Y la
talla de las respuestas. Escasa. Una talla mínima, XS. No damos para XL pero
una M nos podría haber sentado bien. Con el horizonte de una L en pleno ataque
de optimismo. Pero no. El capitalismo de casino, antiliberal, conseguidor de
subvenciones públicas contra la amenaza de desempleo…, contaminante, con
gestores más que dudosos... Sniace y Torrelavega son hoy una fiebre que da
muestras de una enorme infección: Cantabria lleva 60 años en declive
industrial. Es mucho tiempo para que grandes problemas se intenten responder
con ocurrencias de infantil o primaria y una vez más, a ver qué queremos ser de mayores.
Ha
habido empresas que han actuado como un auténtico espejismo. Casi todas las que
aquí dieron cientos o miles de empleos directos. SNIACE, una parte más oscura
que SEAT, en la devolución de favores a Italia por la ayuda prestada al bando
ganador de la guerra civil. Una empresa que venía de mucha seriedad, la mayor
de Italia cuando Mussolini llegó al
poder, con Agnelli al timón, y que
hace ya diez años que cerró totalmente después de algún sufrimiento también
allí. La de aquí, de crisis en crisis, se enfrenta ahora a la mayor de ellas.
Detrás, un reguero de desolación social y medioambiental y la insensatez, palabras
de su presidenta, como mejor vía para adaptarse a lo nuevo.
Hay un
mal común en empresarios de vía estrecha y políticos de nivel más estrecho
todavía: Son muy existencialistas, a pesar de no haber leído a Sartre, la culpa, el infierno, siempre
son los demás. Ellos han nacido para mandar y cobrar. Cobrar muy bien en
comparación con lo mal que mandan. No es ajeno a ese delirio un pecado original
del nacimiento en la etapa de la autarquía, la no competencia y la organización
empresarial copiada de la militar. Pero después de más de cuarenta años de
democracia, todo eso se entiende mucho peor. Salvo que recurramos al tema de
las puertas giratorias. Y en cualquier caso, si todo viene mal hecho de fuera
¿Para qué los necesitamos?
Hace
pocas semanas el consejero de Industria no tuvo empacho en confesar que se
había enterado por la prensa de que a Cantabria no iba a venir ni un euro de
las ayudas europeas a la descarbonización. Al conjunto de España puede que no
llegue ni el 1% de esas ayudas. La política, aquí y ahora, ha autorizado a la
oposición a criticar lo que han hecho ellos mismos cuando eran gobierno. Y eso
funciona en todos los sentidos y, que se me entienda bien, en Cantabria el
bipartidismo es un trío. Modernos de toda la vida.
El 10
de julio de 2018, cuando la U.E reunió a las partes interesadas, el gobierno
surgido de la moción de censura llevaba cinco semanas en activo ¿Los anteriores
no habían preparado nada? Y la propaganda. Otra herencia. Todavía en agosto
pasado los titulares de la prensa comprada anunciaban que la fibra del futuro
se iba a fabricar en Torrelavega. Un
titular de moda en los años cuarenta. Y ahora, como el titiritero, de
feria en feria, nos vamos a romper las caras para ver a quién le colocamos la
culpa mayor. Premio al relato. Otro relato. Otra de relato. Y la segunda ciudad
de Cantabria que en poco tiempo puede dejar de contar entre los municipios de
más de 50.000 habitantes. Dejar de contar.
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