lunes, 30 de junio de 2014

Divino tesoro




Se ha dicho siempre de la juventud. Al menos desde que Rubén Darío le puso algún ritmo. Según nos alejamos de ese momento vital, podemos entender mucho mejor alguno de los mitos literarios basados en la venta del alma al diablo a cambio de la juventud eterna. La estructura de la población española por edad y sexo, lo que vulgarmente conocemos como la pirámide demográfica, que no es más que la representación gráfica de esa estructura, hace tiempo que salta los límites de la geometría. La imagen actual de la estructura española por edad y sexo se acerca ya a un rombo, lo que anuncia serios contratiempos de diverso orden.

Cantabria ya se sitúa, con todas las demás comunidades del norte y noroeste, entre las que registran más actividad en los tanatorios que en los paritorios. La crisis no ha hecho más que acentuar fenómenos anteriores, lo cual avala algunas de las últimas alegrías de nuestros dirigentes políticos, teniendo en cuenta el carácter alegre de la mayoría de nuestros dirigentes. Voy a hacer hoy un esfuerzo y a no recordar a ninguno en particular aunque alguno se parezca a #martinezelfacha o al #payasoKrusty 


La demografía, que tiene variables susceptibles de manipulación como animar la natalidad con políticas de ayudas que nunca se han hecho medianamente en serio en España, guarda en la recámara lo positivo de un pasado reciente. Dos tercios de los españoles son hoy menores de 50 años. Tenían pues menos de diez cuando murió Franco y no pudieron votar la constitución de 1978. Una buena parte de ellos son los jóvenes de la movida, los que con crecimiento económico han disfrutado de un marco democrático y permisivo y del implícito de que, por lógica, iban a vivir mejor que sus padres, que a su vez habían vivido mejor que los abuelos.

Todo eso está ahora mismo naufragando. Y es muy natural, además de higiénico políticamente, que sean los jóvenes de esos grupos de edad los que tomen las riendas de los proyectos políticos del futuro inmediato. Y que lo hagan con el vigor propio de la edad. Los asentados, en casi todos los grupos del arco parlamentario, no temen tanto por el orden y la posibilidad de un cambio de tipo revolucionario como #porlosuyo. Y es que toca un nuevo reparto. Radicalmente democrático.

Con seis millones de parados y una deuda pública desconocida, ese nuevo reparto es necesario como respirar. Lo que tiene que entender #elpoderestablecido es que aunque predominase el silencio de los corderos, que no es el caso, no va a haber a quien esquilmar. La existencia de Podemos y otras fuerzas como Equo; La dimisión de Willy Meyer, pillado en falta, pero el único de los pillados que ha tomado la puerta digna y el ascenso de lo que represente Garzón en IU, más la renovación en el PSOE debería conducir a acuerdos para cambios profundos.

En Barcelona, a la vez que el calamar del independentismo suelta su tinta, se avanza en un proyecto muy fácil de imitar en todas las grandes ciudades de España. De hecho en Madrid ya puede estar fraguando una iniciativa similar. Un gran acuerdo por un cambio en el que la premisa sea la honradez y  la protección de los más desfavorecidos. Algo que hasta el Papa reclama mientras acusa al comunismo de haberle sustraído sus propósitos sociales al cristianismo… el dedo y la luna. Si la Iglesia de 2014, de verdad, está con los más necesitados, adelante. No sobra nadie. Sólo los chorizos de derechas, del centro y de la izquierda. La base electoral del PSOE es necesaria para el cambio. No deben olvidarlo ni los promotores de esos proyectos ni los nuevos dirigentes del PSOE. Regeneracionismo es una etiqueta ya utilizada en nuestra Historia. Creo que nunca tuvo tanto significado de necesidad imperiosa como ahora.

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