Ha llegado el verano. Al menos el astronómico. Este momento
loco en que hay un momento en que es de noche en Buenos Aires y todavía luce el
sol en Dublín. Esta entrada, diferente a las 150 anteriores, sin que eso quiera
decir que todas las anteriores tienen un determinado patrón, iba a haber sido
publicada en una revista con la que he colaborado durante años, siempre de
forma desinteresada. El presidente de la editorial, y director de esa
publicación, posee también una licencia radiofónica. Desde esa emisora se
emitía hasta hace exactamente dos meses un programa de radio con el que estaba
vinculado muy especialmente. Ese programa terminó ya que los contenidos del
mismo no le gustaban al dueño de la emisora.
El lunes 22 del pasado abril, los jóvenes emprendedores que
habían confiado en esa emisora para hacer su programa de radio, se encontraron
con que sus llaves no podían abrir la cerradura. Ésta había sido cambiada
durante el fin de semana. El cerrajero seguirá pensando de si
mismo que es un campeón de las libertades, muy especialmente de la de
expresión. El postureo dominante en una ciudad como Santander ha hecho que en
estos dos meses no muchos le hayan afeado tal comportamiento públicamente.
Yo, que nunca volveré a colaborar con ese individuo, en
solidaridad con Buenos Días Cantabria,
ofrezco aquí un resumen del contenido que se hubiera publicado en papel
elegante sin que nadie tenga que pagar por leerlo. Las imágenes, utilizadas con
fines escolares en mi vida activa, han sido capturadas hace años en la web en
que, minuto a minuto, se pueden seguir obteniendo. Esta primera es de ayer a las 23.25, hora oficial en buena parte de la Unión Europea. Ese momento en que pese a estar mucho más al oeste, era de noche en Buenos Aires y de día en Dublín.
La virtud principal es que permiten ver de forma plana, en
la pantalla de nuestro dispositivo, ordenador, teléfono,… la proyección más
exacta del globo terráqueo, mostrando en que parte de la tierra luce el sol o
es de noche. Y, dependiendo de la latitud y época del año, en que lugares del
planeta no amanecerá ese día o no anochecerá. También es posible acceder a
imágenes de satélites meteorológicos, temperaturas del agua del mar o de la
superficie de la tierra, a un mapa topográfico del planeta, a vistas de la luna…
Las imágenes de ejemplo, de momentos singulares del año, son
inmóviles. El equinoccio y los solsticios. Pero accediendo a la web podemos
hacer zoom en el punto que deseemos. Hacer de ese punto el centro de nuestra
visión del planeta… Casi lo que queramos. La propia observación en detalle de
las zonas sobre las que haya caído la obscuridad permite una aproximación
radiográfica al poblamiento. A mayor cantidad de iluminación, mayor cantidad de
población y de riqueza. Comparar algunas zonas del noroeste de Europa con otras de casi
cualquiera de los demás continentes refleja con una fidelidad asombrosa alguna
realidad que no por conocida deja de sorprender cuando se traduce a una imagen.
También es posible seguir el curso de un río, el Nilo, el
Ródano, el Ebro o el Tajo o de una obra humana como el ferrocarril
transiberiano. Las imágenes que se obtienen de la parte del planeta en que ha caído
la noche, la iluminación o su ausencia en algunas de esas zonas, revalida
aquella antigua verdad del valor de la imagen y las palabras. No voy a privarme
de señalar mis favoritas: La isla de Hondo, la mayor y más poblada de Japón. Norteamérica,
especialmente el área comprendida entre la costa atlántica y los grandes lagos.
La ya citada zona del noroeste de Europa. Del norte de Francia al Ruhr pasando
por casi toda Bélgica y Holanda.
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