Escribir con la resaca de los premios del cine español no es fácil. Entre otras cosas porque no tengo ninguna costumbre de acostarme de madrugada y porque la película multipremiada no había querido verla. Supongo que tendré que revisar la decisión. Me ha encantado el premio para Janet Novás, que borda su papel en O Corno y, rompiendo el absurdo frentismo que nos invade, me ha gustado que un documental en el que el Ayuntamiento de Santander ha colaborado de manera decisiva, también se haya llevado el Goya correspondiente. Ava aborda un tema como el de la esclavitud que supone la trata de mujeres, en este caso discapacitadas, para ejercer la prostitución. No me suelo sentir cercano a casi nada de lo que organiza el Ayuntamiento de mi ciudad, pero en este caso, no me cuesta conceder un aplauso.
Que no es fácil prodigar. Sin ir más lejos, al responsable de Turismo del equipo de gobierno del mismo Ayuntamiento que ayuda en la denuncia de Mabel Lozano premiada anoche, le parece que el glamour de Starbucks es un no va más. Un me-lo- dices-o-me-lo-cuentas de los de antes. Si mi memoria no está muy averiada en esa misma esquina donde se acaba de abrir la sucursal de la famosa franquicia, hubo una cafetería de verdad, Madrid-Lago. Y yo no conocí los míticos cafés de los que escuché hablar a mi padre. Starbucks será la nueva modernidad, pero glamour, lo que se dice glamour…
La portavoz de VOX en el Parlamento
de Cantabria, Leticia Díaz, debió
pensar el martes que se habían adelantado las fiestas del carnaval y se subió a
un tractor como si fuera la reina de esas fiestas. No ha sido la única. Rocío Monasterio ha hecho lo mismo y me
ha parecido que incluso el presidente andaluz, con su traje inmaculado,
también. La protesta del campo es tremendamente compleja. Tratar de manipularla
es una posibilidad al parecer difícil de evitar. Pero a estas alturas del siglo
XXI la sociedad rural y la urbana son mucho más parecidas de lo que algunos
creen o imaginan. Enfrentar una industria como la del cine con un sector estratégico
como el primario, no se le ocurre a nadie con buenas intenciones. El
vicepresidente de Castilla y León ha dado ya muchas muestras de no ser
bienintencionado. Almodóvar no lo
tuvo difícil para llamar su atención en la clausura de la gala del cine. La
enorme reivindicación en esa gala, creo que como nunca, de que el cine español
es cine y español, debe responder también a ese intento de enfrentamiento.
Estadísticamente en nuestro país hay muchos más señoritos propietarios rurales
que cineastas. Y se llevan calentitas buenas ayudas de una PAC configurada en
un momento en el que España, por su situación política, no contaba para nada
fuera de nuestras fronteras. En aquel momento, años 50, lo que abundaba en el
campo español eran jornaleros agrícolas no propietarios que empezaban a emigrar
a las ciudades o al extranjero… ¡Señoritos!
Un signo inequívoco de la escandalera que hoy llaman 'debate público' es la mezcolanza de asuntos al son trompetero del '¡y tú más!' Tractores, cine y perturbaciones climáticas, ahí es nada. Como si fuera posible dar una opinión rotunda, inequívoca, en todas esas facetas, a la vez y sin perder la compostura, como un perfecto militante de la Izquierda Verdadera o, sensu contrario, de la Fachosfera. Entrevistan a Nadal por tenista pero resulta que es machista. Discuten acerca de cine y todo se reduce a que lo último de Al modóvar dice a las claras que Almodóvar está en las últimas. ¿El campo, dice Vd, pero qué me dice del Mercadona? Es agotador.
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