Parece un anuncio de chacinería pero es la primera acepción
de la RAE para una manada de cerdos, o sea, que los de la manada van de chulos
hasta para eso. Realmente son una piara y Arcadi
(Espada) está muy cerca de una acepción de náusea. No se atrevería nunca a
apuntarse a una manada pero parece que se queda con ganas. Tanta aparente
convicción contra un terrorismo, tan a favor aparentemente de algunas víctimas
y tan canalla con otras.
Después tenemos el aburrimiento catalán que no sé si todavía
interesa a mucha gente por aquí, pero por el que me preguntó el conductor del
Uber de Nueva Orleans que nos llevó al aeropuerto. Un tipo bien simpático, con
el que no era fácil entenderse al principio y que añadía horas a su trabajo de
conductor de autobús para que sus hijos puedan estudiar como si fueran blancos
de clase de media. Y eso allí es caro. Muy caro.
Y vuelta a Tex(j)as. Me pasa siempre en EE.UU. Lo comento y
la figura hace fortuna: Hemos visto tantas películas americanas los habitantes
del resto del mundo, que cuando caminas por sus calles, o conduces por sus
autopistas o entras a sus restaurantes… solo se distingue de una película que
has visto en que la cámara, tus ojos, se detiene donde ordena tu cerebro y no
el del director del supuesto film.
Ya dije en la última entrada que había tardado 18 años en
volver a los EE.UU. Con excepción del aeropuerto de Chicago, la última tierra
gringa que había pisado era la del estado de la estrella solitaria. Un estado
mayor que España y muy variado también. Temía por mis recuerdos. Solo en una
ocasión se han avivado. La visita a una escuela, con alguien de la familia
enseñando en un programa bilingüe,… ha sido lo más crudo del viaje, pero bien.
Bien en el sentido de las cicatrices que ya han cicatrizado pero que a veces se manifiestan.
De lo más redondo de esta corta visita a Tex(j)as, el centro
espacial de la NASA en Houston y la playa de Galveston, con su parque de
atracciones sobre un muelle… y el recuerdo de mi tío Carlos. Uno de los cuñados de mi padre que navegó algún tiempo en
un petrolero que iba allí a cargar crudo. Galveston y el tío Carlos unidos en
mi memoria.
Como en el área de Boston con los C. o en la de Nueva York con los O., o en la de varios amigos de Dallas-Fort Worth, o de la difunta
señora R. en Tampa, Houston pasa a
mi ámbito de relaciones familiares, cocinando para los G. Con más mérito en
este caso ya que la señora G estaba bastante impedida por un accidente
doméstico. Sin renunciar a la reunión, la cena la hice yo mismo.
Y dos velas negras del viaje. Que nadie piense que Jauja
pasa por mi mente. Los ciudadanos de
algunos países no necesitamos un visado de entrada en los EE.UU. Simplemente
una autorización electrónica (ESTA) Si alguien va a realizar ese trámite que se
asegure de que está en una página oficial del gobierno norteamericano. El error
puede costar 60$ Desde los 14 de la tarifa oficial a los 74 que cobran algunos
intermediarios que según la propia embajada de los EE.UU en Madrid “(…)cobran
un precio desorbitado sin ofrecer ningún servicio extra(…)Asegúrese de escribir
la web directamente en la barra de direcciones de su navegador y no en el
buscador de Google. Sabemos que en ocasiones la misma empresa resuelve
el problema a petición del cliente. Contacte con la empresa que ha utilizado y
solicite el reembolso. En mi caso no me lo ha resuelto. Espero ahora
simplemente la ayuda de mi banco.
El otro inconveniente ha sido al alquilar un coche y con el
tema de los seguros, pero es más interpretable y puede ser un malentendido. Todavía
no quiero manifestarme.
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