lunes, 2 de junio de 2014

La alegría de Soraya



 
Algún ministro del gobierno ha censurado, no hace mucho tiempo, un informe de Cáritas, en el que se señala el empobrecimiento creciente de la población y en el hecho de que cada vez más, los necesitados de asistencia social son nativos y no inmigrantes subsaharianos. Ahora es el propio INE el que, con sus referencias, las que todavía el gobierno no ha cambiado para que la madrastra de Blancanieves sea la más bella del reino, esa estadística oficial es la que arroja la contundencia del dato: Una cuarta parte de la población vive bajo el umbral de la pobreza y en riesgo de exclusión social. El dato es objetivo, se trata del ingreso medio anual para una familia de cuatro miembros. Se llega o no se llega. Un 25%, redondeando, no llega.

Otras organizaciones humanitarias han tomado el relevo a lo que inició Cáritas. En terrenos sensibles como el respeto a los derechos humanos, tanto Amnistía Internacional como Human Rights Watch han alertado sobre modificaciones legislativas que alejan España del amarre a la primera categoría entre los estados de la tierra. Otra más, Intermon Oxfam, se interpuso en las valoraciones post-electorales de la semana pasada al anotar que las grandes empresas pagan 50 veces menos impuestos que las familias. Que la contribución a los gastos de todos la sostenemos asalariados y pensionistas en esa proporción respecto a quien sigue haciendo grandes beneficios.

De entre esas grandes empresas, 33 de las 35 del Ibex están cada vez más asentadas en paraísos fiscales. 30 meses después del triunfo electoral del PP no se puede decir que no hayan ido deprisa. Eso es la parte sustancial de lo que el PP denomina reformas. Mucha propaganda en torno a la #marcaEspaña y una realidad muy alejada de aquella de hace pocos años cuando supuestamente estábamos entre los ocho más ricos del planeta. Todo eso ayuda, sin duda, a que la vicepresidenta vea tanta alegría en la calle.

Además de vender que la política que hacen es la única que se puede hacer, tratan de convencernos de que el resultado es positivo. Y ahí es cuando ha saltado la primera costura en forma de castigo electoral a los dos grandes partidos del sistema. Claro que uno va a seguir gobernando y el otro, con mucha historia detrás, se ha sumido en un proceso del que no adivino con claridad el final. En menos de una semana el PSOE ha dado pasos en direcciones múltiples. Le deseo de verdad, creo que es bueno para la mayoría de la población, que encuentre rumbo pronto.

Si queda alguien que todavía mande algo en ese partido,  debería desautorizar de una vez a quien les llevó a altas cotas de prestigio y de lo contrario. El incumplimiento del programa electoral del PP de 2011, no es pionero. El “de entrada no” del PSOE de 1982 en referencia a la OTAN es un precedente. En una sola legislatura pasaron a reclamar el voto afirmativo amenazando con todos los infiernos si ganaba el no. Al inicio, a las repercusiones de ese incumplimiento, se le llamó desencanto. Y en junio de 1993, con el sistema haciendo aguas y la corrupción desbocada, una mayoría insuficiente para gobernar le hizo exclamar en la noche electoral, a ese mismo Felipe González, que había entendido el mensaje. Significaba un giro a la izquierda para el que eligió la compañía de… Jordi Pujol.

Otro capítulo más reciente lo escribió Zapatero en mayo de 2010 cuando olvidó el “no nos falles” de 2004. En pocos días se cumplen 37 años desde las primeras elecciones del postfranquismo. Más de la mitad de ese tiempo el PSOE ha gobernado en España. Su etapa de gobierno tiene luces y sombras y ver a un señor bastante mayor, reclamando, muy ofendido, bajo un anuncio de la Caixa, su pertenencia a la “casta” que trajo a España #noséqué, es muy doloroso. Todo lo que ha traído la casta lo pagamos los ciudadanos, aumentado con las comisiones de los corruptos. De todos los partidos que han gobernado hasta ahora.

Eso ayuda a entender la irrupción de la marea que se gestó hace tres años, de la que no se veía entonces la articulación política. Marea y resaca difíciles de  controlar de momento.

El viernes 6, contra mis costumbres habituales y ya que no he podido ir a Normandía por diversos motivos, trataré de pegarme a una pantalla. Son 70 años del día D. El día más largo.

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