Después del caso colombiano, tratado la semana pasada, tuve
también ocasión de escuchar el testimonio directo de dos guatemaltecos que las
Brigadas Internacionales de Paz acogen estos días en España. Derechos de los
indígenas pisoteados por las multinacionales con la complicidad activa de los
gobiernos nacionales de turno. Algunas de esas multinacionales son españolas.
Unos pocos valientes que alzan la voz y ponen en peligro sus vidas y la
tranquilidad de sus familias. Nada nuevo. Y aquí, rodeados de imposturas diversas que impiden
apreciar esas realidades tan duras y cercanas, pese al Atlántico que parece
separarnos.
Uno de los activistas guatemaltecos pudo parecer en algún
momento descortés por su atención a alguna red social desde su teléfono móvil.
Al final se aclaró. Seguía las noticias
que llegaban de Honduras que apreciaba como positivas tras el recuento
electoral. ¿Hemos seguido lo ocurrido en ese otro país centroamericano? No ha
terminado la incertidumbre, pero hay cientos de detenidos, disturbios variados,
toque de queda de doce horas diarias y algún muerto…
El mundo está muy malito. A pocas jornadas del aniversario
de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, no parece que hayamos
aprovechado muy bien esos 69 años transcurridos. Aquella reunión de Paris, de
una Asamblea General de la ONU de 56 miembros, no recogió votos en contra y
solo tres se abstuvieron: Unión Soviética, Arabia y Sudáfrica. Muy
probablemente esa declaración sería hoy imposible.
No hay que cruzar ningún océano, en casa, en la más grande o
en la pequeñita, regional, tenemos ejemplos a diario para provocar vergüenza,
ajena y propia. No frecuento demasiado la política regional. Hay algo en ella
muy parecido al agua estancada. Puede haber ángulos desde los que solo se
aprecien plantas de algún valor decorativo pero el olor de fondo es muy insano.
Ha regresado una plaga que causó mucho daño al inicio del régimen democrático
postfranquista. Están de nuevo aquí los tránsfugas. En otras épocas más castizas
se les llamaba chaqueteros y creo que me gusta más esa denominación.
Al mal intrínseco de la perversión del voto popular, base de
cualquier régimen democrático, se añade la práctica transversal. Citando poetas
malditos, aquí no se salva ni Dios. Los que acusan en el Ayuntamiento de la
capital son acusados en el Parlamento autonómico. Todos iguales. Las voces
discrepantes internas al congelador… Conclusión nefasta para alguna posible
regeneración. Nunca he criticado seriamente al presidente Revilla. Muy controvertido. Mucha cal y mucha arena o todo lo contrario...He dicho que no me gusta, especialmente su
vertiente showman, pero que la alternativa era peor... todavía no me había llenado el gorro.
Puede dar los sermones que quiera en las cadenas de
televisión que le hacen la ola. Es impresentable su cinismo. Tenía una prueba
personal sobre su comportamiento de fondo, totalmente pasivo, en torno al caso
de un inmigrante africano menor de edad y el trato recibido en esta comunidad
autónoma. La vicepresidenta Díaz Tezanos,
a quien algún día pude incluso admirar, ya se retrató con ese mismo caso… El
comportamiento de ambos en el tema del apoyo recibido del diputado Carrancio para conseguir que los
presupuestos regionales no naufraguen el primer día, es intolerable.
En el lado de la vicepresidenta solo se le puede aplicar, y a quienes se aprovechan de la situación de su partido, lo del convento y
lo que les queda de estar dentro. La otra cara de la moneda está en ver la
decisión de quienes han obtenido respaldo mayoritario de la militancia. Si
quieren mantener alguna credibilidad tienen que cortar cualquier amarra con ese
sindicato de intereses en que han convertido a su partido los que lo han
dirigido hasta hace unos meses. El caso de Salvador
Blanco en Sodercan y ahora en Sidenor no admite dilación ni bálsamo para
bebés.
Y un más difícil todavía: Revilla se va
a Barcelona. Madrid ya está en el bote. ¿La próxima escala en la calle 42? Empiezo a ver a Revilla con el balón de Chaplin en aquella famosa película... Iceta, candidato socialista a la Generalitat de Catalunya, no gana
nada con una foto con Revilla. La transversalidad de su propuesta, que quiere
ser catalanista y de izquierdas, debe tener algún límite.
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