martes, 7 de mayo de 2024

Creta (1)

 

Podía haber llegado hace 47 años. En agosto de 1977, con unos días libres después de un circuito por Grecia nos pareció que no merecía la pena, pasar solo un par de días en una isla de ese tamaño. Visitamos otras, más pequeñas y más cercanas al puerto del Pireo, - he vuelto a ver algunos clips de Nunca en Domingo, con Melina Mercouri cantando y/o bailando a los niños de aquel puerto, Ta Pedia to Pirea. He vuelto a Grecia.  He vuelto, y en una revuelta del calendario, hemos vivido la Pascua ortodoxa. Hoy es un día festivo allí. Mucho para contar pero, de entrada, una religiosidad popular aparentemente más profunda y extensa que lo que acostumbramos a ver en nuestro ámbito católico.

Si hoy es festivo en Grecia, mañana muchos países europeos celebran sin trabajar el aniversario del final de la II Guerra Mundial. Hace nueve años, en el 75 aniversario de ese final, dejé escrito en alemán, en una exposición en Berlín, el poco excusable olvido de la participación de españoles, griegos y yugoslavos en aquel conflicto. De nuevo, la Memoria entrecruzándose con la Historia. De nuevo, Historia y Memoria batiéndose en la actualidad. De vuelta a casa una de las primeras noticias que me sorprenden –ha habido muchas desde la última entrada a este blog- es la ralentización por parte del PP, para disgusto de VOX, de las denominadas leyes autonómicas de concordia. El trileo se ha apoderado de la política con más ahínco del que a veces somos conscientes. ¿Y después de las elecciones al Parlamento europeo? Volveremos a la carga. 

Pero esta entrada quiere dedicarse al viaje. Hay un vuelo directo a Atenas desde Bilbao, con una compañía española. Y otro de la misma compañía de Atenas a Heraklion. Y otro de esa misma compañía de Heraklion a Burdeos. La capital de Aquitania está a la misma distancia de la nuestra que Madrid, y es mucho más manejable. Y las estaciones del tranvía tienen nombres transversales: Chaban Delmas y Miterrand. O Stalingrad y Saint Jean…

Y la isla vale mucho la pena. Incluso si aterrizas en el mismo momento en que tu presidente de gobierno anuncia que sí, que vale la pena intentarlo. Supongo que se refiere a que va a intentar secar el barro. Quien no se haya preguntado alguna vez si nuestros sacrificios valen la pena, no entiendo qué tipo de vida tiene o ha tenido. Acostumbrados al “Una hora menos en Canarias”, allí estamos a una hora más que en la Península.

Hay dos atractivos fundamentales en Creta: la Naturaleza y el legado Minoico. Una isla de buen tamaño en la escala mediterránea, con altitudes que hacen que se conserve la nieve a finales de abril, mientras te bañas con una temperatura del agua bastante aceptable. Y todos los contrastes posibles en un lugar que ya hace unos seis mil años aprovechó su situación de encrucijada entre Europa y África, entre el oriente mediterráneo y la Península italiana. Contrastes internos Norte/Sur, con varios grados de diferencia en la temperatura entre una costa y la opuesta. El paisaje del oeste, a una cierta altura, parece más atlántico que mediterráneo. El este no engaña, la aridez se asoma sin disimulo. La playa de Vai dice contar con el palmeral natural más extenso de Europa. Claro que es una Europa que mira de cerca a Libia.

Las otras dos playas de referencia, Balos y Elafonisi, nos han merecido puntuaciones muy diversas. La primera justificaría un viaje a la isla. Si ahora alguien me pregunta qué hacer con unas pocas horas en Creta, una imprescindible es la visita a Balos. Con un peaje mínimo de 1€ por persona, pero con una pista de siete kilómetros que hay que recorrer con bastante prudencia y, digamos, fuera de la ley si se maneja un coche alquilado. El remate es una caminata final de aproximadamente media hora que a la vuelta, cuesta arriba, podría rozar lo infernal en verano. Y contando con todo, hay que ir. Elafonisi tiene el acceso mejor, el aparcamiento más caro y más propaganda que realidad en cuanto a sus arenas rosas. Coloquialmente se puede denominar playa Timo. Ambas están en el extremo occidental, una muy al norte y la otra todo lo contrario.

Una manera de alimentar el autoengaño, cuando nos reclamamos viajeros y no turistas, tiene buena base en las lecturas previas. Muchos años después de 1977 leí “The Cretan runner” de George Psychoundakis, traducida por el oficial británico que coordinaba a los grupos de resistentes contra la invasión nazi, Patrick L Fermor. Más recientemente, sabiendo ya que iba a viajar a la isla, Henry Miller y su “Coloso de Marusi” han hecho que visitara el parque arqueológico de Phaestos. Terminé la lectura de “Lo pasado no es un sueño” de Theodor Kallifatides, en la edición e-biblio de la Biblioteca Central de Cantabria, poco antes de aterrizar en Atenas el domingo 28 de abril.

(Continuará, espero)

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