Esta semana he recuperado al Serrat de sus primeros tiempos. En Vagabundear, de la primera edición de su éxito Mediterráneo, 1971, confiesa estar cansado de estar harto. Por lo tanto, nada nuevo. 1971 fue mi primer año completo en Barcelona. Aquel verano hice varias escapadas a la Costa Brava. Tres compañeros de trabajo se preocupaban por mis relaciones sociales. Dos de ellos supuestamente ligaban con extranjeras cada vez que no me llevaban a mí. Con complejo de gafe, mi tercer compañero y amigo, Miguel, me llevó con dos nativas a una cala, con un descenso tan bravo desde la carretera, que nadie más bajaba por aquel canchal de locos.
Miguel, recién regresado de
Villacisneros de cumplir su servicio militar obligatorio, tenía novia formal.
Después se casaron y fue la madre de sus hijos, pero algún sábado o domingo no
salía con ella. Nuestras acompañantes podrían haber protagonizado novelas de Marsé pero no eran de la alcurnia de las que perseguía el Pijoaparte ni el primo de Montse. La excursión finalizaba en un
afamado bar de tapas del Eixampe que entonces creo que todavía era el Ensanche.
Aquella Barcelona, comparada con mi Santander, era Hollywood.
Una amiga pasa un video de un joven entre agitador y rapero sin música por un grupo de whatsapp de amigos. Hay respuestas variadas. Yo también empiezo a estar harto de todo, vamos a cumplir seis meses de anormalidad en los próximos días pero estoy especialmente harto de los que no paran de decirnos lo hartos que están. Hartos estamos todos. La mascarilla nos molesta a todos. No achuchar a la familia y a los amigos nos molesta a todos, ¿vale? Así que un poco más de originalidad y menos videos, por favor. Quien quiera contar algo que se moleste en escribirlo que se nos va a olvidar leer.
Algunas razones para el hartazgo de
esta semana:
- El Tour empieza con siete semanas de retraso y ya está nevando en nuestras cordilleras ¿Cómo será la Vuelta? ¿En trineos?
- Nuestro hospital, el de todos, Valdecilla, es uno de los tres seleccionados para probar una vacuna contra el puñetero virus que tanto ha descolocado, y nuestras autoridades festejan el colorín que han encargado para el faro de Ajo. Dislate sobre dislate. ¿La Consejería de Cultura ha estado muda en todo este serial o se me ha escapado la opinión del consejero?
- En la radio los contertulios
suplentes consiguen que escuche más música. Son suplentes en lo suyo, pero de
organización escolar y virología algunos son más que expertos. Salvo a Lidia del Canto, periodista valenciana
que describió con mucha gracia la escena del desacuerdo acordado entre el PSOE y Podemos a cuenta de la
evaporación de JC I, (a) el Emérito, (a) el Campechano, (a) el Bribón. No sé si
lo de los presupuestos también es escenificación. No me lo ha parecido. Parece
otra cosa. A ver si consigo enterarme de la opinión de Lidia.
- Los empresarios pillos y los sindicalistas que piensan que la pandemia es el mejor momento para escribir una carta a los Reyes Magos.
- Pato Donald four more years, las providencias no lo quieran. El ente que administra la herencia del gran Leonard Cohen protesta airadamente por el uso del Aleluya (Hallelujah) del artista en la Convención Nacional Republicana. Trump, tienes artistas en Miami más de tu cuerda aunque canten en español. Deja reposar en paz a Cohen.
- Y acabo, por si no habíamos tenido poco entre Grecia y Turquía en los últimos cinco años a cuenta de los procesos de los refugiados, el petróleo o el gas o el petróleo y el gas en el Egeo empieza a sonar a peligro inminente.
- Y además, todo lo demás ¿Quién no
está harto? Eso sí puede ser original, capear todo lo que nos rodea sin
hartarse.