Sigue siendo mayo y el ejército de Israel, con la
colaboración indispensable del gobierno de EE.UU, ha celebrado otro de sus mayos.
Van ya 70. Este se ha teñido de mucha sangre en Gaza. No lo podía adivinar hace
una semana cuando hice la alusión al aniversario. Alguno de los videos que
recogen los hechos es tan espeluznante como los que recogen otro momento
histórico. Cuando los verdugos de hoy eran las víctimas. Parece que el género
humano tiene estas características, no sé si en el ADN biológico o en el
cultural. Hoy no me importa mucho.
En casa, con un gobierno prácticamente de vacaciones, todo
parece un festival preveraniego. La colaboración de todos es necesaria. Los que
vinieron a cambiarlo todo, y casi llegan
a hacer que nos lo creyésemos, están en el mismo festival que
los que manejaban el cotarro durante los últimos 40 años. Hay dúos más o menos
dinámicos por todas partes. Bolos veraniegos en primavera. Albert Rivera y Marta
Sánchez, qué bonita portada para un disco lleno de banderas rojigualdas. La
regeneración del costado central progresista disfrazada de neofalangismo.
Pablo Iglesias e Irene
Montero, más cerca
del cesaropapismo de lo que ellos mismos hubiesen querido, plebiscito interno
incluido. La regeneración del lado de los de abajo pasada de frenada. Supongo
que al programa electoral, una vez vencidas las resistencias internas, se
pasará la petición/aspiración de dacha de cien kilos de las antiguas pesetas
para todos. Otra cosa no sería comprensible.
Los antiguos, con Rajoy
en cabeza, practicando la respiración asistida al 155, de aplicación parcial en
Catalunya a partir de hoy, y con el visto bueno de los socialistas del no es
no, que tendrán que acabar prestando algún voto para los presupuestos generales
del estado de este año que está punto de acabar su quinto mes. No se ha
conocido que socialistas, ni mucho menos los de Rivera, le pongan algún
condicionante al gobierno que pueda enfocar alguna salida medianamente
civilizada al conflicto en Catalunya.
A escala local, nada más antiguo que el rifirrafe entre el
presidente Revilla y el ministro de la Serna. El y-tú-más a niveles de hace mucho tiempo, pero a la vez, desplazando
del tablero a los demás jugadores. Se suponía que la guerra civil de los
populares regionales, con el ministro a la cabeza, aunque en la sombra, tenían
que ver con un futuro en el que el pacto entre ellos fuera posible, cosa que
los actuales dirigentes del PP cántabro achacaba como imposible con la anterior
dirección. Los fuegos de artificio se han adelantado a las festividades
veraniegas.
No puedo terminar sin confesar mi enorme vergüenza por otros
fuegos reales, tan dolorosos como los de Palestina, como los de cualquier lugar
donde se dispara fuego real. Nicaragua, Nicaragüita, como cantaban aquellos de
Palacagüina. Uno de ellos comió en mi casa después de una misa campesina en la
iglesia del Barrio Pesquero, la única que considero que me pertenece un poco.
Eran tiempos en que eso podía pasar. Artistas ya entonces muy reconocidos que
viajaban en plan amateur. Más vergüenza todavía: Haber saludado al tirano de
hoy, Ortega, cuando creíamos que era
otra cosa. Fue una noche de finales de
diciembre de 1996 en un restaurante de la Ciudad de Panamá. Casi a
escondidas de los familiares con los que estábamos cenando y que ya entonces no
le profesaban una gran simpatía.
He pasado varias veces por delante de la iglesia del Barrio
Pesquero en los últimos días. Durante muchos años lo tuve que hacer a diario
obligatoriamente. También por eso la considero un poco mía. Ahora, y es el
motivo de mis visitas de la semana pasada, a unos trescientos metros de esa
iglesia, y de las viviendas que la rodean, las del Barrio (Pesquero), se
manipulan mercancías mortíferas. El mismo barco saudí que visitó nuestro puerto
el 8 de marzo ha vuelto. El pronunciamiento del Parlamento regional, al menos
de momento, no ha servido para nada. Los vecinos, algunos tomaban el sol
plácidamente el jueves pasado, deben enterarse.
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