domingo, 6 de marzo de 2022

Más madera

 

Como no podía ser de otra manera la invasión rusa de Ucrania ya se ha convertido en un conflicto interno en España. Mientras dirigentes de la extrema derecha borran sus elogios a Putin de estos últimos años que constaban en los archivos digitales, y hay capturas de pantallas y fotos, y miran al techo  mientras silban, en la izquierda se vive una división bastante profunda. No desde el punto de vista cuantitativo, pero se ha llegado a algo nuevo en el interior de la componente minoritaria del gobierno de coalición. Solo los muy fieles a Pablo Iglesias se están desmarcando del resto del gobierno y, parece, de la mayoría de la opinión pública y publicada. Tres ministros a dos es el resultado entre los altos cargos de Unidas Podemos.

No es un debate teológico. Es una especie de ancla que de manera muy firme impide moverse. Las mismas razones que impulsaron el no a la guerra de 2003 y condenaron la actuación de los gobiernos agresores, entre ellos el español de aquel momento, esas mismas razones sirven para el no a la guerra de hoy  y la condena del gobierno agresor, del gobierno ruso. Esa parece la primera capa de la cebolla. Después, se pone algo más difícil. Enviar armas a Ucrania o no enviarlas. Es cierto que enviarlas puede alargar el conflicto pero no enviarlas es entregar la presa al lobo. Negar el derecho a la legítima defensa frente a la agresión. Parece que a las ministras de Podemos se les ha olvidado la segunda parte de su formulación. Poner todos los huevos en la cesta de la negociación mientras el agresor bombardea objetivos civiles, incluyendo una central de energía nuclear… ¿Qué se puede negociar en ese mismo momento que no sea rendirse ante la agresión?   

No conozco suficientemente los grandes tratados escolásticos pero de Historia tengo alguna capacitación académica ¿Cuántos movimientos de resistencia se ha cargado Pablo Iglesias en la Cadena SER el lunes 28? Desde la España de 1808, que acuñó para todas las lenguas del mundo la palabra guerrilla, pasando por la Francia de los primeros años 40, con un contingente más que notable de españoles antifranquistas, a los barbudos de Sierra Maestra o el Vietcong,… No resulta fácil de asimilar. Lo peor de un jarrón chino, dicho de los expresidentes que siguen con muchas ganas de marcar los rumbos de sus ciudadanos, es tratar de ejercer de jarrón sin haber alcanzado la presidencia.

En el Parlamento europeo el martes día 1 también ha habido algo cercano a la unanimidad para conceder a Ucrania el estatus de candidato a la U.E. Solo un eurodiputado español ha votado con la inmensa minoría -13 de casi 700- El propio Miguel Urbán lo ha confirmado: “Toda la extrema derecha, la derecha, la socialdemocracia, los verdes y una parte de la izquierda. Podemos ha votado a favor. ERC también. IU se ha abstenido, como Bildu. (…) Sabemos que hay mucha presión y que lo que está haciendo Putin es intolerable…” Ya, pues si es intolerable es que no se puede tolerar. Me ha decepcionado el diputado Urbán. Hasta ahora sus discursos me habían parecido mucho más razonables. Aunque no los compartiera en ocasiones. ¿Le parece una provocación considerar “candidato” a Ucrania? Turquía lleva en esa situación casi un cuarto de siglo y lo que te rondaré….

A quien se le ha aparecido alguna virgen con la guerra es al equipo de gobierno del Ayuntamiento de Santander. Sin presupuestos para el año en curso, sin mayoría para aprobarlos si no cede a la petición de VOX –retirada del litigio que paraliza la comisión de investigación del tema de las basuras que ya huele peor, la negativa, que los propios residuos urbanos-, este viernes se abrazó a una pancarta sin invitar a ningún concejal de la oposición. En el Santander oficial, contra la guerra en Ucrania, solo está el PP. Después, hay un Santander real.

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