martes, 22 de mayo de 2012

Asilah - Rabat (SB02)


La primera noche no fue muy larga, el descanso de esa primera noche. Había que madrugar y llegar a la embajada de Mauritania en Rabat antes de las once. Lo cumplimos sin problemas y allí se quedaron nuestros pasaportes para obtener el visado. Al pasar por Larache no pude evitar acordarme de mi tío Elías que está a punto de cumplir 90 años y que hizo la mili allí en los primeros años cuarenta. Cuando la zona era un hervidero y el ejército de Franco había anexionado el área internacional de Tanger al Protectorado del norte de Marruecos, con las autoridades de Vichy controlando el sur … Todos habéis visto “Casablanca”, pues en esas, mi tío Elías en Larache, en el Regimiento de Artillería 31.

La Historia asalta mucho en este viaje. Ya la víspera había visto un cruce a Castilblanco y otro a Casas Viejas, la Reforma Agraria de la II República por la autopista A-66. Luego resultó que el Castilblanco próximo a la A-66 no es el de la matanza de la nochevieja de 1932. Días más tarde resultó inevitable recordar a mi amigo Susi, mili en Sidi Ifni, o a mi primo Nacho, mili en El Aaiun, o a mi amigo Miguel, catalán de Premiá de Mar, con mili en Villacisneros …



Rabat, a unos 1.300 kms de Santander, es una gran ciudad, alrededor de dos millones de habitantes, llena de contrastes. Del tranvía más moderno del continente a las callejuelas de la Medina, del Technopolis, tan parecido al Parque Tecnológico de Corbán, a las callejuelas del zoco, con sus colores y sus olores. Las vistas al Atlántico y las zonas en las que parece que se está muy lejos del mar. Ya antes de llegar a la capital los ojos amenazan con salirse de su sitio. Un rebaño de ovejas, y su pastor, con camiseta del Atlético de Madrid, cruzan la autopista de peaje con bastante calma. Y peatones, y ciclistas y carros de tracción animal. Realmente la autopista tiene muy pocos pasos elevados y no está cerrada con ninguna malla de seguridad, atravesarla es arriesgado pero no imposible.




Después de hacerme unas fotos en un photomaton y terminar el trámite de la embajada, el desayuno es soberbio, una rica omelette con el pan local que es francamente bueno y nos vamos a la Medina a buscar el hotel Gaulois, bastante decente y bastante barato. Paseo por la muralla con vistas al océano y comida en el zoco. Descanso de tarde, casi siesta, cuando un alboroto notable nos deja ver que también en Marruecos hay problemas en la educación. Una manifestación no muy numerosa es rápidamente disuelta sin emplear más material que la presencia de los antidisturbios. En algún momento, no sé si antes de la comida o de la cena, cae una riquísima ensalada de frutas con yogur.



En el café en que vemos el partido del Athletic de Bilbao contra el Sporting de Lisboa no parece que hay ningún portugués. El público local y nosotros estamos con la esperanza de que este año la Europa League sea española. Para esas alturas del viaje, al final de la segunda jornada, ya tengo en la cabeza las dos melodías que más me van a sonar en toda la semana siguiente. Si en la primera etapa me quedé con el “Grándola vila morena”, desde este jueves 26, hasta Senegal, los hits, ex aequo escuchados por igual en las dos emisoras que nos acompañan hasta Mauritania, Hit Radio y 2MFM, son “Avant qu’elle parte” de Sexion D’Assaut (http://www.youtube.com/watch?v=aOC9Fz1HCec) y "I’m glad you came" de The Wanted (http://www.youtube.com/watch?v=MC4tTLSUBjw

El viernes, antes de abandonar la Medina desayunamos. De nuevo en el zoco. Hoy toca dulce. Las pastas de almendra aparecen muy, muy tentadoras, las avispas ¿cientos? ¿miles? están tan ocupadas en lo suyo que no parece que puedan hacer daño a nadie. Pero yo me pongo nervioso. No he traído urbasón.

Recogemos los visados un poco antes de lo anunciado, pero no antes de la oración del viernes. Hacemos tiempo dando las primeras novedades desde un cyber y hacia la una salimos para Marrakech.














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