¿A dónde nos llevan? Así titulaba el sábado una periodista
catalana en El País. Una parte notable de sus artículos, de los que he
leído, no me han terminado de gustar. Allí hubieran dicho que no me
hacían el peso. El titular de la periodista catalana iba referido a
Artur Más y a los grupos de poder catalanes que ahora han apostado por levar
anclas. Leí con mucho interés al principio, pensando que se refería a todos
nosotros, no sólo a los catalanes.
Podíamos estar hablando, a dónde nos llevan, de un nuevo
copago sanitario que hará que quien ya tiene una losa encima, la de una
enfermedad demasiadas veces incurable, esos y esas que ya viven el día a día en
la angustia, ahora, además, pueden empezar a pensar que se van a morir no sólo
por que la enfermedad es así de grave y desalmada. ¿Morirán por no tener
dinero? Este gobierno camina hacia el remedio de un mal histórico, el de que la
muerte alcanza a todos. Pero a unos más que a otros, debió pensar la ministra
del ramo mientras venía de gastarse miles de copagos en Nueva York, viendo la
final del Open de Tenis de los Estados Unidos. La ministra que impone ese
canon, dicen que simbólico, de momento, es la misma que se encontró un día en su garaje un Jaguar
y pensó que Papá Noël no era un cuento.
A dónde llevan a los pensionistas? A mendigar por cientos de miles, con hogueras
en la calle en invierno, y guantes de los que dejan asomar los dedos. La línea
roja del presidente Rajoy, las pensiones, ya se ha rebasado como antes la
educación, la sanidad o la dependencia. No se puede ser más embustero. Pero
seguimos aguantando sin rechistar demasiado. Mientras quien se hizo pasar por
el progre del PP retoca el código penal para que no se pueda abrir la boca si
no es estrictamente para tomar aire. Están apurando demasiado. Deberían leer
más Historia. En ella se encuentran
muchos ejemplos de lo que la alcaldesa de Madrid denominaría from
lost to the river. ¿Cuánto puede faltar para que un desesperado/a haga
una locura?
Esta semana se cumple el tercer aniversario de este blog y
en su primera entrada, con un título tan poco original como La
primera, se hacía referencia a lo que significaba, incluso con fracaso
final, disponer de una sanidad pública de calidad. En estos momentos en que mi
delicadeza se ha agotado, sólo puedo desear que no lleguen a verlo. No sé si
los deseos también están penalizados en el código de Gallardón pero me importa muy poco. Por defunción, ceguera o
revolución y ajuste de cuentas. Pero que no lleguen a verlo.
Lo del presidente Más, yo ya me he permitido la broma fácil
de llamarle Menys en una red social, tiene el alcance que tiene. Dice que quiere
llevar Catalunya a la altura de Andorra, Mónaco y San Marino. El Vaticano es
otra cosa. Los estados que usan el euro sin formar parte de la Unión. La
alianza de Más y Esperanza Aguirre, catalanizando España, eso si que puede ser
el hit del tricentenario de los decretos de Nueva Planta.
Y mientras yo, en vez de analizar sesudamente los resultados
de las elecciones al parlamento federal alemán, en las que junto a la gran
victoria de la canciller se abren diferentes posibilidades de gobierno, tendré
que empezar el día peleándome en la Consejería de Sanidad. El viernes pasado recibí
una carta para señalarme que a partir de hoy me cambian de médico y de centro
de salud. Contra mi voluntad. Sin consulta previa. Informando en el minuto de
descuento. De viernes a lunes. Infumable.
Me llevan a una distancia de mi domicilio que resulta
exactamente el doble de la que tengo ahora. No hay transporte público. No me
desplazan con mi médico que se queda donde estábamos. Es un ejemplo muy
pequeño, aunque a mi me ha irritado ciertas partes del cuerpo durante el fin de
semana, de unas maneras de hacer. Cómo pueden tener el cuerpo los trabajadores
de Sniace o de Golden Line o de B3 Cable, o tantos otros.
Seguramente en el actual equipo de la consejería están
algunos/as de los que pusieron el grito en el cielo entre 2003 y 2011 cada vez
que los consejeros socialistas les dieron ocasión. O sin dársela. Del mismo
modo que algunos de los que están volviendo de México en estos mismos momentos,
presidente y consejeros, no eran muy partidarios de los viajes de los miembros
de los gobiernos anteriores. La diferencia mayor es que ahora las chapuzas las
hacen ellos. A los ciudadanos cada vez nos importa menos quien hace las
chapuzas. Estamos hasta muy arriba de tanta chapuza, de tanto chorizo y de
tanto cara dura.
No hay comentarios:
Publicar un comentario