Ítaca es otra isla griega. Todavía no he visitado la isla de Penélope y Ulises y no descarto poder hacerlo pronto. Hay que fijarse metas. Creta fue durante mucho tiempo una meta a la que no había llegado. Ya no puedo decirlo. La vida me ha alcanzado para conseguir esa meta. En mi primer viaje a Grecia, la música que sonaba mayoritariamente era la de Theodorakis. Tenían la democracia recién reestrenada, como aquí. Era el verano de 1977. Alguien nos gastó una broma en el museo Arqueológico de Atenas a cuenta de la reina Sofía… No suena ahora Theodorakis en Creta. Supongo que es lo mismo que quien no haya vuelto a España en 47 años ¿Qué sonaba por aquí aquel verano? Me costaría casi el mismo esfuerzo determinar qué suena aquí ahora. Mi emisora de referencia musical está especializada en éxitos de los 70, 80 y 90…
En esta tercera entrega que cierra el viaje finalizado hace poco más de una semana, tengo que destacar, quiero
hacerlo aunque ya ha habido una referencia anterior, el extremo oriental de la
isla. La ciudad de Agios Nicolaos, su emplazamiento costero con varias
ensenadas y la laguna que podría parecer una albufera urbanizada pero que
parece que tiene origen volcánico, hacen muy especial todo el conjunto.
Llegamos sin mucha determinación, casi porque era paso obligado para el
palmeral de Vai. Y es una de las joyas del viaje. Y un recuerdo temporal de los
que permanecen. Ya está comentado también que este año la Pascua ortodoxa era
extraordinariamente tardía.
A los días de diferencia entre los calendarios juliano y gregoriano –esa nimiedad que hace que la famosa revolución de octubre fuera en noviembre, un engaño de inicio que no podía terminar bien- se ha sumado este año alguna peculiaridad del calendario lunar, más el deseo de no coincidencia con la Pascua judía, que parece que se ha alargado más que nunca. Soy consciente de que la explicación flojea, pero la realidad es que su Pascua en 2024 ha sido el primer domingo de mayo. Y que como ese era el día de nuestra vuelta, no hemos podido ver la quema del Judas de Agios Nicolaos. Otra coincidencia de este viaje. Ver algo que podía parecer un espantapájaros en mitad de la laguna y recordar que esa tradición –quemar al “malo” para celebrar la Resurrección- subsiste en algunos pueblos de este país nuestro... Nos fue confirmado rápidamente. Es la misma tradición que vendrá de antes del cisma de oriente.
Tampoco quiero acabar este recorrido
virtual por la isla sin comentar el buen rollo con el que los isleños se
manifiestan ante el visitante y lo que agradecen la media docena de palabras en
griego que somos capaces de pronunciar; o la facilidad con la que comparten
alguna información de ayuda… La red de carreteras es bastante mejor de lo que
podíamos imaginar, no solo la principal de la costa norte. El viaje, a poco que
se pueda, debería evitar los meses del verano. Lo comentamos con el
recepcionista del hotel de Heraklion. En la costa sur en los primeros días de este
mes ya se superaban los 30ºC. No le costó confesar que julio y agosto eran muy
incómodos para la vida del turista. Ese mismo empleado se sorprendió mucho
–surgió en una larga conversación con él en la espera para irnos al aeropuerto-
de que conociéramos la mera existencia de Varoufakis
y mucho más saber de los problemas que había tenido recientemente en Alemania.
El exministro griego es ahora candidato al Parlamento europeo y se le ha
prohibido participar en un congreso en Berlín para hablar de Palestina…
Como recomendación final, el viaje a
la isla debería ir acompañado de lecturas previas para disfrutarla más y mejor.
Es posible conocer con alguna extensión la cultura clásica y sus distintos
periodos relativos a la Grecia continental y a buena parte del territorio
actualmente turco, pero ignoramos mucho de la cultura propia de la isla, la
minoica, cronológicamente muy anterior. El viaje me ha situado ante lo poco que
recordaba o que nunca había sabido…
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