lunes, 21 de mayo de 2012

Santander- Tanger (SB01)



Voy a publicar en el blog algunas reflexiones al hilo de un viaje realmente singular que acabo de realizar. Podía haber creado otro blog para estas publicaciones pero recuerdo que desde la primera entrada, allá por septiembre de 2010, establecí que aquí se iba a publicar todo lo que considerase oportuno de mis circunstancias y de mi mismo. Ya tengo otro con una cuestión profesional en relación con la enseñanza bilingüe y no quiero tener que controlar un tercero, con sus claves y el resto de impedimenta. La cuestión es que las crónicas del viaje se entrelazarán con otras entradas que voy escribiendo, más relacionadas con asuntos de actualidad y que se publican también en el diario digital http://www.aquiconfidencial.es/
Para diferenciarlas, para que nadie se sienta timado, los titulares de las del viaje llevarán, entre paréntesis la clave SB, Santander-Banjul, y el ordinal correspondiente, como en este caso con la primera.
La salida se produjo el pasado 25 de abril. En la gasolinera de Sierrapando nos juntamos los dos vehículos, el que había salido de Comillas, con Fran y el de Santander conmigo. Dos Mitsubishi que han demostrado a lo largo de 5.000 kms su buen estado y que no nos han dado el más mínimo problema. Dos Mitsubishi que en este momento quizá hayan cambiado ya de dueño en Gambia. Fran se dedica a exportar ese tipo de vehículos lo que ocurre es que hasta ahora no los ha metido en un barco rumbo a Banjul.



Se hace la ruta por tierra, atravesando Marruecos, el antiguo territorio español del Sahara, Mauritania y el norte de Senegal, para acabar en las cercanías de Banjul, la capital de Gambia donde reside Fran. Ese es el viaje, abierto a quienes quieran colaborar en la conducción de uno de esos vehículos y con varias oportunidades de realizarlo cada año. Ahora mismo están previstas las siguientes salidas para principios de julio y en agosto.
Yo quería ir a África y no quería hacerlo como cliente de un mayorista de viajes. Cuando me enteré, gracias a mi sobrina Cristina, de lo que hace Fran, dudé muy poco. Sabía que algo así era lo que quería para mi primera experiencia africana. A los 17 años había pasado unas horas en Melilla. Y hace doce años la nochevieja me alcanzó por el Nilo. También era Ramadán. Todo estuvo muy bien en un viaje muy poco preparado pero Egipto, que está en África, nadie lo duda ni lo discute, es otra cosa.


La ruta fue la de la Plata, por Palencia y Valladolid a Salamanca y las proximidades de Plasencia, donde paramos a comer y repostar, para seguir a Sevilla, por Mérida, y Algeciras. Viajar fuera de temporada, era el miércoles de Feria y la Maestranza estaría a rebosar, tiene ventajas. Llegamos a Algeciras a las siete de la tarde, poco más de diez horas de viaje desde un Cantábrico que aquel día estaba asurado. A las ocho ya navegábamos en el “Atlas”, marroquí, rumbo al nuevo puerto de Tanger.



Como corresponde al 25 de abril la música del día, escuchada dos veces en dos emisoras distintas, fue “Grandola vila morena” La víspera, con las bolsas de viaje sin cerrar, cerca de la media noche, me sobresaltaron unos cohetes, tres o cuatro. Un vecino festejaba la derrota del Barça en las semifinales de la Champions.
Ese miércoles 25 escuchamos el partido del Real Madrid contra el Bayern. La señal de televisión se perdió muy pronto. En los trámites aduaneros, largos, pesados, tres horas enteras, nos perdimos los penaltis. Uno de los aduaneros se dio por enterado de nuestra carga y se lo explicó a los demás: Ayuda humanitaria para niños en Gambia. Nos ahorró el paso por un scanner que estaba colapsado con todos los vehículos que se dirigían a Algeciras, quien sabe si hubiéramos amanecido allí mismo.
Cuando finalmente me enteré del resultado del partido, en la autopista, no pude evitar un pensamiento para el vecino de los cohetes. Iba conduciendo, muy tarde ya, camino de Asilah donde dormimos esa primera noche. ¿Qué habría hecho con los cohetes que sin duda reservó para el miércoles? Todavía no se lo he preguntado. Quizá no lo haga nunca. En esta primera etapa nos habíamos merendado más del 20% del total del viaje.

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