lunes, 1 de julio de 2013

La vuelta a la (a)normalidad




Del Ball de L’Estatut, abril 1976, al Concert per la llibertat, junio 2013, qué ha pasado además de treintaytantosaños? Las bobadas, con todo respeto, que sueltan la mayoría de políticos profesionales a diario, sientan como patadas en lugares estratégicos de la anatomía cuando la situación personal es medianamente normal. Cómo sientan cuando uno es trabajador de Sniace, por poner solo un ejemplo. Una empresa que se convierte por momentos en la alegoría de la ruina de Cantabria. En Catalunya, quiero ponerlo con “ny” pese a la furia de mi corrector, tampoco les salen las cuentas.

La simulación en diferido ha terminado y María Dolores sigue cantando boleros. Ahora su pareja de baile es el ministro de educación, con minúscula, que es la que demuestra tener él y la que quiere para la mayoría. Siguen ebrios de su mayoría. Y con los bolsillos a reventar por los sobres-sueldos. Cuando se hablaba de financiación ilegal de los partidos, del PP en concreto, el personal se imaginaba que era para tener un poco de calderilla para carteles electorales y cuñas de radio y tal. Que las ingentes cantidades de pasta negra sean para sus sucias carteras y que ya esté en documentos judiciales habría hecho saltar el gobierno en pleno en cualquier país normal. Lo de ser diferentes lo acuñó Fraga, por alguna razón, hace la tira de años.

Cuando se despierten de la embriaguez de la mayoría,  la escena será comparable a la de lo imposible, -esa película que no parece española en la que todo el mundo sabe que ha ocurrido realmente, pero que era tan improbable que se pudiera dar, que se salve toda la familia después del tsunami… En el tsunami Bárcenas no se podrán salvar todos. Algunos/as tendrán que ir haciendo maletas antes de las europeas de 2014. Mientras algunas ya se han puesto el salvavidas. A la máxima dirigente de los populares vascos le produce nauseas (la corrupción en su partido) y a Esperanza Aguirre, con lo que es ella, mucho más. Amigas del alma, a los que ni siquiera estamos en el PP para que contaros lo que nos produce.

Cuando España empezaba a ser diferente de si misma, a mi me llevaron al servicio militar obligatorio. Tal día como ayer, cuarenta años atrás, las fiestas de Sarón marcaron mi vuelta a la vida sin uniforme. Dos meses y medio en Vitoria y doce en Burgos que no consiguieron hacerme peor persona de lo que ya pudiera ser antes, aunque conocí de cerca un sistema en el que la sinrazón era la norma. A las fiestas no he acudido, pero un bañito en el Cantábrico, como entonces, ha señalado el inicio del domingo con el que terminaba el semestre.

Lo singular de la primavera pasada, con un mayo como un abril y un junio como un mayo, hace que nos cueste creer que ya estamos en verano. De cualquier forma en mi casa, y en no se cuántas miles más, amanecimos el domingo 30 sin agua en nuestros grifos. Y la solución de la avería se tomó unas cuantas horas, así que el baño de mar mañanero era casi obligatorio. En cualquier momento el Ayuntamiento de la capital y la empresa beneficiaria del servicio nos comunicará a los afectados la parte del recibo trimestral que nos va a reintegrar. Eso se supone que ocurre con empresas eficientes y en esos países a los que tanto gusta compararnos.

Todo está alterado. Es más que una sensación. En Pirineos, hay espesores de nieve en las cotas altas cercanos a los de la temporada de esquí. Pero nos acostumbramos a las anomalías. Nos habíamos acostumbrado a que nuestra roja ganase siempre, que era anómalo. Brasil nos ha devuelto a la normalidad hace unas horas aunque eso tampoco hará dimitir al gobierno ni abdicar al rey.

Y Obama se ha ido a despedir de Mandela, o eso parece, aunque los viajes presidenciales se ajusten con mucho tiempo. Nkosi sikelele Nelson Mandela. Tu figura, en la lucha, en la cárcel, en la presidencia de tu país y en la etapa posterior, llena medio siglo de Historia. Has sido, junto a Martin Luther King, el Gandhi de la segunda mitad del siglo XX.



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