lunes, 21 de mayo de 2018

(Local y global)ⁿ


Sigue siendo mayo y el ejército de Israel, con la colaboración indispensable del gobierno de EE.UU, ha celebrado otro de sus mayos. Van ya 70. Este se ha teñido de mucha sangre en Gaza. No lo podía adivinar hace una semana cuando hice la alusión al aniversario. Alguno de los videos que recogen los hechos es tan espeluznante como los que recogen otro momento histórico. Cuando los verdugos de hoy eran las víctimas. Parece que el género humano tiene estas características, no sé si en el ADN biológico o en el cultural. Hoy no me importa mucho.

En casa, con un gobierno prácticamente de vacaciones, todo parece un festival preveraniego. La colaboración de todos es necesaria. Los que vinieron a cambiarlo todo, y casi llegan  a hacer que nos lo creyésemos, están en el mismo festival que los que manejaban el cotarro durante los últimos 40 años. Hay dúos más o menos dinámicos por todas partes. Bolos veraniegos en primavera. Albert Rivera y Marta Sánchez, qué bonita portada para un disco lleno de banderas rojigualdas. La regeneración del costado central progresista disfrazada de neofalangismo.

Pablo Iglesias e Irene Montero, más cerca del cesaropapismo de lo que ellos mismos hubiesen querido, plebiscito interno incluido. La regeneración del lado de los de abajo pasada de frenada. Supongo que al programa electoral, una vez vencidas las resistencias internas, se pasará la petición/aspiración de dacha de cien kilos de las antiguas pesetas para todos. Otra cosa no sería comprensible.

Los antiguos, con Rajoy en cabeza, practicando la respiración asistida al 155, de aplicación parcial en Catalunya a partir de hoy, y con el visto bueno de los socialistas del no es no, que tendrán que acabar prestando algún voto para los presupuestos generales del estado de este año que está punto de acabar su quinto mes. No se ha conocido que socialistas, ni mucho menos los de Rivera, le pongan algún condicionante al gobierno que pueda enfocar alguna salida medianamente civilizada al conflicto en Catalunya.

A escala local, nada más antiguo que el rifirrafe entre el presidente Revilla y el ministro de la Serna. El y-tú-más a niveles de hace mucho tiempo, pero a la vez, desplazando del tablero a los demás jugadores. Se suponía que la guerra civil de los populares regionales, con el ministro a la cabeza, aunque en la sombra, tenían que ver con un futuro en el que el pacto entre ellos fuera posible, cosa que los actuales dirigentes del PP cántabro achacaba como imposible con la anterior dirección. Los fuegos de artificio se han adelantado a las festividades veraniegas.

No puedo terminar sin confesar mi enorme vergüenza por otros fuegos reales, tan dolorosos como los de Palestina, como los de cualquier lugar donde se dispara fuego real. Nicaragua, Nicaragüita, como cantaban aquellos de Palacagüina. Uno de ellos comió en mi casa después de una misa campesina en la iglesia del Barrio Pesquero, la única que considero que me pertenece un poco. Eran tiempos en que eso podía pasar. Artistas ya entonces muy reconocidos que viajaban en plan amateur. Más vergüenza todavía: Haber saludado al tirano de hoy, Ortega, cuando creíamos que era otra cosa. Fue una noche de finales de  diciembre de 1996 en un restaurante de la Ciudad de Panamá. Casi a escondidas de los familiares con los que estábamos cenando y que ya entonces no le profesaban una gran simpatía.

He pasado varias veces por delante de la iglesia del Barrio Pesquero en los últimos días. Durante muchos años lo tuve que hacer a diario obligatoriamente. También por eso la considero un poco mía. Ahora, y es el motivo de mis visitas de la semana pasada, a unos trescientos metros de esa iglesia, y de las viviendas que la rodean, las del Barrio (Pesquero), se manipulan mercancías mortíferas. El mismo barco saudí que visitó nuestro puerto el 8 de marzo ha vuelto. El pronunciamiento del Parlamento regional, al menos de momento, no ha servido para nada. Los vecinos, algunos tomaban el sol plácidamente el jueves pasado, deben enterarse.





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