La locomotora requiere cada vez más vapor, más temperatura, hasta que algo explote. El final de octubre no solo era este año el recuerdo de los muertos en general, las locuras del carnaval de otoño en que se ha convertido la fiesta de los difuntos reimportada desde Norteamérica cuando aquí teníamos bonitas tradiciones asociadas a la recogida de las últimas cosechas, las castañas, los dulces prenavideños… Este año era también el primer aniversario de un par de centenares largos de difuntos que lo fueron en buena parte por negligencia, en Valencia casi todos ellos. Al aniversario de aquella dana mortal, me ha tocado sumar un accidente mucho más cercano en el tiempo y bastante cercano en lo familiar, de tal manera que en la tarde-noche del truco o trato me encontré en un funeral.
Las convenciones sociales hacen que
asistamos a ceremonias religiosas muchos que tenemos muy abandonadas esas
prácticas. Hace tiempo que en esas circunstancias y manteniendo todo el
respeto, trato de recordar el latín que aprendí en aquel tercero de bachiller
de mitad de los años sesenta. Rosa, rosae y templum, templi. Dativos,
acusativos y genitivos… El pater noster me sale tan bordado que al día
siguiente lo recité de corrido en un panteón del cementerio de Segovia, en
recuerdo de mis segundos suegros. Hace poco ya he comentado que tengo la suerte
de tener tres familias.
Pero la semana, además del bochorno
de que al funeral de Valencia asistiera el desalmado president de aquella
Comunitat, tenía otra cita de esas que nos preparan quienes parece que no se
enteran del desaguisado que se traen entre manos. Sobre el papel que ha
adquirido el Senado en esta legislatura, ya anticipé mi opinión el 31 de agosto en este mismo
blog y el 3 de noviembre del año pasado una mera cronología del contraste que
está a punto de oficializarse y desenmascara al gran mentiroso, ese que día sí
y día también acusa de mentir a todos demás: Estuvo informado -por el que no
cogía el teléfono- en todo momento, “de primera mano”. Y empieza el juicio
contra el fiscal general, un “pasen y vean” de primicia mundial…
Y el cansancio enorme ante el
rifirrafe que solo engorda a quien no hace nada y le importa un pimiento la
democracia; y descubrir qué individuos andan por ahí ganándose sueldos
espléndidos por hacer algo muy parecido a una gamberrada. Por ejemplo, un
senador por Cuenca de cuyo nombre no me da la gana acordarme y de apariencia
digna de novelas del siglo XIX.
Además, las novedades del tema del
Sahara Occidental a modo de “éramos pocos y parió güela”. Pero ha sido en la
sección local donde me ha explotado la cabeza esta semana que acaba ahora
mismo.
La deriva de la presidenta Buruaga, que parece que tiene formación en Derecho y que ha reaccionado igual que la alcaldesa Igual, de la que se desconoce su formación, aunque durante años pretendiese tener un título universitario. Al margen de las diferentes formaciones, ambas tienen poca y mala memoria. Se comportan como señoras de la derechona menos cultivada, hablando de oídas y sin ningún rigor científico… y así, reaccionan a la propuesta de declaración como lugar de Memoria de la Magdalena, en recuerdo del primer campo de concentración creado por el régimen franquista, oponiendo la cantinela de los arrojados por el faro… ¿dónde encontraron los cadáveres? ¿No saben todavía que la propia causa general franquista desmintió el hecho? Seguimos con mitos interesados y arrimando ascuas a sardinas propias, pues deben considerarse parte de un bando. Las víctimas del “Alfonso Pérez” son buenas pero las del bombardeo nazi no merecen más que el olvido. Eso es mantener las heridas, precisamente eso. Situarse con las víctimas, en el lado de las víctimas, de todas las víctimas, es lo único sano. Lo contrario es lo que nos obliga a movernos entre la vergüenza y el asquito.
Gaza, vergüenza de la
humanidad; Gaza, siempre en la memoria


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