lunes, 1 de diciembre de 2014

P.olítica y C.orrupción


 
Nuestro jefe de gobierno, que dirige un partido con meapilas oficiales, nos ha salido blasfemo. Ha dicho en el Congreso que la corrupción empezó en el minuto uno del planeta. Lo que traducido a lo que algunos de sus ministros, quizá él mismo, creen con firmeza, significa que hablando de humanos o Adán o Eva metían mano en el bolsillo del otro. ¿Pero no iban desnudos? ¿Dónde metían la mano? Voy a tratar de no liarme. Hace tiempo que la teoría creacionista, con la que me encontré por última vez con alguna fuerza hace ya quince años en un verano americano, solo me parece  una ficción curiosa. Se acerca a un cocido, con papel estelar de la costilla.

El señor Rajoy, obligado a silbar mirando al techo mientras cumple un penoso papel, imposible para actores mucho mejores que él, decir en el Congreso que ellos, la mayoría de dirigentes de su partido, no tienen nada que ver con la corrupción, que sólo son unos pocos aprovechados los que les ponen en dificultades. Pero la víspera tuvo que cesar a la ministra Mato, y no por su falta de capacidad, que ya estaba acreditada también desde el minuto cero. Ha sido por el otro asuntillo.

Con horas de diferencia se conoce lo que altos funcionarios piensan del trabajo que se les encomienda, -negándoles la preparación que tienen para cometidos de mucho más interés,- cazar a los más pobres diablos de la economía informal mientras las grandes corporaciones obtienen bonolotos diarios… papel que el actual presidente de la Comisión Europea facilitó de muy buena manera mientras era el primer ministro de su pequeño país…Lo que le acabamos de premiar respaldándole en su puesto actual.

Las siglas P y C nombradas una tras la otra, durante muchos años tuvieron un significado político en España y en buena parte de Europa occidental, la oriental era otro asunto, que remitía a valores de resistencia contra las tiranías, de lucha por la democracia y la igualdad y por la mejora de las condiciones de vida del conjunto de la ciudadanía. Todo eso desapareció del imaginario mayoritario casi a la vez en que PC empezó a remitir al ordenador personal. Algún productor cinematográfico también añadía PC al nombre de su empresa.

Ahora que aquel artilugio, PC, en alguna de sus acepciones, puede sonar a algo que ya usaban los bisabuelos, en el mundo de tablets, androids, smarts, etc. PC suena significativamente en algunos lugares a políticos corruptos. Política corrupta. Que no es toda la política ni todos los políticos, por supuesto. Pero la corrupción está anclada ahora mismo en el corazón del sistema. No sólo en España. Portugal ha tenido primera plana reciente. Y los dirigentes de los dos principales partidos, con casos notables en sus filas, han tardado tanto en abordar el asunto con seriedad que todavía no lo han hecho con la suficiente. Y se lo echan en cara los unos a los otros. Patético el caso de CIU, sacando pecho en el Congreso mientras su vocal en el CGPJ, ha dimitido rápidamente todo hay que decirlo, iba de compras a Andorra con calderilla. Claro que su sustituto parece que también tiene papeles judiciales pendientes. Un no parar.

Hay amaneceres más duros que los que nos traen nuevos casos de corrupción. ¿Qué lleva a un padre de familia de más de cuarenta años a morir asesinado en el marco de una pelea concertada de antemano con un partido de fútbol como marco de referencia? ¿Está reglada la figura delictiva, o no, de un ministro interesado en la industria de armamento, que el día que inicia una visita a Israel  levanta previamente el embargo de armas decretado hacia aquel país?

La corrupción empieza a contabilizarse. Las cuentas cuadran. Lo que falta en los presupuestos públicos, lo que ha significado recortar los servicios públicos, estrangular la economía, elevar el índice de desempleo a las cotas actuales, arruinar a la mayoría, arruinar hasta la esperanza y hacer que miles de jóvenes bien preparados se busquen la vida en el extranjero, todo eso que falta está en los bolsillos, en las cuentas, a menudo en paraísos fiscales, de los políticos corruptos y de sus amigos los empresarios corruptores. Es tan simple como eso. Y si Rajoy y Sánchez recurren únicamente a  descalificar lo nuevo, incierto e inestable, pero inmaculado en el terreno de la corrupción,  Podemos no va a parar de crecer.

2 comentarios:

  1. El joven Jean-Claud, que empieza en esto de la política, cometió como primer ministro del Gran Ducado un pecadillo venial. (Venial será, pues no le han desposeído del pasaporte luxemburgués, y otros muchos europeos lo mantienen bien apoyado y asalariado.)

    Las jóvenes Mato y Cospedal han cometido el igualmente liviano error de no vigilar celosamente las andanzas monetarias de sus maridos. ¡Para que luego digan que la derecha se refocila en un modelo familiar decimonónico!

    Sin embargo, un hecho común es que el personal mira para otro lado, u olvida, o perdona, o admite, o tolera, o soporta, o aguarda a que... El personal va a su bola y los chorizos, lógicamente, siguen yendo a la suya. Bien mirado, ¿por qué razón van a comportarse de otro modo? Si el que roba no percibe el más mínimo reproche, no ya "social", sino de sus propios colegas, ¿qué motivo lo conminará a cambiar de conducta? Ninguno.

    Puesto a discutirlo "en fino", sucede una cosa muy curiosa: Hemos abandonado la "ética de la virtud" (Aristóteles), porque eso de las virtudes a priori nos suena anticuado y carca. Y hemos abrazado un utilitarismo "degenerado", pues ya no nos vale cualquier cosa si en la práctica no hace daño, sino que admitimos sin rechistar cualquier cosa que SÍ lo haga, siempre que no lo percibamos en nuestros lomos. Ya nada está feo, ni a priori ni a posteriori.

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  2. Había virtudes de dos tipos. Y círculos virtuosos. Pero se ha quedado con la cosecha el círculo vicioso. Ya sólo queda que la Justicia, con J, que también es una virtud, cumpla sin desmayo

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