miércoles, 30 de enero de 2013

Retirarse a tiempo




Hace unos días, pocos, en una tertulia radiofónica se debatía abiertamente sobre la conveniencia de la abdicación del rey de España. El ejemplo holandés debía ser la coartada. Partidarios y contrarios de la idea mantenían el mismo argumento: Dada la situación actual, del conjunto de la sociedad, de sus dirigentes y de la propia familia real, mejor abdicar, y por lo mismo, los otros mantenían que mejor mantener la experiencia, del rey, frente a la juventud, del príncipe.

El concepto de joven se ha ido alargando en los últimos tiempos pero no es malo recordar que Felipe Borbón y Grecia, creo que ese es su segundo apellido, pero no estoy completamente seguro, el príncipe, cumple hoy cuarenta y cinco años. A su edad yo no me consideraba joven, mi hijo tenía quince años, la hipoteca de la vivienda familiar ya estaba cancelada y había cotizado más de un cuarto de siglo a la Seguridad Social lo que debía equivaler a unas 50.000 horas, 50.000, de trabajo asalariado para distintos patrones incluyendo el Estado español, y lo que es peor, con miles de mañanas escuchando un despertador. Todas las comparaciones son odiosas, pero si Felipe alguna vez tiene que ser el jefe del Estado, cuarenta y cinco años no me parece una edad muy temprana para empezar.

A mi me gustarían otras opciones más modernas para la primera magistratura del estado, alguna forma electiva y no hereditaria, pero en cualquier caso, un hombre que ya ha cumplido los 75 y que precisamente en el último año ha dado mucho que hablar con su vida privada, al margen de su estado de salud, parece estar en un momento fantástico para pasar a ser una especie de rey emérito, rey padre o Duque de Botswana, o de los elefantes, el título parece lo de menos, pero jubilado, jubilado ya, este año mejor que el próximo.

El año que nació Felipe, 1968, se publicó en España un artículo titulado como esta entrada a mi blog. Se completaba con un “No al general De Gaulle” Era mayo y en Francia había algo muy parecido a una revolución. Aquí, en plena dictadura, alguien entendió que De Gaulle era otra coartada y que el verdadero no, que Calvo Serer y el diario Madrid querían dar, era al general Franco.

Aquel diario que ya había tenido serias advertencias por su compromiso con el futuro, acabó literalmente dinamitado, pero como parece que los mortales no pueden ser a la vez, no podemos, ser inmortales, el general, los generales, el de aquí y el vecino, acabaron desapareciendo. Es cierto que De Gaulle no esperó a morirse en el cargo.

Con el hedor de la corrupción invadiendo la propia Zarzuela, la fecha de hoy ha sido un tren que el rey no ha querido tomar. Claro que si los asesores de la familia también están en la trama, vamos a ser los republicanos quienes le demos buen consejo y no lo aceptará, y… el último rey de España que murió en el trono fue Alfonso XII, en 1885 y ya su madre, Isabel II, había muerto destronada en Francia. Es tiempo de retirada. Una gran ventaja conseguida en estos cuarenta y cinco años es que nadie volará este blog. Eso espero.

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