En Ucrania hay guerra, dijera Aznar lo que dijo. No sé quién pudo hacer que esta vez me dijera yo mismo que se podía creer al alto mando de la FAES. A Hitler y a Mussolini no se les supo detener a tiempo. Ni en Abisinia, ni en España, ni en Checoslovaquia. Todavía no ha pasado un siglo. La factura final de la Segunda Guerra Mundial, en millones de víctimas, tuvo que ver con esa falta de contención a tiempo. La mayor parte de esa factura la pagó Rusia. No es fácil contener a un chiflado con armamento nuclear ni exhibir músculo militar en esas condiciones, pero las sanciones tienen un efecto muy limitado frente a la autocracia. “Putin es el demonio”, dijo un joven ucraniano en la concentración del jueves contra la invasión en la Plaza del Ayuntamiento de Santander. Y un ángel no es.
Dos días más tarde, ayer, la concentración fue más numerosa. Equivoqué el lugar de la cita y llegué tarde. Me pareció que dicha concentración estaba escindida. Me fui hacia los ucranianos en la acera de Correos. La madre de un antiguo alumno llevaba la voz cantante con el micro en la mano. Quieren que la OTAN les ayude. No sé cuántos, en la otra acera, pensaban que tanto monta, en este caso, Putin como la OTAN. (*) Tenemos experiencias recientes, sin salir de nuestro país, de intentos de equívoco entre agresores y agredidos, entre víctimas y victimarios. Ucrania no ha invadido Rusia. Rusia ha invadido Ucrania. Todo lo demás en como la nata en las fresas. Puedes añadirla o no. Y de la guerra de aquí, de la que reconocía Aznar, pues de domingo a domingo, cielito lindo, te vengo a ver. Hoy es domingo…
De miércoles a miércoles no sé si existe canción, pero ese ha sido el tiempo en el que el principal partido de la oposición en España ha sido demolido. El 16, el tándem Pablo/Teodoro lanzó una ofensiva sobre Díaz Ayuso, que pudo parecer que era la campaña de la primavera de 1940 pero ha resultado una revisión de las Ardenas. El 23, Casado se pegó otra vuelta de rosca afirmando en el Congreso que su guía ha sido: “El respeto a los adversarios y la entrega a los compañeros” Francamente, no. Ha habido decenas de miércoles de vergüenza ajena en el Congreso. Si Fraga es la Prehistoria de ese partido y Hernández Mancha una historia antigua y grotesca, Casado no sé cómo pasará a esa historia, pero difícilmente se le podrá recordar por una línea clara y firme. Lo suyo ha sido de pura yenka. Hasta el final, si es que ya ha llegado el final. Y deja un PP entregado a VOX.
Y si ha llegado el final, la telita es muy fina. Nadie en el Partido Popular -salvo tres o cuatro, los apoyos del último día, lo único honorable- ha considerado importante saber si Díaz Ayuso y su hermano nos han timado a todos y, lo que puede ser más notable aún: Parece que el futuro del PP pasa por un político gallego que tiene en su álbum de fotos personal una genial: En el yate de su amigo el narcotraficante. ¿Esa es la esperanza de regeneración? Si Núñez Feijóo llega alguna vez a La Moncloa podría haber fariña para todos. Si no fuera por tanta atadura desarrollada durante una ya larga vida, pediría la ciudadanía portuguesa.
Un clásico, acabar la semana en local. El subsecretario del Ministerio de Transportes, ha pasado por aquí para intentar poner vaselina en el caos de las cercanías ferroviarias, pero tenía una carta en la manga y la ha soltado: Un nuevo trazado ferroviario entre Santander- Bilbao va a ser tan difícil, que hasta el estudio preliminar es casi imposible, como si no hubiera ya vías férreas y autopistas atravesando zonas urbanas de alta densidad y otras de notable complejidad física. Conocemos el territorio que habitamos al menos desde la enseñanza primaria, y no es necesario que vengan a explicárnoslo desde Madrid. Y de guinda final el tercer carril de la A67, de Polanco a Bezana, se da por hecho. Autopistas sí y ferrocarriles no: no parece que eso se relacione en positivo con un futuro de movilidad sostenible. Con tanto lío nacional e internacional no he escuchado ningún eco local/regional al baranda del Ministerio.
(*) ¿No a la guerra? | ctxt.es No puedo explicarlo mejor que Alba Rico
Ucrania y PP. Franco y Rutenia, no sé, algo con tufo antañón, como una invasión con tropas terrestres que suena austrohúngaro o remite a Gengis Khan. Puestos a elegir, me quedo con Ucrania, de la que solo sé que no sé nada.
ResponderEliminarNo sabía cuál era su extensión, ni su densidad de población, ni sus fronteras exactas. Sabía algo (poco) de su economía y antigua vinculación con la URSS. No sabía que el ucraniano existe y no es el ruso. Sabía que Chernobil está en la Ucrania ex soviética, pero no recordaba los detalles ni consecuencias específicas del Euromaidán. Sabía algo de la anexión de Crimea, algo de Sebastopol y algo (poco) de la inmigración de ucranianos en España. En conjunto, tenía una idea más bien vaga de las apetencias de Putin sobre Ucrania, y una idea más vaga aún del sistema político ucraniano. En resumen: ni puta idea.
Quizá por defecto profesional, tiendo a no opinar con demasiada rotundidad de los asuntos cuya naturaleza intrínseca se resumen para mí en 'ni puta idea'. Curiosamente, he oído a ex virólogos, ex vulcanólogos y ex criminólogos discutiendo por el alcance de los cohetes Iskander y la solvencia de las alianzas estratégicas de Gazprom. Naturalmente, todos opinan sobre la guerra de Ucrania.
Entre sus exactísimas ideas, está la receta infalible para frenar a las divisiones rusas. Al parecer, hay que movilizar unos ejércitos en los que, misteriosamente, nunca combaten los tertulianos expertos en tertuliosofía experta. Ellos se ven como estrategas en lo alto de la colina, pero a arrastras los huevos por las alambradas ¡que vayan otros!
Por mi parte, es lo único que tengo por cierto: 1, Es la Rusia de Putin la fuerza invasora; 2, Jamás me alistaría para luchar contra la Rusia de Putin. Todo lo que suceda me cogerá a cierta distancia. O eso espero con todo el fervor de mi innata cobardía y carencia de fragor bélico.