domingo, 23 de noviembre de 2025

Más allá de Orión

 

 

Ver cosas que no creeríamos. Canciones y películas que nos proponían lo imposible. Puede ser que cada generación haya asistido a lo que poco antes no se podían creer. Ver naves en llamas más allá de Orión es hoy una bonita parábola. Hace “solo” 90 años el mundo iba saliendo de la gran crisis provocada por el crack de la burbuja de 1929 y en España todavía gobernaba la derecha. Hubo una derecha republicana, sí y aplicó la ley con decisión, incluso con bastante crueldad. Pocas bromas. La mayoría de los judíos alemanes todavía no se podían imaginar lo que se les venía encima y en Abisinia, hoy Etiopía, uno de los pocos territorios soberanos de África, los italianos solo eran los vecinos de la costa que ocupaban, Eritrea y Somalia, desde medio siglo antes. Después vino lo que vino en todos esos territorios y en China y… y… y…

El último cuarto de siglo, empezando por aquel 11 de septiembre neoyorquino y siguiendo por la crisis financiera y la pandemia, no estoy seguro de que se pueda comparar a lo señalado en el primer párrafo. Al menos el número de víctimas es  inferior. Pero tampoco nos lo hubiéramos creído en una narración previa. El martes, en Barcelona, he asistido a un partido de fútbol que yo creí un acto de solidaridad con el pueblo palestino y en contra del genocidio perpetrado por Israel. Y en buena parte así fue pero también muchos/as asistimos atónitos/as a un aquelarre indepe.  

Los balcones de Barcelona ya no lucen las decenas de miles de banderas esteladas que se podían observar hace cuatro años o cinco o tres. No. Incluso en la plaza de Sant Jaume, las dos instituciones que se asoman a la misma lucen las banderas oficiales. Sin concesiones. Parecía que se había apagado una buena parte del fuego de 2017. Digamos que ese fuego está perimetrado y no es poco, pero cuando surge la ocasión se reaviva. Lo vimos mientras ascendíamos desde la plaza de España pero sin imaginar          que dentro del Estadi Olimpic tuviéramos que asistir a gritos multitudinarios de “espanyol el que no boti”  o a odiosas comparaciones entre España e Israel, sin atender a lo que los palestinos en general y sus autoridades, aprecian del comportamiento del gobierno español en ese sucio asunto de la masacre en Gaza y Cisjordania.

Y hoy mismo, un primera fila del escapismo, del ilusionismo, como Puigdemont encuentra hueco en un periódico serio para tratar de advertir al socialismo de que su tiempo se ha acabado y no por haber abandonado políticas tradicionales de esa tendencia, no. Debe ser solo por lo suyo, de él. Pese a la amnistía y pese a muchos pesares. También es noticia de esta semana la derrota de los socialistas daneses que  han perdido la alcaldía de Copenhague después de más de un siglo, pero el ex president no muy honorable, fugado, se mueve más entre Bruselas, Suiza y Perpinyà. Más al norte debe darle pereza y hace más frío. En Dinamarca los problemas territoriales son casi desconocidos pero abrazar políticas de la ultraderecha ha sido letal para los socialistas. Y no, no ha sido la ultraderecha la ganadora. La próxima alcaldesa lo será por una alianza de fuerzas progresistas a la izquierda del P.S.

Y aquí, sin tradición de matar pavos en la última semana de noviembre, solo nos vamos a quedar con el timo del viernes negro. En algún espacio de humor han hecho las cuentas: Se suben los precios un 50% y después los rebajan el 30% y a triunfar. Es el modelo del jefe de gabinete de la presidenta de Madrid que, afortunadamente, no es notario y los pavos o quienes hacen el pavo, podrían anidar en alguna sala de algún alto tribunal. O todos los demás. Vamos a echar guindas. Al pavo. Y ya si eso, a la pava.

 

Gaza, vergüenza de la humanidad; Gaza, siempre en la memoria

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