Aprovechando que está a punto de alcanzarnos una ola de calor, aquí, en la reserva peninsular de máxima protección contra ellas, voy a tratar de olvidarme de algunas de las cosas que nos asaltan las primeras planas y concentrarme solo en una de ellas.
Ceremonia inaugural de los Juegos de París a través de alguien que apenas ve la televisión. Que puedo jurar que no había encendido el aparato desde el lunes 15, cuando la gira madrileña de los campeones de la Eurocopa me empezó a cargar… Yo, que pasé de los Juegos de Tokio, con mascarilla y sin público, de los de Río, y de los de Londres… La última ceremonia inaugural me trasladó a Pekín, solo que desde un pueblito de la costa cántabra con el cabo de Oyambre -¡ay! tan de la familia para lo bueno y lo malo-, con ese cabo a la vista. Y era aquel verano terrible de 2008. Con todos esos recuerdos me senté el viernes frente al televisor. Y no voy a dejar un hueco para el suspense: pese a más de un detalle, la ceremonia me gustó. Me ha gustado más, incluso, cuando a través de alguna red social me ha llegado el eco de una de las bilbainadas del año… que exige que la ceremonia se haya preparado después de que el Athletic haya ganado la última Copa, hace poco más de dos meses. Con esa escasez de tiempo, todo disculpado. Porque en el Sena han copiado al Nervión. Es bueno, ¿o no?
En contra de la ceremonia, de esa y de casi todas, la duración. Cuatro horas, en estos tiempos es apostar a perder. Yo me tomé un descanso. Me fui a cenar y en mi casa solo hay un televisor y no está en la cocina. Intenté seguir el asunto por la radio pero entre el periodismo deportivo y yo hay algo personal. El equipo de deportes de la cadena que habitualmente me suministra la información estaba con la calculadora, criticando lo poco que había durado la presencia del equipo español en la pantalla… Me pasé a una fórmula musical de las que nos gusta a los abuelos. No sé si el papel relevante que la organización le cedió a Nadal habrá servido para que ese equipo de periodistas deportivos se haya envainado alguna opinión. Pero me permito dudarlo.
En la tribuna de autoridades, los
reyes de España con chubasqueros de parque de atracciones – sí, llovía en
París- mientras el icono de María Antonieta lucía esplendorosamente
con la cabeza fuera de su sitio… estos franceses y aquella revolución. Por si
fuera poco momentos antes o después, no tomé nota, sonó el coro de los
Miserables…”Canta el pueblo su canción, nada los puede detener…” Y Leticia no era la única reina presente.
Claro que Francia ofrece al mundo la historia, al menos, de tres revoluciones y
es muy fácil mezclar unas con otras. La narradora de RTVE no se atrevió a
precisar con qué hecho revolucionario se relacionaba la habanera de la Carmen de Bizet, sí y la de Merimée.
Ojo, que tampoco soy experto en óperas, pero si se ambienta en la Sevilla de
los años 20 del siglo XIX, la revolución sería española y no francesa. Otro
¡ay!
Claro que el oro olímpico al
disparate en la retransmisión se lo llevó el señor que nos ilustró con que
Alemania en francés se dice Alemanie y que eso explicaba
que aunque en alemán sea Deutschland y en inglés Germany, el orden alfabético
en esta ocasión situaba a los alemanes en el barco que les tocaba de acuerdo
con… bla, bla y más bla. No era necesario y se corre el riesgo de clavar la
pata hasta la cadera. Mi francofilia debió empezar con los Agustinos que en los
primeros años 60 no ofrecían más lengua extranjera que el francés. Los intentos
de mi tío Ángel, hermano de mi padre
y residente en California, no fueron suficientes. El inglés tuvo que esperar
mucho tiempo en mi proceso formativo…
Las siguientes 48 horas no me han llevado delante del televisor. No puedo asegurar que no lo vaya a hacer en las dos próximas semanas, cuando se ventile alguna medalla importante… De momento lo que sigue habiendo son encuentros familiares que en otras épocas del año se vuelven más difíciles. Y eso, dar cancha a esos encuentros, está por delante de las medallas olímpicas. Y lo voy contando y se aproximan las 200.000 visitas a este blog. Cuando empecé -2010- no se me pasó por la cabeza semejante cifra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario