Mañana es 4 de julio. La gran fiesta allí, donde el debate electoral de la semana pasada mantiene un poderoso eco. También son vísperas electorales en Francia y el Reino Unido, todo ello sitúa a los protagonistas de lo que algunos autores denominan las revoluciones atlánticas, en el escaparate de las primeras planas. Se aproxima el cuarto de milenio de la declaración de Independencia de los EE.UU ¿Quién presidirá los fastos dentro de dos años? Uno de los analistas políticos más lúcidos de este país nuestro, con sede naturalmente en Barcelona, se pronunció a las pocas horas del debate: Los demócratas deberían cambiar de caballo –Biden- incluso con la carrera ya empezada. Y si ese hombre tiene a alguien que le aprecie, familia y amigos cercanos, deberían escuchar al analista catalán. Hacer que elijan los ciudadanos de la primera democracia del mundo entre un delincuente casi igual de viejo y un presidente al que la edad no está perdonando nada… no parece muy sensato. Las presiones sobre Biden aumentan. Puede haber novedades en poco tiempo y la convención demócrata, en Chicago dentro de mes y medio, puede oficializar otro candidato o candidata. Kamala Harris tiene aspecto de ganadora frente a Trump.
Por parte de la potencia a la que se
le emanciparon las trece colonias en 1776, está más claro quién va a viajar al
otro lado del charco en julio de 2026. Será un premier laborista. Los
conservadores se han ganado a pulso lo que está a punto de ocurrir allí. Mañana
mismo. Está por ver cuánto defrauda el viejo partido de los trabajadores
británicos. En 1997, después de la derrota del thatcherismo, Blair se encargó de dilapidar muy
rápidamente todas las esperanzas. Y ahí y así están ahora los hijos de lo que
se denomina –absolutamente viejuno o vintage- Su Graciosa Majestad, ja y ja.
La tercera protagonista, nuestra
vecina amada y odiada a partes iguales, la protagonista de la gran revolución
de 1789… también tiene la incógnita ahora mismo de quién acompañará al
presidente Macron en los desfiles
del domingo 14, en el aniversario de aquella toma de la Bastilla… El martes por
la tarde se ha sellado un pacto no escrito para intentar a última hora, de
nuevo, el freno al neofascismo vestido de lagarterana del lepenismo. La
renuncia de muchos candidatos del Frente Popular y de algunos menos de los
seguidores del presidente, puede hacer que los antifascistas sean mayoría el
domingo próximo. Pero ha ido mucho el cántaro a la fuente en Francia. Desde que
los socialistas se vieron obligados a recomendar el voto a Chirac en 2002. Y de nuevo, hace bien poco, para mantener en la
presidencia a Macron… El que la sigue la consigue. La hija sucedió al padre,
entendiendo que el Le Pen viejo era muy poco presentable. Ahora el candidato
es un moderno que hace la campaña en Tiktok e Instagram. Nada que recuerde el
colaboracionismo con los nazis, haber favorecido el Holocausto, etc. Francia
también tiene mala memoria aunque ha podido jugar a esconderla.
Tanto acontecimiento de tinte
electoral va ocultando el resultado de las últimas elecciones al Parlamento
europeo. Si se juzga por el cabreo de la italiana Meloni en el reparto de altos cargos de la Unión, parece que vienen
cinco años de más de lo mismo –virgencita nos quedamos como estábamos: gracias-
La marea facha se ha quedado en menos de lo esperado. Puede pasar como en
Francia y que a la próxima se rompa el cántaro.
Feijolear, todavía no lo recoge la RAE, pero… podemos esperar. El gerundio se hará popular: aquí, feijoleando. Seguimos con el culto a la hipérbole. Un día Cuba lleva sesenta años sin régimen democrático. Solo se puede referir al castrismo. Pero se queda corto. Ya hace 65 años que los barbudos de Castro entraron en La Habana. Núñez Feijóo ya demostró con Orwell y 1984 su lío imponente con las fechas, además aparentando sabiduría literaria. O lo que es peor: ¿le parece democrático al líder popular el régimen cubano de Fulgencio Batista que entre 1952 y 1959 arrasó la isla y sus habitantes? Pues eso nos lleva a 72, seis docenas de años, Alberto, con Cuba en fuera de juego. Y lo nuestro de hace 72 años, o 60 o 48 o 84, por seguir con múltiplos de doce… ¿Te parece, Alberto, que era jugar sin fuera de juego? Es que le cuesta mucho a tu partido condenar nuestra dictadura real y sin embargo no para, el PP, de inventar las que no existen. Y Feijolear es bendecir a un tribunal mientras te cargas a otro en el mejor estilo de los programas de marujeo: Feijóo marujo mayor del Reino.
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