domingo, 26 de junio de 2022

Gaudeamus (Graduación 01)

 

Ya sé que la semana ha dado muchas noticias muy gruesas con resultados electorales diversos, con medidas legislativas y pronunciamientos judiciales, del hermano de la presidenta madrileña, pasando por el exministro del Interior Fernández Díaz, a la restricción del derecho al aborto en los EE.UU,…pero hay semanas en que lo propio salta a la primera página. No quiero ni puedo evitarlo. Mi nieta mayor se ha graduado. ¿Que de qué?, pues nada menos que de Educación Infantil. Gaudeamus. Hay en Google un gaudeamus infantil, con su birrete en primer plano y sí, esa es la letra que cantaron mi nieta y sus quince compañeros de clase el pasado miércoles. Todavía no ha cumplido seis años. Va a un colegio público. Al mismo que fue su padre. Con la primera invitación, mi pensamiento se fue hacia lo blandengues –me salió bledas, que a veces parece que nací en el Ampurdán/Empordá- que nos estábamos volviendo.

Pensaba yo que esas ceremonias eran de coles privados y/o concertados, más bien tirando a pijos. Y que es otra moda importada… Pues la pública también  y ¿por qué no? Cuando las fechas se iban acercando y apreciaba la ilusión con la que la niña estaba preparando la ceremonia… ya no se cuestiona casi nada: Hay que asistir. Y llega el día y te derrites. Literal. Tengo coartada: Fue un día de mucha presencia de la abuela que la nieta no ha conocido.

Cuando su padre fue a ese colegio no solo las formas eran autoritarias, el propio nombre del colegio ensalzaba a un general rebelde de los de 1936. Hablo de cincuenta años exactos más tarde. Ocho después de tener aprobada la Constitución. Todo ha cambiado para bien. Las formas y el nombre. La despedida de esos 16 niños de su tutora de los últimos tres cursos, reflejaba más que cualquier informe sesudo, lo que ha significado para ella y para ellos. Un orgullo una escuela pública de ese talante.

La semana ha registrado la visita del jefe del Estado. No ocurre con frecuencia. No he tenido que hacer ninguna operación especial para no cruzarme con la comitiva oficial. He escuchado, de lejos, lo que podía ser alguna complicación en el tráfico, ya de por sí poco fluido, del centro de esta ciudad. Ni me ha entrevistado  ninguna emisora para demostrar mi afecto monárquico –menos mal-. Dos actos en su agenda. El del 90 aniversario de la Universidad de Verano, -pocos meses tardó la II República en encontrar función para el Palacio de la Magdalena una vez que los reyes ya no iban a veranear aquí- me parece que no tiene comentario añadido. Los cursos veraniegos de Santander son los pioneros de la multitud de ellos que hoy existen.

El otro acto de la agenda del rey también se relacionaba con otro aniversario, el 150 de la creación de la Junta de Obras del Puerto, transformada hace 30 en Autoridad Portuaria de Santander. Algunas obras en curso… y una oportunidad de cierto lavado de imagen para el presidente de la Autoridad Portuaria, recientemente vapuleada por resoluciones del Defensor del Pueblo con motivo de las cuchillas instaladas en algunos de los cierres perimetrales del espacio portuario.

Cierres que se habían retirado de la frontera terrestre con Marruecos en Ceuta y Melilla. Cierres que no son necesarios más que para añadir dolor a los menos afortunados. El último intento de entrada de subsaharianos en Melilla, hace pocas horas, demuestra que se pueden cometer atrocidades sin necesidad de instalar cuchillas en las vallas… Y que no hacía ninguna falta “mejorar” nuestras relaciones con Marruecos con tanto coste añadido: Las relaciones con Argelia, el desprecio, otro, a los derechos de los saharauis y los malos tratos, hasta la muerte, a tantos subsaharianos.

Y ya llueve. Después de tanta sequía parece buena noticia aunque los diversos intereses veraniegos se relacionan mal con la lluvia. Mi paseo matinal más apreciado ya tiene charcos. Y gracias a todos/as quienes vais sumando al contador.

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