lunes, 1 de abril de 2013

Escrachar, picar y rascar




Un lunes más tecleando. Y festivo. Con una tortura a cuestas, lo cual en las últimas jornadas, no significa nada relevante. Son días de rememorar torturas diversas. La delegada del gobierno en la comunidad madrileña se marchó de vacaciones asociando terrorismo, o filoterrorismo, a la desesperación de montones de ciudadanos honrados a los que la crisis y la única legislación en Europa que lo permite, están arrojando literalmente a la puta calle, con perdón. Escrachado me dejó. 

Hay gente de piel muy fina. La ley del embudo de toda la vida, envuelta en grandes declaraciones. Quienes hoy se lamentan ayer aplaudían. Las hemerotecas, y hay quien se ha preocupado rápidamente de indagar en ellas, recogen declaraciones de muy altos dirigentes del partido hoy en el gobierno, de hace dos o tres años. Entonces en la oposición les parecía maravilloso todo, absolutamente todo lo que les pudiera ocurrir a los miembros del gobierno o del partido que lo sustentaba.

Qué aburrimiento. Y siguen jugando a lo mismo. Los unos y los otros. La, al parecer, recién fortalecida número dos de los socialistas, Elena Valenciano, se ha descolgado en las redes sociales con un cuento lacrimógeno que parece importado en directo del archivo de un consultorio sentimental de éxito hace décadas. Algunos lo recordarán. Siempre empezaba con un Mí querida doña Elena.  Todo a propósito de una supuesta carta de una joven de 33 años que no consigue encontrar trabajo en España y se va con su pareja y su hija a buscar fortuna al extranjero. ¿Hasta ahora no se habían enterado en Ferraz que eso les estaba ocurriendo a miles de compatriotas? 

La palabra de la semana, santa por otro lado, ha sido escrachar. No sé si viene del inglés scratch, rascar, incluso rascarse, arañar, rayar… Dice la RAE que en Uruguay y Argentina escrachar significa romper, destruir, aplastar, incluso, y esto me descoloca, fotografiar. Toda la vida se ha escuchado aquello de  que cada uno se rasca cuando le pica. Quizá es un cántico al individualismo y se pueda relacionar con algún neoliberalismo rampante, pero no lo creo. Me parece que ya se declaraba durante la autarquía franquista y seguramente con anterioridad.

Con todo patas arriba, todo cabe y todo vale. Ahora que no hace falta ser un radical para saber que los ladrones están en la parte de dentro del mostrador bancario, ahora es el momento de gritar a quien lo quiera oír y a los demás, que falsear programas electorales es falsear un contrato… Y que lo mínimo que resta, desde la perspectiva del sistema ya que la ley no interviene para restaurar ese contrato,  es la protesta. 

Claro que ser antisistema, visto lo visto, puede ser ahora mismo mucho más honrado. Examinen un poco, unos minutos, todo lo que han conocido en los últimos meses en relación con las entidades financieras, todas o casi, los principales partidos políticos y sindicatos, las organizaciones empresariales, los gobiernos autonómicos, la familia real, … ¿Nos quedamos con este sistema? ¿No hay recambio  o reparación posible?


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