El
3 de abril de 1979, con la Constitución recién aprobada, se celebraron en
España las primeras elecciones municipales en más de cuarenta años. Yo todavía
era metalúrgico y no había decidido, o lo decidí justo ese año, dedicarme a la
enseñanza. Un resultado electoral, en el que la suma PSOE-PCE superó en más de
un millón de votos a la de UCD-AP, más un esfuerzo negociador que se podría
personalizar en Santiago Carrillo y Alfonso Guerra, hizo que el mapa de España
se tiñera de rojo. Muy pocos municipios de más de 50.000 habitantes tuvieron un
alcalde conservador.
En
muy pocos meses estallaron escándalos de corrupción que afectaron a los nuevos
gobiernos municipales. En L’Hospitalet de LLobregat, la mayor población
española fuera de capitales de provincia, un concejal del grupo mayoritario,
socialista, adjudicó a su esposa un
vehículo del depósito municipal sin subasta previa. En 1980 tuvo que dimitir-
qué tiempos! Años más tarde el mismo personaje fue contratado temporalmente por
el mismo Ayuntamiento…
En
aquella misma primera legislatura municipal, algún concejal del equipo de
gobierno del Ayuntamiento de Barcelona disponía de su tarjeta visa-oro, con
cargo al Ayuntamiento, como si no hubiera hecho otra cosa en su vida. Personas
que se habían jugado lo poco que tenían, vida y puesto de trabajo, en los
últimos años de la Dictadura, en pocas semanas se habían acomodado a un nivel
de vida que escandalizaba a la mayoría de sus votantes.
Después
del arrollador triunfo de 1982, de la incorporación al PSOE de más de un
oportunista, se conocieron más y más casos. Espero no defraudar a ningún lector
habitual. Sigo creyendo que la mayoría de políticos es honrada. No creo que haya mayor corrupción en la izquierda política, al
contrario. Todavía creo que la derecha es más corrupta. Pero es que los
términos del debate ya no pueden ser esos, aunque algún dirigente siga
empecinado en esa comedia. He señalado los dos primeros ejemplos, conocidos
personalmente de muy cerca, por ser anteriores a la entrada de los socialistas
en el gobierno de España. Hubo prácticas irregulares desde el minuto cero en
que se tocó poder. La derecha nunca ha dejado de tocar el poder. Parece que el
poder es así, al menos en el sur de Europa.
Lo
que me parece inaudito después de tres décadas largas es que no se hayan tomado
medidas preventivas. Con ninguna otra enfermedad se obra así. El SIDA que
apareció en aquellos tiempos, está infinitamente más controlado que la
corrupción política. La financiación de los partidos, de los que tocan poder,
en el gobierno central o en los locales, no ha dejado de tener divertículos
ilegales. Que los encargados de recaudar para los partidos distraigan
cantidades para su bolsillo es, seguramente, natural. Desde el caso Naseiro al
FILESA, con resultados judiciales dispares, ha llovido mucho. Y sigue. A veces,
como ahora, llueve sin parar, era el título de la anterior entrada en este blog.
Que
el día que Montoro y nuestra diputada Madrazo, tienen que poner la cara en el
Congreso para tratar de explicar lo de Bárcenas, que no digo yo que sea fácil,
a los otros les salga la burbuja Amy desde la mismísima cúpula de su
laboratorio ideológico, es más que una casualidad. Es una analítica detallada y
un diagnóstico electrónico y nuclear. En España huele mucho peor que en la
Dinamarca del príncipe hamletiano. Y faltan todavía los destinatarios de los
sobres de Bárcenas.
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