No publico en lunes. Es un tanto anómalo. Ayer lunes
Amnistía Internacional ha celebrado en Santander el 69 aniversario de la
Declaración de París de 1948 y eso me ha procurado un trabajo extra. Los
derechos humanos tienen un estado crítico en cuanto a su respeto con carácter
universal. Puede que no sea muy exagerado decir que están en el estado más
lamentable de estos 69 años.
Reconforta ver cómo mucha gente asiste a estos actos muy
alejada del compromiso formal. En realidad es un acto militante. Asistir a la
lectura de los 30 artículos, del preámbulo, incluso de una breve semblanza de Eleanor Roosevelt… es un acto, hoy y
aquí, de disconformidad con lo que hay, con lo que tenemos. Una reivindicación
de que otro mundo es posible y a la vez, y ya estaba en la declaración de 1948,
de que ese mundo distinto y mejor no va a llegar si no lo hacemos entre todos.
Antes de la lectura de la declaración de 1948, el público
asistente pudo ver un documental de 24 minutos sobre el trabajo de cinco defensores
de los derechos humanos en diferentes partes del mundo. Un abogado en Nigeria
que ha conseguido que una comunidad de Lagos frene aspiraciones del gobierno
que pasaban por hacer desaparecer sus humildes viviendas sin ofrecer nada a
cambio. Dos trabajadoras sociales en Manila y la República Dominicana,
enfrentándose a diario a los enormes problemas derivados de la miseria y la
incultura que desembocan de manera fatal en enfermedades con pocas
posibilidades de cura por falta de medios. Trabajos todos ellos muy poco gratos
a los respectivos gobiernos que hostigan cuanto pueden.
Dos casos más. No he acabado de entender si es más peligroso
defender los derechos de los homosexuales en Letonia o los de disconformes con
el régimen en Argelia. El abogado argelino que pide explicaciones sobre
torturas y desaparecidos se ha convertido en mi héroe de ayer. Voy a tratar de
seguir más de cerca el trabajo de Amine
Sidhoum. Reconozco que no tenía situada Argelia como un lugar con tal cantidad de desaparecidos. Mi primera
investigación sobre Amine, esta misma mañana, ya me deja mal sabor. Una condena
de seis meses, hace casi diez años, por algo parecido a desacreditar una
sentencia judicial. Un síntoma de la calidad democrática de ese cercano país
del norte de África.
Es la tercera semana consecutiva que abordo asuntos
relacionados con la defensa de los derechos humanos. Hoy empezamos el camino,
un año entero, que nos conduce a esos aniversarios redondos que a veces dan
para salir con fuerza en las ventanas principales de los medios de
comunicación. Vale, sí, en 363 días estaremos ante el 70º aniversario de la
declaración de Paris de 1948. No hay un minuto que perder. Vamos a intentar,
entre todos, que la situación del año próximo no sea peor que la del presente.
Creo que empiezo mi contribución, destacando en negrita en una entrada parca en
nombres propios, a ese abogado argelino. Hay muchos más defensores. No todos
abogados. Hagamos lo posible para su protección. En muchos lugares es realmente
peligroso lo que hacen.
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