Los días de grandes celebraciones, por mucho que empiecen
con motivos puramente comerciales, acaban calando en el conjunto de la
población. Ayer fue el día de la madre y me consta que mucha gente, que pasa
mucho de yaesprimaveraenelcorteinglés, sintió que era un día muy
especial. No me importa empezar en primera persona. Pero acabó predominando en
mí el recuerdo del día de la madre del año pasado.
El primer domingo de mayo de 2012 era día 6, como hoy. Yo no
estaba en España, ni en Europa, y se me pasó por alto la celebración. La
noticia del día venía marcada por la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales en Francia. Recibí la noticia del triunfo de Hollande desde una
radio francesa que emitía desde Dakar y me alegré profundamente. Podía ser un freno
al empeoramiento de todas las variables socioeconómicas en Europa. Parece que
la realidad trabaja a cámara lenta o el presidente francés resultó un bluf. En
todo caso, no parece demostrable que un triunfo de Sarkozy hubiera resultado
más positivo para los intereses de la mayoría de europeos, incluyendo claro
está, a la mayoría de españoles y franceses.
Fue un día en el que la realidad africana se me hizo muy
viva. Empezando por la luz y la temperatura del interior, sin los disfraces
brumosos de la costa. Conviví con una familia española dedicada a promover el
desarrollo agrícola en una aldea del interior de Gambia, con sus invitados del
día, siete médicos cubanos que trabajaban en el hospital de Banjul, una pareja
de norteamericanos dedicados a algo parecido a una misión laica y otra pareja
de españoles, residentes, que me habían hecho el contacto. Quince personas que
comieron y bebieron agua embotellada, y cerveza fría, en un lugar en el que la
mayoría de la población usa el agua del río sin tratar o bebe aguas de pozos
dudosos. Y come, algo come, aunque a primera hora de la mañana no se sepa si
ese día se podrá comer algo. O si habrá leña suficiente para hacer esa comida…
Era el interior. Ni rastro de turistas. Una igualdad entre
los nativos que seguramente no estaba lejos de lo que se describía en los
análisis materialistas de la historia como el modo de producción comunal
primitivo. Y gente que está dedicando su vida, la profesional y la otra, a
tratar de mejorar esas condiciones de vida.
Bueno, pues en estas celebraciones, y cuando uno no tiene
mucho que celebrar, con los cinco millones de parados registrados o los más de
seis de la encuesta de población activa, con el presidente del gobierno y sus
ministros que solo aparecen, muy de vez en cuando, para solicitar paciencia y,
básicamente, fe … de la oposición hoy voy a tener el detalle caritativo de no
ocuparme, en esos momentos, en los que es muy fácil caer en el pesimismo, me
resulta eficaz acordarme de lo que vi en África hace un año.
Y si, de las madres africanas, que como las de aquí, pero
mucho más, llevan en sus espaldas, y esto es una realidad, no una figura
literaria, a sus hijos y al conjunto de la familia, y la leña cuando la
encuentran y el agua que recogen del río, quienes tienen suerte de tener un río
cerca.
Vamos a pelear para no retroceder todo lo que parece que
algunos se han propuesto que retrocedamos. No digo yo que nos quieran llevar a
África, de dónde al fin y al cabo venimos, parece que incluso los rubios, quizá su intención sea solo
dejarnos en China.
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