domingo, 23 de julio de 2023

Veinte años no es nada

 

Las efemérides de este mes añaden una fecha. En un futuro más o menos próximo, el 23J tendrá significado. No puedo saber todavía el sentido de ese significado. Puede que sirva para un cambio de mayoría parlamentaria, que lleve al gobierno al  neofascismo por la vía democrática y eso nunca antes había ocurrido aquí. O puede que no se mueva nada. Los sondeos demoscópicos están tan sesgados que empiezan a valer poco. Todos ellos. Un diario antiguo, que pretende ser el estandarte de los monárquicos, que tiene alguna portada histórica vergonzante, apuesta por un mínimo de 180 escaños para la suma del PP y los ultras. Es una cifra que difícilmente se ha podido obtener por métodos medianamente científicos y además normaliza una coalición que será bautizada como de centro-derecha, pero que dejará el centro muy lejos. 

Volviendo a los aniversarios, pasado El Carmen y el 18 de julio –¿podría recuperar su carácter festivo?-, al aniversario del fallecimiento de mi madre y al de mi boda, a partir del año próximo añadiremos este de hoy. Espero que no sea un recuerdo amargo. No tengo el más mínimo interés en defender al CIS pero es casi el único que publica la ficha completa de sus estudios y ha acertado en sus previsiones mucho más de lo que en las barras de los bares y el cuñadismo oficial, le reconocen. Puede estar mucho más cerca de la realidad de esta noche que el ABC. Mi declaración de la jornada es que voy a aceptar el resultado, sin ninguna enmienda, sea cual sea, y eso  parece que ahora mismo ya es heroico. Y puede que me siga gustando una canción de Andrés Calamaro, que tuvo relevancia en un acontecimiento familiar, hace casi nueve años, aunque seguramente mi sectarismo lo impedirá. Y su que-te-vote-Txapote de anoche –jornada de reflexión- en Tenerife, será una llaga para toda la vida. Difícilmente se puede ser más impresentable.

La prensa amiga, no solo la de la portada histórica, ya está hurgando en la vida de  Silvia Intxaurrondo. No se lo van a perdonar. No dejó pasar las mentiras de Núñez Feijóo y veremos qué coste personal puede llegar a tener. Lo de Correos y la presunta manipulación de los millones de votos entregados a la empresa pública parece un error de cálculo importante. Además de ser la prueba del nueve de que se copian las estrategias del trumpismo.

Los debates electorales siempre dejan heridos. En el último, la demagogia de Santiabascal se demostró insostenible en los temas económicos pero consiguió hincar el diente en lo relativo al colectivo lgtbi y no tuvo respuesta en una afirmación que desconocíamos: La de las presas que se han dinamitado. Conozco alguna que se está recreciendo pero ninguna de las otras. También la todavía vicepresidenta y ministra de Trabajo patinó con una afirmación: Llevamos cuarenta años con la jornada de 40 horas semanales y es tiempo ya de reducirla. Seguro. Pero hace cuarenta años, cuando Felipe González llevaba pocos meses en la Moncloa, y yo acababa de abandonar el sector del metal, la jornada laboral en España era de más de 40 horas semanales.

Y una prueba local de lo que puede estar llegando. En un municipio vecino, en el que lleva poco más de un mes gobernando la coalición PP-VOX, que ya ha saltado a noticia nacional por suspender la proyección de una película, parece que se va a prohibir en sus playas el top less y el nudismo, cuando una de esas playas es un auténtico templo de esa modalidad de bañarse desde hace decenios y así figura en la guía de playas del Ministerio. Ya hubo un párroco por estas tierras que hace más de cuarenta años perseguía nudistas en alguna playa. Podemos estar a punto de rejuvenecer el doble de lo que el famoso tango decía que no era nada.

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