En el tercer aniversario del ataque a Charlie Hebdo, el título en francés. Este segundo lunes de enero tiene mucho de inicio, de vuelta a empezar.
Junto a un día más impreciso de septiembre, cuando las aulas abren tras el
descanso veraniego, es el momento en que la normalidad, entendida como
actividad, como prisa, se impone a la tranquilidad y la calma que se presupone
a los tiempos vacacionales. Aunque no siempre sea cierto. En algún momento del
año, no pienso pararme a calcular, el siglo se va a hacer mayor de edad. Un
recuerdo para aquel portavoz gubernamental que comparó la Constitución con un
baile de alta sociedad. Pocas veces tal altura de … (voy a evitar insultos en
la primera entrada del año) se sentó en el Consejo de Ministros, aunque fuera
para escuchar y contar.
El siglo anterior, al hacerse mayor de edad, trajo la paz al
mundo. Una paz muy imperfecta y poco duradera pero que ponía fin a la mayor
carnicería conocida hasta el momento. Sin ningún pesimismo extra, no espero
tanto de esta mayoría de edad del XXI. Tampoco la gripe, que tiene al sistema
sanitario contra las cuerdas, se podrá comparar a la de hace un siglo. Al menos
eso espero, mientras pido cita al centro de salud para una receta. Por Internet
están ilocalizables y los que en vida activa fuimos funcionarios públicos
tenemos un castigo añadido en la jubilación: No tenemos receta electrónica.
Mientras nuestro anterior alcalde, hoy ministro de Fomento,
se ha dado cuenta de que sus declaraciones radiofónicas de ayer solo tienen una
salida- podían tener otra, pero dimitir y ministro en la España del XXI no tienen
correlación- y que tachar de irresponsables a los ciudadanos que vuelven a casa
después de Navidad no es un anuncio de turrones, ha tomado, insisto, la única
decisión posible y abre expediente a Iberpistas, concesionaria de la AP6 por el
caos del sábado. Vamos a seguir con atención ese expediente. Podría terminar en
nada de nada.
Frente a las carreteras tradicionales, las autopistas pueden
convertirse en ratoneras. La imposibilidad de abandonarlas fuera de lugares
precisos hacen de ellas, en condiciones anormales, una desesperación. Cuando
además la autopista es de peaje, te has introducido en ella porque alguien,
aunque sea un automatismo, ha levantado una barrera y te ha dado su bendición
para que entres y a los pocos kilómetros te encuentras atrapado y durante
horas, hasta 18 en este caso, no puedes abandonar el vehículo… a alguien le
tiene que costar algo si queremos que lo de la marca España no se convierta en
broma mundial. Y ahí han tenido que actuar las emergencias del Ejército en una
situación que no debería haber escapado del marco civil.
La pelea de los dos partidos mayoritarios, con hechos
similares en cada cuenta partidaria, quiere poner a la ciudadanía en el nivel
de Primaria. Aquel nivel que muchos políticos no van a alcanzar ni después de
jubilarse. La parte gubernamental debería esmerarse en explicar a su público
más entregado esa noticia de fin de año que habla de miles de plazas
amortizadas en los cuerpos de la Seguridad del Estado en los últimos seis años.
Justamente desde que gobierna Rajoy.
Podría tener relación con algunas de las cosas que pasan. En las carreteras o
en las ciudades.
Yo quería un tono más amable e íntimo para que el blog
entrara en el año nuevo con suavidad. Haber recordado aquella terrible noche de
Reyes de hace diez años, cuando visualicé que la vida entendida como lo había
hecho en más de treinta años se iba a acabar. Ocurrió nueve meses más tarde y
todavía duele. De otra manera pero duele. También podía haberle dedicado más
espacio a un héroe anónimo, excepto para unos pocos, que pasará mañana por el
quirófano en Valdecilla, ánimo Vicente. O anunciar algo bueno relacionado con Olivia, mi nieta, que queda para otro momento. Eso, noticias buenas y malas. Su alternancia. La vida.
Y, sin un gramo de acritud, tratar de explicar(me) como el
mismo sindicato que pone el dedo en la llaga sobre la realidad de nuestra
región, donde aumenta la brecha de pobreza sobre la media española que ya va
viento en popa, en su Federación de Enseñanza, a la que pertenecí muchos años,
han decidido escribir una carta a los Reyes Magos y su secretaria general,
supongo que orgullosa del invento, se dedica a leerla en los micrófonos de las
emisoras más escuchadas. ¡Eso sí que es un sindicalismo nuevo! Hemos tardado
cuarenta años pero ya hemos encontrado la fórmula. Ah! la magia, qué buena nueva para afiliados, simpatizantes y enseñantes en general en su jornada de rentrée. Saludos a todos.
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