lunes, 6 de diciembre de 2021

43

 

Por haber sido aprobada en 1978, la vigente Constitución española cumple hoy 43 años. 25 más que cuando un famoso brujo la puso de largo. No es un aniversario redondo aunque revela una edad interesante: Superada la etapa de adulta joven, a esa edad, como la mayoría de edificios, ya debería haber tenido reformas importantes. 43 es un número primo con sus correspondientes singularidades a la hora de estudiar matemáticas…También es un licor, demasiado dulce para mi gusto. Y es mi lectura actual, sobre el desembarco aliado en Sicilia.

Quienes pudimos votar la Constitución tenemos una edad que empieza, al menos, por 6. Creo que no es necesario mucho más para justificar una reforma de amplio calado. Es muy cierto que quienes no la votaron, por ser muy jóvenes -quienes se abstuvieron tienen otro encuadre- poseen, en algún caso, un relato prestado que no tiene necesariamente que ser históricamente ajustado.

Recuerdo haber ido a votar con un adhesivo, que adjunto, con la inscripción: “No a la pena de muerte. Sí a la Constitución”. 43 años después, solo por eso mismo, votaría otra vez a favor. Es bastante ingenuo querer hacer una constitución a la medida de cada individuo. Y no es fácil conseguir acuerdos que puedan alcanzar  mayorías amplias del electorado. Tratar de organizar la vida en común de un colectivo por 51% a 49%, incluso por 60% a 40%, es más que ingenuo, puede ser peligroso.

 

Tenemos una historia constitucional amplia que lo demuestra. Y, con todas sus arrugas, esta Constitución es la más duradera entre las que pueden llevar el apellido de democrática, en términos de soberanía, derechos…Alguna cantinela sobre la forma del estado ha tenido cierta fortuna en los tiempos que siguieron al 15M. Y sí, lo que refrendamos una gran mayoría de españoles hoy hace 43 años era un menú cerrado, no valía cambiar las alubias del primer plato por marisco que quizás era más apreciado. Comer a la carta es muy apreciado pero pocos se lo pueden permitir.

No puedo atribuir autor porque no lo recuerdo, pero no quiero que nadie piense que es mío: La Constitución de 1978 es el resultado de la correlación de debilidades más que de la correlación de fuerzas y yo espero seguir teniendo memoria suficiente para recordar quiénes fueron más tibios o contrarios a aquella norma.

Es doloroso ver que, a la vez, abrazan hoy la Constitución como si fuera propia quienes más se opusieron a ella y que algunos de los que entonces hicieron un mayor esfuerzo por apreciar sus rasgos positivos, en los últimos tiempos hagan declaraciones minusvalorando su importancia o apreciando cesiones que en aquel momento se valoraron como conquistas. Todo muy humano, sin duda, pero 43 años es un tiempo histórico suficiente como para, trabajando los datos, emitir juicios con valor académico. También es cierto que los falsificadores de la Historia han crecido y que emiten bulos con apariencia de verdades.

Un botón de muestra. El ministro franquista Antonio Carro, fallecido el año pasado, principal responsable de la no descolonización efectiva del antiguo territorio español del Sahara occidental, fue diputado en 1977, legislatura constituyente, y en las cuatro que la siguieron. Lugo era su circunscripción natural como lo había sido en varias legislaturas de las Cortes franquistas. No se distinguió por su fervor constitucional. Saltar de la democracia orgánica a dar lecciones de democracia a secas fue un proceso medianamente natural en los años de la Transición… Enfrente podríamos situar a Jordi Solé Tura, con su vida de clandestinidad, exilio… Y después, las imágenes, que se dice que valen más que las palabras.

 

 

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