Sin acabar la cuesta de enero nos hemos encontrado con un término descriptivo de buena parte del ambiente que nos rodea desde hace meses/años. Ahora que se pueden encontrar partidarios del terraplanismo a poco que se hurgue, ha sido interpretado como escandaloso uno de los últimos conceptos surgidos de la factoría monclovita. Pero la fachosfera, tiene ya tanta entidad, se discuta o no, como la Litosfera, la Hidrosfera y la Estratosfera. Es como lo del pato. Si parece un pato y camina como un pato y se expresa como un pato, es muy probable que sea un pato. No ocurre en exclusiva en España. Es una tendencia mundial. El antiguo conservadurismo democrático empieza a parecer pato/oca.
A los que en Moncloa se dediquen a
revisar lo que se publique en redes se lo vuelvo a decir. Con toda humildad.
Quizá no lo vieron la primera vez que lo indiqué. No sé si ahora es la segunda
o la tercera. A los trabucaires de Puigdemont ya, ni agua ni sal. Una moción
de confianza y que se retraten. Hay suficiente abono en el terreno. No solo en
ERC y PNV… En el interior de Junts se ha visto lo que se ha visto. Mejor no
distraerse con los de enfrente, que tienen montada la zambomba caiga quien
caiga y con toda la fachosfera detrás.
Sin embargo, mi noticia semanal
viene de Francia. No estoy seguro de si conocí personalmente a la señora Royal, Ségolène, en un acto académico, pero
mi instituto y yo mismo coordinamos dos proyectos europeos Comenius, años
1996-98 y 1999-2004 y en aquella asociación estaba un liceo francés de la región
del Poitou-Charentes que llegó a presidir la señora Royal, Ségolène. Y por
alguno de sus distritos fue diputada nacional. Daba muy bien la imagen de lo
que los vecinos denominaban gauche caviar
y después no tuvo mucho éxito en sus aspiraciones políticas. Saltar del
municipio y/o la región al gobierno del estado no es fácil. Ni allí ni aquí. Desde
Anguita a Hormaechea, quién sabe si entrará en el elenco el propio Núñez Feijóo, hay un repertorio
transversal de profetas en su tierra que se estrellan al escalar posiciones.
El caso es que la señora Royal
Ségolène, que ya tiene una edad, ha cometido un error de adolescente y se ha
metido con nuestros tomates. Y yo sé que hay tomates que no saben a nada y que
seguramente vulneran disposiciones europeas pero no tienen que ser
necesariamente españoles. Nuestros supermercados están llenos de tomates
holandeses que no saben a nada y de patatas francesas con trozos congelados.
Por no hablar de la leche. La política agraria común no se va arreglar ni con
una vuelta ni con dos. Garantizar la
producción autónoma de alimentos a escala europea es un fin estratégico y
cuesta mucho dinero –que muchas veces sirve para pagar a terratenientes
multimillonarios- pero lo que menos le conviene a la PAC es la demagogia y el
ultranacionalismo. Por ahí no hay salida. Puede parecer que te arregla lo de
hoy- ahí están ahora mismo en Francia- pero te deja herido de muerte para
mañana y pasado. ¡Ah!, Pedro,
después de decir barbaridades en una tele, aunque sea con unas perlas al cuello
o en las orejas, lo que no se merece Royal, Ségolène, es una invitación. Que se
coma en su casa los tomates que prefiera.
Y todo lo anterior, de la fachosfera
al tabaco pasando por los tomates, es un cero a la izquierda si lo comparamos
con la cifra escandalosa que ha aportado CEAR esta misma semana: Los miles de
muertos que procura la política
migratoria europea. Mucho más urgente que la reforma de la PAC es la reforma de
una política necrófila.
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