Hubo un tiempo en el que los muy radicales se referían de manera insistente al sistema culpándolo de todo lo que no acababa de salir medio bien. El sistema. No parece que haya sustituto y cada vez es más contradictorio. Hubo un tiempo distinto, pero hace mucho que el capitalismo no es acompañado preferentemente por el sistema político democrático y no, no es exactamente una novedad, pero es que con el crecimiento chino de las últimas décadas y el hundimiento de la URSS, por una parte, y las tentaciones populistas en el antiguo bloque occidental, por otra, ya no rechina que grandes potencias capitalistas sean sistemas autoritarios.
El ejemplo nuestro de cada día, el sistema de fijación del precio de la electricidad en todo el continente, o en casi todo… ¿En qué otro caso admitiríamos que la componente mínima y más cara marque el precio del conjunto? ¿Hemos trasladado la experiencia al carro de la compra? En vez de 50, 60 o 100 euros podría costar diez o veinte veces más si las patatas, la fruta, la leche, los cereales, la pasta, varios kilos en total, nos lo cobrasen al precio de los gramitos de jamón del bueno que nos hemos permitido ese día como capricho. Llevamos meses en la locura y la guerra aumenta la locura en general y la de los precios en particular. Y el sistema está enloquecido hace mucho más tiempo. No tiene mucho que ver con la guerra actual. Hace años que ese precio de la electricidad, en este blog que no es precisamente el Wall Street Journal, ya aparecía como la posible causa de que afectara no ya solo a los hogares, también a las empresas. Ya están cerrando muchas. Es un capitalismo caníbal. Las empresas se devoran entre sí. Unas cierran mientras otras se forran. Y en los eslabones más débiles, para qué contar. Pescadores, agricultores y ganaderos, transportistas, pequeños ahorradores…
Hay especialistas que nos transmiten, como si no hubiera otra lógica posible, que va a subir el maíz o el girasol -que todavía no se han sembrado- o el trigo, que todavía no ha empezado a brotar en los campos nevados de Ucrania. Pero de momento ya han subido, y de qué manera, el pan o los piensos. Y los combustibles, que se habían comprado y almacenado hace meses y a precios muy inferiores a los que se marcan ahora. Es un sistema loco en sí mismo, siempre lo ha sido y hay que pedir recambio a quien se pronuncie por su abolición. No parece que haya otro posible ni a corto ni a medio plazo. Pero regularlo no debería ofrecer ninguna duda. Regularlo para que dure debería ser primer mandamiento para quienes se manifiestan más forofos del sistema.
Y unas perlas finales. Perla primera: Nadie en el Partido Popular se ha molestado en decir algo razonable sobre el nuevo gobierno de Castilla y León de coalición con Vox. Ya no quedan voces en ese partido que puedan emparentar con sus correligionarios europeos. La prueba, el comentario de Donald Tusk, mientras Casado juega su última carta fuera de las fronteras de este reino. Siempre podrá vivir de sus títulos académicos. Y la primera gallegada del futuro mandamás Núñez Feijóo, de aperitivo: él todavía no puede decir nada de una comunidad que no es la suya. Ya.
Perla segunda: Ha habido un intento para poner en marcha un pacto de rentas. Patronal, grandes centrales sindicales y gobierno han tenido un desayuno de trabajo. La inflación desbocada exigirá contención salarial para no alimentar el monstruo. Receta clásica. A casi cuarenta y cinco años de los Pactos de la Moncloa, contra los que tanto se han batido muchos recientemente, va a hacer falta renovarlos. Una broma del destino, de la Historia o de alguna providencia en versión trastolillo. En los de 1977 el contrapeso fue una Constitución homologable con las del entorno europeo occidental. Vale la pena recordar que las Cortes elegidas en junio de aquel año no lo habían sido en formato constituyente. ¿Quién está dispuesto ahora a soltar algo semejante? ¿Y qué soltaría?Perla tres y final: Dice Putin que ha liado la que ha liado y sigue liando, para desnazificar Ucrania. Sin caer en la tentación de hacer bromas con su apellido, lo tiene muy fácil. La desnazificación mejor y más rápida de Ucrania consiste en la retirada de las tropas rusas. Ya se lo habrá dicho alguien.
Imagen tomada de http://entendiendolahistoria.blogspot.com/
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