Aquí Diario Cantabria el domingo 14 de noviembre de 2010
Me tocó vivir el periodo de la Transición en Cataluña. No estoy descontento de mi actuación personal en esa etapa histórica. Aprendí mucho allí en aquellos momentos. Mis amigos saben que me hice adulto allí en todos los sentidos. Uno de los recuerdos imborrables de aquellos momentos tiene que ver con el título. Era el 11 de septiembre de 1976 y el gobernador civil autorizó un acto de afirmación democrática a condición de sacarlo de Barcelona hacia una localidad del cinturón, Sant Boi de Llobregat. La sangre de otro 11 de septiembre, el chileno, estaba todavía fresca.
Uno de los oradores, Jordi Carbonell, al referirse a los mínimos aceptables para la nueva situación democrática que ya casi se tocaba, hizo esa referencia: Había que ser prudentes, en una determinada cuantía pero sin llegar a la traición a los principios básicos. Y así hemos llegado hasta aquí. Uno de los tenientes de alcalde de Santander ha defendido esta semana, en la radio, el urbanismo franquista en Castilla-Hermida y no se le habrá movido un pelo.
Llevo toda la semana dando vueltas al título. Las declaraciones del Papa, el presidente venezolano que no acaba de callarse, su embajador en Madrid montando numeritos, y desde el mismo lunes me retumba Agdaym Izyk. Cinco días más tarde todavía no sabemos el alcance exacto de la masacre. Y a la hora de enviar esta columna, tres periodistas españoles no lo están pasando muy bien entre la kommandantur marroquí y el aeropuerto de El Aaiun.
He escrito un post en mi muro de Facebook en el que nuestro Jefe de Estado probablemente no quedaba brillante. Cuando uno tiene un primo asesino, parece que los reyes de estos dos países vecinos son primos, ellos así lo dicen, quizá es bueno decírselo y repudiarlo, y no lametearse a la menor ocasión.
A mi la prudencia no me va a hacer traidor. Los tres mayores conflictos diplomáticos que mantiene España, casi los únicos, son con países autoritarios. Qué risa que sea Chávez el más demócrata de los tres ¿no? Esa trinidad puede ser excesiva para la nueva ministra, pero se sabe que tiene recursos. Le cayó encima una gripe mundial en las primeras semanas de su cargo en Sanidad y la toreó con garbo. Además, los asuntos con el Vaticano, curiosa curiosidad, no dependen sólo de Exteriores. Se puede y debe centrar en el primo del rey.
No se trata de sacar músculo de opereta como en Perejil. Pero si no somos capaces de articular una respuesta mundial que haga entrar en razón a Mohamed VI, quizá nos sobra todo el aparato diplomático. ¡Qué gran causa para los dos expresidentes que muestran a diario su incontinencia verbal! ¡Vaya par de fantasmas! (No es el título de una comedia)
Todos sabemos que el rei de Marruecos es un corrupto , pero mientras tanto no reclama Ceuta o Melilla, para arreglar eso del sahara, hay la esperanza que Marruecos tenga un golpe militar
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