Necesitamos
con urgencia estrenar un nuevo sistema. La insoportable sensación de un turno
dinástico, como el de hace un siglo, hace imperiosa la renovación radical del sistema. Yo, que he discutido con algún amigo que
sostiene que el PSOE y el PP, el PP y el PSOE, son iguales, sigo pensando que
no son iguales, pero cada vez se parecen más. Y no son iguales.
Tampoco
el partido de Sagasta y Canalejas era igual que el de Cánovas y Maura, pero
eran el “sistema”, un sistema que por corrupto e injusto entró en crisis y nos
llevó a medio siglo de convulsiones en España, dictaduras y guerra civil por
medio. Y el sufragio universal- masculino- y el servicio militar obligatorio y
meter en vereda, en cierta vereda a las instituciones ligadas a la Iglesia y
cierta apuesta por la enseñanza pública… y muchas cosas más, vinieron de la
mano de los liberales, nunca de los conservadores. No eran iguales, aunque muy
parecidos.
La
parte progresista de la sociedad, la parte de la sociedad que estando aburrida
de la gestión socialista de la segunda legislatura de ZP no se entregó a las
promesas vacías de los conservadores, más una parte nada desdeñable de quienes
creyeron las no promesas o que ganados por el cabreo monumental entregaron la
mayoría absoluta al equipo de Rajoy, están empezando a decir basta.
Entre
decenas de casos que asquean a los ciudadanos cumplidores, muchos ya sin un
salario fijo, quiero destacar dos en que la confusión entre las dos opciones
políticas con posibilidades de gobernar esta esquina de Europa, va a ir
haciendo que ambas se invaliden a la vez.
Una
figura que el protocolo del estado sitúa en lugares de cabeza, siempre entre
los diez primeros puestos, el presidente
del Consejo General del Poder Judicial y del Tribunal Supremo, se gasta el
dinero de los contribuyentes de manera oscura y muy sospechosa, en hoteles de
lujo en Marbella, en fines de semana muy largos, no una, ni dos, ni tres veces.
Alrededor de veinte, con miles de euros de fondos públicos sin duda
derrochados… Se sabe, que no es poco, y, hasta este momento, ha corrido más
peligro el denunciante que el denunciado.
Un
señor, por otro lado, que llegó al puesto como apuesta personal del último
presidente socialista, pese a su confeso estado civil que vulgarmente se conoce
como meapilas. ¿Cuál es la coherencia de los beatos del siglo XXI? También
algún consejero autonómico comparte ese estado civil y, curiosamente, también
actúan de forma tremendamente sospechosa en la administración de los dineros
públicos.
El
otro caso, el del rescate de Bankia, el buque insignia de las finanzas
conservadoras, con un peso pesado del PP al frente, Rodrigo Rato, una especie
de antiMidas que ya se apeó del FMI en marcha poco antes de todo el vendaval
actual. Un rescate que si alguna vez nos enteramos de los detalles nos va salir
por un huevo de la cara que decía alguien con más caché que un servidor.
Personalmente, los 500 euros que me tocan, en vez de ponerlos en el bolsillo de
los que se lo han llevado crudito de la antigua Caja Madrid, más la valenciana,
más alguna menor, preferiría pulirlos a mi bola y sin dar ninguna explicación,
aunque luego me digan que vivo por encima de mis posibilidades.
Y
son asuntos no menores en los que la diferencia de actuación entre los dos
partidos debería ser nítida. Y no lo es. Lamentablemente. Lo que algunos
denominaron alguna vez clase política, se comporta cada vez más como un
estamento, más privilegiado que ninguno. Echar el perro a otro estamento, la
Iglesia, no deja de ser un recurso, pero es inevitable pensar, después de siete
años y pico de gobierno del PSOE, cuál puede ser la razón para no haber
planteado antes alguno de los privilegios estamentales, IBI u otros.
Necesitamos
un 14 de julio con urgencia. No sé dónde estará nuestra Bastilla pero todo
apesta a Antiguo Régimen.
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