Un país poderoso como pocos, que ha impulsado la lengua
inglesa hasta hacer que si no controlas un mínimo de ella estés perdido en este
mundo; un país complejo como casi todos, o más, aunque aquí despachemos muchas
veces esa complejidad con la mayor de las simplezas; también puede ser un
basurero, una cochiquera, pocilga, un cubil… sin necesidad de ser literales, un
saco de mierda puede ser el propio presidente de tan gran país ¿Si lo fuera, quién
convirtió Haití en un pozo de mierda? ¿Y el Salvador? La política exterior
norteamericana no ha tenido nada que ver en la situación actual de esos países
y de muchos otros?
Su sistema hace posible que un tipo como Trump llegue a la Casa Blanca, y antes Reagan, y Bush hijo, con niveles de ilustración que no alcanzarían para
funcionario público ni ejecutivo privado, ni allí ni aquí. Pero es su sistema. Alguna
vez los noruegos también emigraron a los EE.UU. Mi primo Frank, nacido en los
alrededores de Los Ángeles, se casó con una mujer de esa ascendencia, y por ahí
sigue su descendencia. Eso es EE.UU, la mezcla de Cantabria y Asturias y
Zuberoa que llevaban mi primo y su hermano Amalio, y Noruega y muchísimo más.
El mismo Trump no parece tener los
rasgos de los nativos americanos. De alguna parte habrá llegado. No me
interesa. Como parece que tampoco les interesa hoy a los noruegos ir al pozo de
mierda de Trump.
Coincide que ayer mismo he visto la última película del
tándem Clooney-hermanos Coen y, aunque de telón de fondo, el
tema del racismo de los blancos de los EE.UU. aparece con meridiana claridad.
Parece que no ha gustado mucho esa película por allí. Ojo, alguna sociedad
europea, como la nuestra, podría no pasar la prueba de la urbanización de la
película de Clooney. También este mismo fin de semana he podido escuchar a un
dirigente socialista que parece que se ha tomado en serio el asunto de
liquidar, de una vez, nuestra asignatura pendiente de un pasado bastante indecente.
No voy a regodearme, como tantos, en el ya-lo-podían-haber-hecho
cuando tuvieron mayoría suficiente.
Pocas personas, en el conjunto del planeta, señalarían
España como el país que acompaña a Camboya en el triste récord de número de
cadáveres no identificados enterrados fuera de los cementerios. Una herencia
muy difícil de gestionar. El discurso de Andrés
Perelló permite confiar en que, incluso los que tenemos mucha más vida
recorrida que la que nos quede por recorrer, podremos ver un final
satisfactorio a ese infausto episodio de nuestra turbulenta Historia.
Es muy posible que el hecho de haber asistido a dos
funerales en la misma semana, los dos de personas más jóvenes que yo, me haya
puesto más sensible. Gestionar la muerte nos cuesta lo suficiente- es un tema
del que tengo un desgraciado conocimiento- sin ningún añadido, pero reconozco
que algunos testimonios de sucesos criminales de hace ochenta años también me
dejan muy encogido.
Y, tras el parón navideño, vuelve a la escena Catalunya. Con
la sentencia, conocida hoy, del caso Palau que certifica como verdad judicial,
la ilegalidad de la financiación del partido que ha gobernado aquella comunidad
más de treinta años- el estatuto de autonomía entró en vigor hace 38- y la
sesión constitutiva del nuevo Parlament alguien ha tenido el humor de fijarla
para el 17 de enero, festividad de San Antonio Abad, patrono de los animales y
que se celebra de maneras muy variadas en muchos lugares de aquel territorio,
empezando por la ciudad de Barcelona y su cabalgata dels tres tombs. ¿Tiene el
santo de los animales patrocinio también sobre los establos, cubiles, pocilgas,
shitholes en general?
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