lunes, 23 de diciembre de 2019

Elías


A menos de 24 horas de la cena de Nochebuena, del discurso del Rey, al que nunca he prestado atención, con algún apunte sobre las diversas instancias judiciales, abogacía del Estado y fiscalía, y los tribunales europeos que forman parte de nuestro ordenamiento porque libremente lo hemos decidido: Nadie nos lo ha impuesto aunque haya ciudadanos y grupos políticos que jueguen al  hoy sí y mañana no o todo lo contrario. Debe ser espectacular tener razón siempre.

Tenía intención de despacharme contra los que se dedican a inocular desasosiego. Como si hubiera necesidad de dosis suplementarias, desde Cayetana a Revilla, pasando por un par o tres de barones sociatas. Incluso había seleccionado un texto de Leonardo Padura, en Agua por todas partes, sobre el nacimiento de la nación cubana, que Cayetana con su acento u Ortega Smith con su apellido materno, no tendrían narices o alguna otra parte de sus anatomías, para rebatir.

Pero no. El final de otra vida cercana y querida nos ha visitado en estas vísperas navideñas. Elías, mi tío Elías, vivía ya fuera de la estadística hace muchos años. Ha estado a punto, le ha faltado solo una semana, de cumplir los 97 o sea, que no es un desenlace inesperado. Pero al final es lo mismo. Es la muerte de alguien cercano y querido y nos afecta.

La primera nota biográfica que me impresionó de mi tío Elías es que hubiera hecho la mili en Larache. Esas cosas pasaban. Tengo un primo de mi edad que la hizo en Villacisneros, hoy Dajla, y un amigo un poco mayor en Sidi Ifni… Pero Elías estaba en Larache cuando los americanos desembarcaron en Casablanca y Argelia. En ese otoño de 1942, Elías todavía no había cumplido los 20. Le tocó una mili larga. De más de tres años…

Otra nota de su biografía que se sale de lo común, al menos en el ámbito familiar, es que en el verano del 36, con trece años, el estallido de la guerra civil le pilló en el pueblo, de vacaciones, pero con solo una parte de la familia. La otra estaba en Barcelona, donde Elías llevaba años residiendo. Había ido a la escuela pública de la Generalitat y escribía correctamente catalán algo que no era frecuente en el momento al que llegan mis recuerdos.

Mi tío Elías me facilitó mi primer reloj de pulsera y algún buen bolígrafo. Quizás una pluma estilográfica y, lo tengo que decir con redoble de tambor, una vez instalado yo en Barcelona, otoño de 1970, algún domingo por la tarde me prestaba su Renault 8. Eso era pasar a primera división sin promoción de ascenso. Solo mi hermano y otro de mis tíos, Jesús, están en ese altar de facilitadores de coches. Y eso, que ahora no será fácil de entender, entonces, desde 1968 cuando obtuve mi permiso de conducir hasta 1973, cuando compré mi primer turismo, entonces era algo supremo.

Debo ser el único de la familia que ha pasado por la puerta del cuartel del Regimiento de artillería número 31 en Larache. Era la primavera de 2012, en una de las primeras etapas de mi Comillas-Banjul, y ese recuerdo está recogido en este blog. 

https://robertoruisanchez.blogspot.com/2012/05/asilah-rabat-sb02.html

Elías y mi tía, los padres de mi primo JJ, han sido los últimos de los diez. Mi madre era la mayor de cuatro hermanas. Ellas cinco y sus maridos formaron algo muy parecido a un clan. Hace unos años publiqué una foto con mis tíos en la puerta de la casa de mis bisabuelos, ahora de mi primo JJ. En unos días Facebook  me propondrá compartirla. Era un 28 de diciembre. Los Santos Inocentes. El cumpleaños de mi tío Elías. De facebook la tomo. Es esta. Descansa en paz, Elías.

1 comentario:

  1. En su notable libro 'Del Rif al Yebala', Lorenzo Silva rememora a sus ancestros, que lucharon en la guerra de Marruecos. Elías vivió un país más tardío, pero quizá fuera consciente de cómo aquella guerra (y sus generales victoriosos) confluyeron en el rigor mortis de la II República. Elías contaría muchas cosas de esas que se van deshilachando entre las vaporosas generaciones hodiernas.

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