Hay semanas que pueden parecer años,
pasan muchas cosas y lo difícil es ajustar qué nos ha llamado más la atención.
Curados de espantos diversos, instalados en la mentira como forma de relación
habitual entre representantes y representados, con matices, unos más que otros;
que sí, que no son todos iguales. Hay esa especie de redobles de tambor que
podrían incluir el circense más-difícil-todavía-con-un pie-solo, o sin dientes.
Primer acto. Uno de los últimos líos indescifrables del Ayuntamiento de Santander ha sido la pérdida de fondos europeos por valor de más de cien millones de las antiguas pesetas, que lo dices en euros y abulta menos, para mejorar la digitalización municipal que buena falta hace. Pongamos que alguien, un funcionario? Un concejal? Una alcaldesa? ha accedido a la plataforma de solicitud y se ha dado por terminado el proceso en un momento en que todavía ese proceso no había terminado. O ha llegado la hora de salida o la del bocadillo de media mañana. Esa cantidad, de momento, está perdida porque no se ha solicitado al Ministerio correspondiente en tiempo y forma. Vale. Una desgracia, pero no es la noticia nacional en relación con los supuestos fallos informáticos.
Segundo acto. La alcaldesa, en una entrevista radiofónica aplica la táctica de los equipos ramplones, balones fuera: el tema es de un concejal de Ciudadanos. Ella y su grupo no tienen nada que ver. Jobar de los jobares. Ella es la alcaldesa-presidenta del Ayuntamiento y todo lo que ocurre en él, bueno o malo, debe tener algo que ver con ella. Otro redoble de tambor que ni Oskar, el pequeño héroe de Günter Grass, sería capaz de sacarle a su tambor de hojalata.
Tercer acto. En la campaña de peregrinaciones a Bruselas del Partido Popular, que cuestan una pasta y no se sabe bien quién las paga, la última, quizás ya haya habido otra, van mucho por allí, ha sido de alcaldes populares de ciudades con algún interés, con alguna importancia y la nuestra no podía faltar. Una plaza gobernada por los mismos literalmente desde que entraron los nacionales, no podía dejar a la alcaldesa Igual atrás y ella se ha ido a Bruselas con los otros diez. Eso sí, prácticamente en secreto. Ni su agenda reflejaba ese viaje, ni el P.P. anunció Santander entre los Ayuntamientos representados en la fracasada peregrinación. Que no es ir a Lourdes, que ya se sabe que la Virgen no está para menudencias. A Bruselas van a decir lo mal que lo hace todo el mundo menos ellos, aunque acaben de perder seiscientos y pico mil euros por no solicitarlos en tiempo y forma.
¿Quién ha salvado a nuestra alcaldesa de no hacer el mayor ridículo de la semana? Pues un tal Roldán. Otro Roldán en nuestras vidas y también aragonés, como el otro. Y preside, nada menos, la patronal bancaria AEB, y estaba tan cabreado hace unos días, con todo el asunto del trato que la Banca está dando a sus clientes, especialmente a los que tienen canas si conservan cabello, tan, tan cabreado que lo suyo, en plan calamar, trató de ocultarlo con el tema de los otorrinos en su Teruel natal, que parece que hay pocos o ninguno. Vale, señor Roldán, lo de los OTRs de Teruel fatal, ¿y lo suyo?
Al día siguiente, mi banco me informó por escrito, eso sí, un correo electrónico, de todo lo que habían cambiado en 24 horas para satisfacer mejor a sus clientes, especialmente a los mayores. ¿Para qué semejante cabreo, señor Roldán? Lo que ocurrirá al final, la banca es así de fina, es que serán los impuestos de quienes pagamos impuestos los que acabarán dando servicio de banca en determinados lugares. El Estado acabará asumiendo gastos que le impedirán tener más otorrinos en Teruel. O cardiólogos en Cantabria, que cualquier día cuento algo que me afecta.
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